23 +Rivalidad+

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En el colegio nos encontramos con una lamentable situación: Verónica se había encargado de dar a conocer el secreto de Francis y eso repercutió en gran manera en la posición que traía desde años atrás, siendo una chica popular todos estaban atento...

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En el colegio nos encontramos con una lamentable situación: Verónica se había encargado de dar a conocer el secreto de Francis y eso repercutió en gran manera en la posición que traía desde años atrás, siendo una chica popular todos estaban atentos a los chismes sobre ella, pero este en definitiva destruyó su reputación. Era increíble ver a sus supuestos amigos despreciarla y burlarse de ella por tener una enfermedad de transmisión sexual. Su "mejor amiga" estaba siendo su propio verdugo y los demás se convirtieron en espectadores o jueces que deseaban verla sufrir el rechazo más cruel que se había visto hasta el momento en el colegio.

No voy a mentirles, sí llegué a sentir un poco de satisfacción al verla sentir el rechazo que ella había propiciado en mí desde mis inicios en la secundaria, quizás eso la haría darse cuenta de todo el daño que me causó y la haría cambiar, sin embargo, a veces las cosas no pasan como las imaginamos y así fue con Francis quien no pudo resistir una cucharada de su propia medicina y días después nos dieron la noticia de que se había suicidado. Sentí culpa, porque nada de eso hubiera pasado si Skat no me hubiese defendido de ella y si yo hubiese tenido el coraje de enfrentar a Verónica en la cancha y no huir al baño como lo hice.

—No es tu culpa, ¿okey? —murmuró Skat a mi lado—. Tú solo fuiste una víctima de ella.

—Pero no hice nada para ayudarla...

—En su próxima vida espero que decida hacer lo correcto y halle la luz que en esta vida no obtuvo.

Después de todo el alboroto que hubo en el colegio y las incontables charlas sobre el acoso escolar que implementaron los profesores, me puse a pensar en si hubiesen hecho eso si yo me hubiera suicidado aquella noche, y me invadió el descontento al darme cuanta de que se toman medidas después de lamentables tragedias y no antes de que ocurran.

En esos días mi madre estuvo mostrando cambios verdaderos: estaba asistiendo a unas reuniones para personas con adicciones y noté que llegaba más temprano. Me alegré por ella, aunque nuestra relación seguía siendo algo distante.

Dabih y Heze continuaron con sus intentos por demostrar que habían obtenido mi atención y no era una situación agradable para mí, no me gustaba que hubiese rivalidad entre ellos y por eso trataba de pasar tiempo con todos juntos.

Dos días después nos reunimos en la cocina para preparar una gran cena. Zuben no había bajado y decidí ir a buscarlo a la habitación en donde después de tocar y llamar un par de veces no obtuve respuesta y me asomé con cuidado. La habitación estaba vacía, sin embargo, oí la regadera y a Zuben cantando en el baño; su voz sutil fue de mucho agrado para mis oídos por lo cual quise quedarme y escuchar más, pero sería imprudente y di la vuelta para salir cuando de pronto vi la piedra Pandora brillando en la cama atrayendo toda mi atención. Caminé hasta la cama como hipnotizada por su brillo y después de observarla unos minutos, sentí la necesidad de tocarla. Solo bastó un ligero toque de mis dedos para recibir una potente descarga de energía en mi cuerpo que me hizo soltar un aullido y caí al suelo desmayada.

Los siete caballeros del espacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora