32 +La clave del plan+

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Tres días después desperté bastante desconcertada, lo último que recordé fue que Skat y Alpherg llegaron acompañados de la diosa Hera al lugar en donde lloraba la muerte de Heze

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Tres días después desperté bastante desconcertada, lo último que recordé fue que Skat y Alpherg llegaron acompañados de la diosa Hera al lugar en donde lloraba la muerte de Heze. Ellos intentaron consolarme y Hera se acercó, con delicadeza tocó mi cabeza y mis ojos se cerraron de inmediato.

Me senté lentamente en la gran cama de sábanas blancas y había tanta luz que mis ojos tardaron en acostumbrarse. La habitación inmensa y las decoraciones doradas atrajeron mi atención por un instante; me sentía tranquila a pesar de no saber dónde estaba.

De forma sigilosa abrí la puerta y al asomarme en el pasillo me encontré con dos guardias reales, vestían igual que aquellos que estuvieron en la batalla.

—¿Se encuentra bien? ¿Necesita algo? —Inquirió uno de ellos.

—¿En dónde estoy? —Balbuceé.

El que preguntó hizo un gesto a los otros.

—Síganos, por favor.

Caminaba en medio, dos de los guardias iban delante y otros dos atrás.

Si El Lugar Santo me había parecido asombroso, no tengo cómo explicar lo maravilloso que era aquel lugar. Grandes paredes de cristal se alzaban a nuestros lados, estatuas y decoraciones de oro, una cascada en medio de un jardín lleno de flores multicolores en donde algunas mariposas sobrevolaban.

Abrieron una puerta enorme que estaba enfrente de nosotros y mis ojos se cristalizaron al ver a Skat y a Alpherg de pie, al lado izquierdo de la diosa Hera, lucían igual que cuando llegaron a mi vida, el mismo traje y la misma energía. Corrí hacia ellos y les di un fuerte abrazo que fue correspondido enseguida.

—Me alegra verlos —declaré.

—A nosotros también nos alegra mucho verte sana y salva —respondió Skat.

—Lo logramos, Maia —añadió Alph—, Cronos fue derrotado.

—Debes estar muy confundida —comentó Hera mientras daba unos pasos hasta quedar delante de mí—. Hoy conocerás la verdad, ya no tendrás que vivir con tantas preguntas. Gracias a ti todo salió a la perfección y, me impresionó que tu gran amor por las estrellas te permitiera hacer uso de la espada de mi madre y hacerla salir de su escondite.

—No entiendo.

—Mi madre, la diosa Rea, ella no solo dejó un mensaje y poder en la piedra Pandora, sino que fue su escondite durante muchos años. Yo debía romper la piedra Pandora y traerla de vuelta, pero tú fuiste capaz de hacerlo primero y fuiste digna de usar su poder.

Logré entender la energía que se había apoderado de mí al empuñar la espada en mi mano y la forma en la que acabé con Sagitario A.

La puerta que quedaba a mi espalda se abrió y mis dos estrellas se inclinaron.

—Madre, qué bueno que ya esté aquí, estaba apunto de enviar por usted.

Me volteé con suavidad para no atraer la atención, pero no lo conseguí, la diosa Rea ya me estaba mirando, así que me incliné imitando a mis estrellas. La diosa madre se acercó y levantó mi rostro con su mano derecha, fue un gesto muy delicado. Sus ojos estaban brillantes, reflejaban amor, paz y poder.

Los siete caballeros del espacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora