Lacrimae Mosa

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Sábado, 17 de junio de 1961

Cinco meses después


Jungkook había durado al menos una media hora observando el lienzo frente a él, ya algo desesperado. Con el ceño fruncido, se preguntaba por qué llevaba tanto sin poder pintar absolutamente nada. Ya había ido a pasear y a visitar galerías para intentar buscar algo de inspiración, y nada parecía querer salir de su cabeza.

La puerta se abrió y Agata entró seguida de Yang Mi, quien ayudaba a la mujer a caminar con una mano y sostenía una bandeja con aperitivos con la otra. La anciana rió al verlo–. ¿Qué piensas que haces?

Jungkook apartó la mirada del cuadro, sintiéndose mareado por el movimiento–. Leí en algún lugar que colgarse de cabeza ayuda a los bloqueos mentales. –dijo el joven poniendo sus manos en el suelo y dando una ágil vuelta hacia adelante, para quedar arrodillado en el suelo.

Agata volvió a reír, acercándose a él y sobando su frente, que se había puesto roja por el periodo de tiempo que había pasado bocabajo–. ¿Esas son esas nuevas creencias de estos...? ¿Cómo se llama ese grupo? –la mujer comenzó a gesticular, intentando explicarse–. Los de las canciones raras y las ropas de colores.

–¿Hippies?

–¡Hippies! He leído de ellos, siempre tienen estas creencias revolucionarias acerca de todo. Tú ya tienes el cabello largo, de todos modos. –la mujer le hizo una seña a Yang Mi para que se acercara, y tomó de la bandeja una taza de té y unas galletas, para entregárselas al chico frente a ella.

–Tu tienes comer mucho.

–Come lo suficiente. –le corrigió suavemente Jungkook a su madre con una sonrisa.

La mujer había avanzado lo suficiente como para poder comunicarse con Agata y se había puesto la meta de aprender inglés fluido para cuando él ya no pudiera seguir acompañándola por el inicio de clases, pero a Jungkook ya no le molestaba ir con ella. Agata había resultado ser la persona más amigable que había conocido, e incluso le había permitido pasar su tiempo en uno de los cuartos desocupados que había en la casa, donde él había montado su pequeña galería de arte. Ella decía que mantener a la gente cerca le ayudaba, pero él no sabía muy bien de qué forma.

–Tu mamá y yo sólo vinimos a traer la merienda. Sabemos que llevas mucho tiempo intentando –intervino la anciana haciendo un ademán hacia el lienzo–, pero también tienes que darle a tu mente algo de descanso. Nosotras vamos a la ciudad un rato a comprar unas cosas, ¿estarás bien solo?

Él asintió y volvió a sentarse en el sofá, apoyando sus codos en sus rodillas y su cara en sus manos mientras las mujeres salían de la casa. Al cabo de treinta minutos, cuando el moreno empezaba a pensar que padecía de algún episodio extraño de catatonia, una suave melodía de piano le puso inmediatamente alerta. Se iba construyendo lentamente, subiendo por los techos cavernosos, llegando a un punto que era tan envolvente que Jungkook pensó que había una orquesta completa metida en la casa.

Inmediatamente se puso de pie, siguiendo la ascensión de la melodía, mirando hacia todos lados. ¿Era ese el fantasma del que hablaba Agata? Si era así, era un fantasma muy escurridizo; Jungkook no sabía si era el eco de la casa o que la música venía de diferentes lugares a la vez, pero llevaba un par de minutos corriendo desde el último piso de vuelta hasta la planta baja, sin lograr encontrar el origen. Cuando parecía que venía de un lugar, abría una puerta y se encontraba con una habitación vacía.

Finalmente, se detuvo frente a la puerta sellada del estudio de Lenin Petrov, casi seguro de que estaba frente a la puerta correcta, y sus manos volaron hacia el pomo. Sabía que estaba cerrada, pero de todos modos giró la manija sin éxito. Paso seguido, se tiró al piso con rapidez, presionando sus manos a la altura de sus hombros y su mejilla al piso, intentando ver por debajo de la puerta. La rendija de luz tenue se escapaba por la grieta, pero sus ojos no lograban captar ninguna sombra dentro del lugar.

When I Look At You ; 𝗞𝗧𝗛 + 𝗝𝗝𝗞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora