Cazador de penas

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—Lamento el no haber podido llegar a tiempo, si tan solo hubiera salido más temprano, si me hubiera esmerado más en seguirlos tal vez esto no hubiera pasado— mencionó la jóven rubia con algo de pena y dolor.

—Grracias, enserio, muchas gracias— dijo el anciano con una voz algo pesada y lágrimas brotando por sus ojos —¡Esas bestias me quitaron todo lo que amaba!, Mi hija, oh mi hija— el pobre anciano estaba arrodillado en el suelo, llorando con pesar sin importar las apariencias, mientras que la jóven no podía hacer más que intentar consolarlo. Esto era lo que más le dolía de su trabajo, el no poder llegar a tiempo.

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