Overture

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Jueves, 13 de febrero del 1941

Busan, Corea del Sur


La noche se sumía en un silencio sereno cuando Jeon Dae-hyun deslizó con cuidado la puerta de su casa, procurando no despertar a nadie a esas altas horas de la madrugada. El suelo de madera crujía bajo sus pasos, resonando en su espalda dolorida después de doce horas de agotador trabajo; sentía que en cualquier momento se desplomaría. Sin embargo, el suave aroma del té recién hecho flotó desde la cocina de la pequeña casa de madera, y su expresión fatigada fue inmediatamente reemplazada. Su esposa estaba despierta.

El sonido del agua hirviendo y el reconfortante aroma llenaban la habitación mientras dejaba sus zapatos en la entrada. La tenue luz de la lámpara de aceite iluminaba la estancia cuando cruzó el umbral de la puerta, reflejando su rostro fatigado. Yang Mi, sentada sobre sus talones frente a la mesa, alzó la mirada y una cálida sonrisa iluminó su rostro.

–Jeon Dae-hyun, bienvenido a casa. –dijo ella en un tono acogedor, levantándose prontamente para ayudarle a despojarse de su carga y del abrigo que le ayudaba a mantenerse caliente durante esos tiempos tan gélidos.

Sin embargo, él levantó las manos para indicar que no necesitaba ayuda,y ella realizó una pequeña inclinación de su cabeza, manteniendo la distancia. Dae-hyun se quedó sólo con un amplio pantalón atado a los tobillos y una chaqueta de mangas anchas antes de caminar hacia la cocina, seguido de cerca por su esposa. Yang Mi aguardó a que él terminara de atar su cabello en un moño para que tomara asiento y así poder hacerlo ella también.

Sus delicadas manos fueron con premura hacia la tetera, sirviendo el té con destreza, para luego ofrecerle una taza–. Estás agotado, toma un poco de té.

–Muchas gracias. Ha sido un día largo, pero no estoy cansado. –mintió, no queriendo mostrar debilidad frente a ella–. Es mi deber, después de todo. ¿Cómo ha sido tu día?

Yang Mi bajó la mirada, evitando directamente sus ojos–. Mi día ha estado bien, gracias por preguntar. He cuidado de nuestra hija y he esperado tu regreso. Pensé que un poco de té te vendría bien, es la razón por la que sigo despierta.

Dae-hyun suspiró, Lee Yang Mi era la mujer más obstinada que había conocido. Él siempre había trabajado arduamente para su familia, pero nunca se había encontrado en una situación tan precaria; imaginaba que por eso ella parecía poner mucho más interés en que se sintiera cómodo y feliz, dentro de lo que se podía. Aunque los japoneses poseían una gran parte de Corea, él aún se sentía afortunado de permanecer en su patria; muchos de sus amigos y millones de coreanos habían sido arrancados de sus hogares para convertirse en simples peones agrícolas u obreros en Japón.

Sin hablar de las miles de jóvenes coreanas que habían sido obligadas a trabajar de esclavas sexuales para el ejército japonés. Dae-hyun pensó en su pequeña Sun Hee y un estremecimiento recorrió su cuerpo. Yang Mi lo notó y se apresuró hacia su marido, acomodando su florido hanbok y arrodillándose a su lado para proceder a frotar sus brazos en un intento de proporcionarle algo de su calor

–Oh, estás temblando. Este clima es arrasador. Pero no te preocupes, pronto florecerá la sakura y el clima estará muchísimo mejor.

Dae-hyun dirigió su mirada hacia el patio trasero, donde se cernía el cerezo que le había plantado a Yang Mi cuando apenas acababan de casarse, y suspiró. La primavera no le traía ni un ápice de ilusión, y menos con lo que se comentaba que estaba sucediendo por todo el país. Se volteó hacia su mujer y acarició con delicadeza su vientre, el cual ya empezaba a hincharse. Ella se sonrojó y bajó su mirada, capturando la mano de su esposo entre las suyas. Ese bebé era lo único que le daba ilusión.

When I Look At You ; 𝗞𝗧𝗛 + 𝗝𝗝𝗞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora