C.OO8

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CAPÍTULO OCHO

Shogi.

Había días como aquel, en los que Nagi no soportaba su trabajo

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Había días como aquel, en los que Nagi no soportaba su trabajo.

Su última misión había sido de busqueda y captura, nada demasiado difícil, ni que odiara tanto. De hecho, casi que se acercaban a sus favoritas.

Después de traer a su objetivo a la aldea, su idea había sido dejarlo en manos de Danzō y desaparecer el resto del día, a algún lugar donde Tsurugi no pudiera encontrarla. Pero no había tenido tanta suerte.

Danzō la había obligado a permanecer durante el interrogatorio. Que vamos, no tienen muchas preguntas que digamos. Y ni siquiera hablemos de las respuestas pues, a menos que haya un nuevo idioma basado en gritos y Danzō fuera capaz de comprenderlo a la perfección, no entendía que podría sacar de todas aquellas horas.

Definitivamente, la tortura era lo que más odiaba. ¿Por qué debían de infligir dolor a una persona solo por información? Tenían a los Yamanaka para leer sus mentes, pero Danzō no quería perder el estilo tradicional, ni involucrar a alguien ajeno a Raíz. Así que esa nunca era una opción.

Ese día, Nagi se mantuvo de pie en aquella habitación, mientras veía como golpeaban, cortaban y mutilaban al hombre que ella había capturado. La sangre salpicaba todo. Las paredes, el suelo, su ropa y su máscara. Y entre los charcos que se formaban alrededor de su silla sobresalían los dedos que ahora le faltaban en las manos. Un pulgar, un índice y un meñique.

El hombre no dijo nada.

🌸🌸🌸

Cuando por fin le permitieron salir de aquella habitación, Nagi corrió a su cuarto y se encerró en el baño. Se lanzó al sueño y abrazó el inodoro, mientras vomitaba su desayuno y sentía las lágrimas resbalando por sus mejillas. Su estómago ardía, como si todo lo que había comido estuviera hecho de lava. Quemaba.

Quería borrar de su mente aquellas imágenes tan espantosas. No lo soportaba.

Sollozó desconsolada. Lo odiaba. Odiaba su trabajo, odiaba la Raíz, odiaba a Danzō. Odiaba tener que hacer todo aquello. Odiaba no tener voz propia.

Se sentía tan sola. Se preguntaba qué se sentiría recibir un abrazo en esos momentos, cuando la sensación en su cuerpo era como si se partiera en mil pedazos. ¿Bastaría un abrazo para mantener sus piezas juntas? ¿Para evitar que se desmoronase?

Cómo le gustaría saberlo. Pero no había nadie a su alrededor que quisiera envolverla entre sus brazos. Nadie que le dijera que todo iría bien.

Su estómago quedó vacío. Ya las arcadas no subían nada por su garganta, más que el fuego que parecía consumirla por dentro. Se puso de pie con el cuerpo tembloroso, sujetándose de los muebles para no terminar nuevamente en el piso.

𝗪𝗢𝗡𝗗𝗘𝗥𝗪𝗔𝗟𝗟 | ShikamaruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora