Capítulo 1. (Actualizado)

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Abrí los ojos lentamente gracias a los tenues rayos del sol que bañaban la enorme cama en la que estaba recostada. Las suaves y blancas sábanas me envolvían el cuerpo con suavidad y creaban un cálido calor que me tentaba a quedarme ahí hasta que me corrieran a la fuerza. Solté un suspiro y me estiré sigilosamente. Di media vuelta y vi la pintura que resaltaba su rostro afilado y elegante con sus facciones finas y sus cabellos dorados. Suspiré decepcionada, no lograba entender cómo había caído tan bajo y había terminado en casa de un hombre tan maldito y desgraciado como él.

Blitz Enders era un aristócrata caza plebeyos, a quienes consideraba inferiores en todo sentido y, por tanto, creía que sus vidas no importaban en lo más mínimo. Fue justo por esa estúpida ideología suya, que me aventuré a descubrir un poco más de su vida y pensamientos para poder exponerlos de la forma fría y cruel que acostumbraba. Y pese a odiar a los plebeyos, me aceptó en su casa al no querer rendirse en su intento miserable de conquista.

Me levanté y arreglé con las ropas lujosas que se molestó en regalarme como muestra de su afecto e intenciones conmigo, tras ello, bajé al comedor a escribir una carta que necesitaba entregar y me encontré con ese deplorable humano.

— ¿Dormiste bien? — inquirió sonriente al jalar su silla y tocar una campanilla para llamar al mayordomo.

— De maravilla — respondí perdida en lo que hacía.

— ¿Qué haces?

— Escribo una carta.

Gruñó molesto y se cambió de silla para quedar frente mío. Levanté la mirada por unos segundos, sin alzar la barbilla, y le sonreí antes de volver a mi labor.

— ¿Para quién es esa carta? — cuestionó con un atisbo de celos.

— Para mi empleador, necesito advertirle que atrasaré el envío de los últimos capítulos de la novela que me pidió — contesté con seriedad.

— Deberías renunciar — sugirió al echarse sobre la silla —. Tengo dinero suficiente como para mantenerte.

— ¿Y por qué me mantendría?

— Porque es lo que hacen las parejas — replicó seguro de sí —. Piénsalo, podrías dejar de involucrarte con la sucia plebe y vivir aquí, en lujos, esperarme pacientemente, con ese lindo rostro, tendida sobre la cama, como la gran esposa que serías.

— ¡Esposa! — exclamé entre risas y me puse de pie mientras sellaba el sobre —. Señor Enders, el que haya accedido a conocerlo y vivir aquí, no significa que planee convertirme en su esposa.

Chasqueó la lengua, molesto, y se puso de pie igualmente para tomarme del brazo cuando pasé cerca suyo para dirigirme a la puerta.

— ¿A dónde vas?

— A dejar la carta.

— No has desayunado — objetó.

— Lo haré al volver. No tardo, pero esto es importante — aseguré al soltarme.

Quiso protestar, sin embargo, salí antes de que tuviera oportunidad. Suspiré agotada y me recompuse al alzar la cabeza para dirigirme hacia el buzón indicado.

Mientras caminaba y observaba los edificios, la belleza que tenían, sentí que alguien me seguía, por lo que apresuré el paso ligeramente, hasta que me tomaron por los hombros y llevaron a un callejón en medio de dos edificios, lo suficientemente amplio como para que pudiésemos estar de frente, pero no como para permitirme huir o moverme demasiado, aun así, forcejeé y me resistí mientras maldecía a ese hombre, hasta que se quitó la capucha y me permitió ver ese par de esmeraldas que de inmediato me hicieron bajar la guardia.

Amor Criminal (Edición) || Sherlock Holmes x T/NDonde viven las historias. Descúbrelo ahora