Capitulo 2

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Styles y Tomlinson tomaron posesión de las oficinas de la Agencia
Internacional de Detectives unos días después. Estaban emplazadas en el segundo
piso de un edificio bastante ruinoso, por cierto, de Bloomsbury. En la diminuta
dependencia exterior, Timothée abandonó su papel de mayordomo de Long Island
para convertirse en un mensajero de la oficina, cargo que, al parecer, sabía
desempeñar a la perfección. Una bolsita de papel llena de caramelos, manos
manchadas de tinta y una cabeza desgreñada era el concepto que él tenía del
personaje.
Dos puertas comunicaban esta especie de salita de espera con las oficinas
interiores. En una de ellas se leía « Empleados» . En la otra « Privado» . Tras esta
última había una pequeña, pero confortable habitación amueblada con una
enorme mesa de despacho, unos archivadores artísticamente rotulados, vacíos
todos, y unos cuantos sillones de piel. Tras la mesa se sentaba el supuesto míster
Blunt tratando de dar la impresión de no haber hecho otra cosa en su vida que
dirigir agencias de investigación. Como es natural, había un teléfono al alcance
de la mano. Harry había ensayado varios efectos telefónicos y Timothée tenía
también sus correspondientes instrucciones.
En la habitación adjunta estaba Louis con una máquina de escribir, un
montón de mesas y sillas de clase inferior a las que había en el despacho del gran
jefe, y una cocinilla de gas para hacer el té.

Nada faltaba en realidad, excepto los clientes. Louis, en el primer éxtasis
de su iniciación, abrigaba lisonjeras esperanzas.
-Será maravilloso -declaró-. Atraparemos a los asesinos, descubriremos
los lugares en que se esconden joyas familiares desaparecidas misteriosamente,
encontraremos personas secuestradas y desenmascararemos a los impostores.
Al llegar a este punto de sus divagaciones, Harry se creyó en el deber de
intervenir.
-Cálmate Tommo -dijo-, y procura olvidar esas novelas folletinescas a
las que eres tan aficionado. Nuestra clientela, si llegamos a tenerla, constará
exclusivamente de maridos que querrán que vigilemos a sus esposas y de esposas
que querrán que vigilemos a sus maridos. Obtención de pruebas para divorcios y eso.

-Pues yo -contestó Tommo arrugando la nariz en una mueca de fastidio
-, no aceptaría ningún caso de divorcio. Hemos de elevar el valor material y
moral de nuestra profesión.
-¿Ah, sí? -respondió Harry con aire de duda. Una semana después de
instalarse volvieron apenadamente a hacer un resumen de sus más que pobres y
ridículos progresos.
-Total, tres neuróticos cuyas parejas acostumbran a pasar el fin de semana
fuera de sus respectivas casas -suspiró Harry-. ¿Ha venido alguien mientras
yo estaba fuera comiendo?
-Sí, un viejo con una mujer poco enamorada, por lo visto, de las delicias del
hogar -respondió Louis con desaliento-. Hace años que he venido leyendo
en la prensa el alarmante incremento de los casos de divorcio, pero hasta esta
última semana no me había dado cuenta de la gravedad del asunto. Estoy ya
harta de estar diciendo a cada momento: « No, señor, no admitimos casos de
divorcio» .
-Lo hemos hecho constar así en nuestros anuncios -le recordó su socio de aventura-
y espero que no vuelvan a molestarnos en lo sucesivo.
-¡Quién sabe! -respondió Louis con un tono de melancolía en su voz
-. De todos modos estoy decidido a no dejarme vencer. Seré yo quien cometa
el crimen, si es preciso, y así podrás tú hacerte cargo de su investigación.
-¿Y qué saldríamos ganando con ello? Piensa en mi desesperación cuando
tuviera que darte mi beso de despedida en la puerta de la cárcel.

Louis no pudo evitar un leve sonrojo ante la declaración, el cual no paso deapercibido ante un azorado Harry, que sólo se limito a mirar fijamente la reacción del castaño, al ser nuevamente víctima de su sinceridad al hablar delante de Louis.

De todos modos -prosiguió-, es preciso que hagamos algo. Aquí estamos tú y
yo cargados de talento y de grandes ideas y sin la menor oportunidad de
ejercitar el uno y de llevar a la práctica las otras.

Pareja de sabuesosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora