IX

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Viernes julio 16, 2005


- ¿Quieres que nos quedemos cerca? Podemos quedarnos aquí.

-No va a matarme, Gee.

-No lo sé Mikey. Los homicidios pasionales representaron prácticamente el 3% en Jersey durante el último año.

- ¿De dónde sacas esos datos, Frank?

-El internet no es solo para el porno, Toro. Algunos buscamos datos para salvar vidas.

- ¿Cuántas veces debo decirte que no sé cómo llegó esa página a mi historial?

-No te preocupes Ray, si no juzgamos a Frank por sus fetiches con el sadomasoquismo no lo haremos contigo.

-Espera. ¿El látigo era para eso? Gerard dijiste que era de un cosplay de Dungeon and Dragons! Jugué con eso... Dios córtenme la mano, por favor.

-¡Dijiste que no lo mencionarías más, Bob!

-Saben qué? Me voy. Solo están provocándome más nauseas de las que sentía

-Saldrá bien Mikey.

-Eso espero...

Dejo a mis amigos detrás y comienzo a caminar en dirección a la playa. No estoy muy lejos de la feria cuando veo una solitaria figura sentado en su sudadera sobre la arena apenas lo suficientemente lejos de las olas de mar para que no fuera a mojarse.

-Hola.

-Sí viniste Mikeyway.

-Lo hice. ¿Y Charlie?

-Vine solo esta vez.

-¿Solo?

-Sí. Los chicos están haciendo una firma de autógrafos del otro lado del condado, cerca de Camden, no volverán hasta mañana así que nadie va a buscarme en un buen rato. — Debía responder algo, pero mi mente estaba en blanco. Pasamos un rato sin hablar o mirarnos. Conté ciento cuarenta y siete segundos. — No te he preguntado si vives cerca de aquí.

-Belleville.

-Eso no está como a tres horas de aquí?

-Te gusta la geografía? Yo vivo aquí y no puedo recordar el nombre de los condados, mucho menos las distancias.

-De hecho, apesto en geografía. Ayer rompí la regla general y pasé un tiempo en internet, eso es todo. ¿Conducen hasta aquí tres horas a diario?

- Son dos horas, de hecho. Pero solo he ido a casa una vez desde que estamos trabajando en la feria. Bob nos deja quedarnos en su casa cerca de aquí. ¿Absecon? Creo. Comenzó a rentar una casa con algunos chicos cuando se mudó de Chicago, ellos están de vacaciones así que tenemos la casa para nosotros mientras dura el verano.

-¿Quién es Bob?

-El pelirrojo al que le anotaste en su mano. ¿Recuerdas?

-Creí que era rubio.

-Un tono entre los dos, supongo. — De nuevo el silencio incómodo. — ¿Ustedes están cerca de aquí?

-Shadowboat.

-Creo que sé cuál es.

-Es mejor que dormir en la van. Eso algo que definitivamente no extraño, te lo aseguro.

-Pete. ¿Vamos a quedarnos aquí solo para hablar de esto? — Pete agacha la mirada. Quizá estoy siendo demasiado cortante. Muerdo mis labios mientras pienso en que decir para que vuelva a mirarme, sin embargo, nada me cruza por la mente. Mis ojos viajan hasta sus manos y veo el empaque color menta en ellas. — ¿Eso son Kitkats de Té verde?

-¿Uh? Sí.

-Voy a matar a Dave. Prometió que me los guardaría hasta el domingo...

-¿También te gustan?

-Solo a la gente sin buen gusto no le gustan.

Sonríe y saca del empaque las últimas dos barras. Me tiende una de ellas con su sonrisa intacta, pero sin decir nada. Aún está fría. El sol comienza a ponerse frente a nosotros. Convirtiéndose en una enorme esfera de luz ámbar que nos cubre el rostro mientras terminamos el chocolate. Mirar los atardeceres con Pete parecen estar siendo una constante.

-No lo sé.

-Pete...

-No, déjame terminar. — Su mirada se giró por un instante a observar el cambio de luz que se hacía más rosada antes de volver a mirarme y proseguir. — No sé qué va a pasar. ¿Okay? No lo sé. No sé qué pasará mañana o en dos meses. Se que en este momento estoy enamorado de ti. Que quiero pasar cada atardecer contigo y que no quiero que lo que siento termine en septiembre. Sé que en este momento quiero pasar los siguientes meses escribiéndome contigo y quiero volver a verte. Sé que estoy enamorado, Mikeyway. No eres una distracción; pero no sé qué va a pasar. Puedo ofrecerte un verano y quizá algo más si somos afortunados — Debería decir algo, pero todas las palabras quedan atoradas en mi garganta en un nudo que apenas me deja respirar. —Bueno respóndeme. Terminé

-Baila conmigo.

-¿Qué?

-Dijiste que querías hacer cosas cursis de parejas. Baila conmigo

-No sé bailar en realidad.

-Ni yo.

-No tenemos música

-No la necesitamos

Era verdad, no necesitábamos música. Las olas estrellándose contra las rocas hicieron el ritmo inicial para nuestro lento vals, con mis manos en su cintura y las suyas sobre mis hombros. A contraluz con los rayos del sol nadie sabía quiénes éramos. Solo éramos una pareja más intentando no pisar al otro sobre la arena. Ni una sola vez miramos a nuestro alrededor para notar que la gente pasaba por ahí y miraba con curiosidad la escena antes de seguir su camino. Nuestro intento de baile romántico se tornó en él dando vueltas y piruetas alrededor mío, en movimientos sin sentido, besarnos y abrazarnos entre nuestras caídas y risas. Su vista estaba ocupada viéndome caer una vez más en la arena al tratar de imitar sus giros y la mía estaba en su sonrisa antes de que me besara después de ayudarme a levantar una vez más. Todo al ritmo de una canción que no existía, pero ambos sentíamos. Cuando la arena perdió su calor y solo quedaban las estrellas para ser testigo de nuestras caricias, corrimos por el malecón tomados de las manos hasta llegar a su hotel. No más foros ni fans dementes. No más inseguridades o pensar sobre qué pasará. Solo él, yo y la oscuridad de una habitación.

El Carrusel (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora