La vaca no hacía más que preguntarse por la vida, ¿Para qué vivía? Todos los días de su vida eran iguales, comía, la ordeñaban y hacía sus necesidades, estaba aburrida. Ella quería ver los diferentes lugares del planeta, adentrarse a ese desconocido mundo que está más allá de las verdes llanuras, pero no podía, estaba atrapada. Miraba fijamente el pasto que comía todos los días, le gustaba, enserio, pero sentía que estaba atrapada en una rutina que solo terminaría cuando su muerte llegara.
Un día, el granjero que le sacaba la leche la llevó a un lugar diferente, pero conocía su destino, después de todo, cualquier vaca que la saquen de su parte del terreno no vuelve, y entonces se dió cuenta que ya era el final, nunca saldría.