CAPITULO 3: RECORDANDO MOMENTOS.

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La veía descansando sobre el árbol, con la mirada caída, estaba lloviendo y aun así pude notar las lágrimas.

Su mirada se encontró con la mía y… luego abrí la puerta pero ella me llamo y me dijo que no quería volver a verme, yo le conteste que no me volvería a ver.

Abrí de golpe los ojos y todo había sido un sueño, el mismo que me atormentaba desde días atrás, nunca podre dejar de recordarla de ese modo.

Era otro estúpido día, de otra estúpida semana, estaba harto de despertar con un vacio y de tener que salir, hacer como que no siento nada. Una semana atrás había acabado con los exámenes, lo que era un alivio pero ahora nada me mantenía lo suficientemente ocupado para no pensar en Sloane.

Su recuerdo dolía, pero me aferraba a el para seguir de pie. Aun recuerdo las ultimas vacaciones que pase con ella, la pasamos en parís, donde nos hicimos novios. Esa noche se veía hermosa de aqua, me dio risa verla porque antes de ira a parís fuimos a bailar, aunque no bailamos pero ella iba de morado y yo de aqua. Esa vez fue al revés.

Cuando acepto ser mi novia quise volverme loco, no se que me paso, ella me volvía diferente y mientras mas tiempo pasaba sin ella, mas la quería.

- Ahora es diferente Sloane… y te amo más.

Me levante y baje, mi madre insistía en que comiera algo pero seguía sin tener hambre. Tome un vaso con jugo y subí a ducharme. Tenia que salir de la prisión en la que me encontraba y disfrutar un poco del sol.

- ¿A dónde vas? – preguntó mamá.

- A encontrarme a mi mismo.

- ¿Qué?

- Al rato vuelvo.

- Ian…

- No me tardo.

- Pero…

- No te preocupes, mamá.

* * * * * 

Había llegado temprano, como siempre. Mañana llegare tarde, pensaba.

- Aerith…

- Hola, Sloane.

- ¡Llegaste temprano!

- Otra vez.

- Eso es bueno, amiga.

- Si, hasta que me doy cuenta que estoy sola.

- Ya no más.

- Si tú lo dices.

- Oye te traje un regalo.

- ¿Qué?

- Mira... – saco u corazón con piedras que parecían diamantes, de unos cuatro colores cada uno y repetidos.

- Agrégalo al collar de luna, y… también tengo uno igual.

- Gracias, amiga.

- De nada, sabes que te quiero mucho.

- Yo también.

Días después nos habían  dicho que si eran los corazones de la amistad y habíamos contestado que si.

Me quede mirando el collar.

- Te extraño mucho, amiga.

- Estoy seguro que ella también – dijo Matt.

- Lo se, vayamos con mamá y papá.

- ¿Pasamos por un helado?

- Claro, Matt.

¡Te Sigo Amando!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora