10 Viaje

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Nuestro viaje por carretera duró lo esperado, que fueron tres horas, y para mi asombro, esas horas se pasaron volando y al final yo no quería bajarme del auto por lo cómoda que estaba a su lado.

Lo primero que hicimos fue llegar a una gasolinera y pasar al baño, lo que también nos dio la oportunidad de estirar las piernas, luego les llame a mis amigas para avisarles que ya estaba en Tecate y que no estaba sola.

Ellas tuvieron la reacción que imaginaba.

Regresar al lugar que conocí de toda mi vida me trae recuerdos agridulces, pero el que no regrese sola me hace darle un nuevo enfoque y no centrarme en mis sentimientos.

—¿Morena?

—¿Mmm? —Enfoco mi mirada en él que ya tiene una sonrisa en su rostro.

—No me vayas a dejar solo ni un momento. No sé hablar nada de español.

—Ahora veo que no consideraste eso cuando decidiste acompañarme —sonrío y él se encoje de hombros—. No te preocupes, aquí muchos hablan inglés. Al estar en la frontera del país, llega mucho turista y también muchos pasan la frontera, así que es necesario hablar ambos idiomas.

—Igual no me dejes solo.

Extiendo mi mano para él que, sin dudarlo ni un segundo, coloca la suya encima.

—No te preocupes, hombrezote, estás seguro conmigo.

Tomo el mando de su auto y nos llevo a dar un paseo rápido para que tenga la oportunidad de echarle un vistazo a la ciudad donde crecí antes de ir a casa de Eli.

—Esta noche tendré que dejarte solo con los prometidos de mis amigas y sus amigos. Celebráremos las tres su última noche de solteras. Pero estarás bien con ellos, y estoy segura que te agradarán y te divertirás mucho.

—¿Cómo celebran aquí? Imagino que sabes que allá usualmente se va a Las Vegas.

—Aquí algunos también suelen hacerlo, pero otros prefieren irse a un bar, organizar una borrachera en casa de alguien, y hasta hay algunos que, creo yo, caen un poco bajo y van a un teibol dance, que es como un club exclusivo para hombres, si sabes a lo que me refiero, pero también hay quienes no lo celebran por separado, es decir, puros hombres y puras mujeres, sino que se van juntos a algún lugar o sus familias les organizan una reunión, algo así como la cena de ensayo en EE. UU.

—¿Y nosotros cómo vamos a celebrar nuestro último día de solteros?

—¿Perdón?

—Ya sabes, morena, cuando estemos por casarnos.

Niego con una sonrisa y omito darle una respuesta.

Es lo mejor que se me ocurre hacer cuando me hace este tipo de comentarios.

No puedo negar que el hombre me sigue volviendo loca y que también me está haciendo sentir cosas que no quería, pero es que sigo sin sentirme lista para una relación que no quiero ilusionarlo o hacerle creer que ya puede tener una oportunidad conmigo porque sigo sin querer que él salga lastimado.

Cuando llegamos a la casa de Eli, que es donde nos vamos a quedar, hay caos por doquier. Mujeres gritando órdenes, niños corriendo y hombres acarreando cosas.

Algunas personas me reconocen y comienzan a saludarme, pero como no quiero preguntas incomodas, y menos tener la oportunidad para responderlas, tomo la mano de Bear y nos llevo a la planta de arriba. Ahí es donde encuentro a mi amiga saliendo de bañarse.

—¡Zarya! Al fin estás aquí —me saluda con un gran abrazo—. Ya estaba pensando en llamarte por si se te había olvidado el camino.

—Tardamos un poco más porque lo llevé a que conociera un poco de los alrededores.

Bear no es nada fácil de ignorar, así que cuando hablo de él, por supuesto Eli ya lo está viendo.

—Tú debes ser la pareja de mi amiga —extiende su mano para él, pero en la mención de pareja, yo la miro en shock—. Para mi boda, claro —me guiña un ojo.

Él, por supuesto, está encantado con ello.

—No sería solo para tu boda—le responde—, si tan solo ella me dejara.

—Tú y yo tenemos que hablar, Zarya.

Suspiro resignada, en primera porque sé que no me salvaré de esa conversación, que seguro será esta noche, en segunda porque correrá a contarle la noticia a Coral, y en tercera porque gracias a ella, ahora Bear ya sabe mi nombre.

—Estoy segura que sí. 

—Vamos, los llevaré a su habitación. Es una suerte que esa cuente con litera, sino uno de ustedes tendría que dormir en el sofá de la sala o en el piso.

—Gracias, Eli. Tú mamá y tú ya hacen mucho por recibirnos, sobre todo porque yo te avisé hasta hace un rato que no llegaba sola.

—Sabes que mi mamá te adora y no iba a permitir que te quedaras en un hotel, ni yo tampoco —abre la puerta del curto y nos deja pasar—. Además, les damos un pretexto a mis hermanitos para que se queden en casa de mis tíos. Ahora, el baño de aquí arriba estará disponible por si quieren refrescarse un poco, seguro vienen con mucho calor o cansancio por el viaje.

—Gracias —dice él.

Mi amiga asiente y, mirándome por último con una gran sonrisa, nos deja solos.

Nos ponemos de acuerdo para que él vaya a ducharse primero y yo mientras bajaré a ayudar en lo que pueda y en lo que me dejen.

Falling in loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora