En una noche despejada caminaba descuidadamente por la calle, estaba sumida en mis pensamientos, nada importante realmente.
Escuché varios murmullos de personas a mi alrededor hablando de un asesinato no muy lejos de ahí. Vi a la policía correr en la misma dirección por la que yo iba y los nervios tomaron el control de mi.
Corrí desesperadamente hasta mi casa, lugar que estaba rodeado de policías. Logré abrirme paso y justo en medio de la sala, sobre la blanca alfombra, cedian los cuerpos desangrados y descuartizados de mis padres. Un escenario horrible. Caí sobre mis rodillas y comencé a llorar y sollozar libremente, básicamente gritaba intentando desahogar y liberar aquella impresión que había recibido.
— Si tan sólo hubieran ido conmigo... — dije cabizbaja.
Fue una de las noticias más sonadas. Mis padres eran unos famosos y conocidos aristócratas, y como la mayoría de ellos, eran egocéntricos, mandones y egoístas, aún así, gracias a ellos conocí a los Moriarty mucho antes de serlo, a excepción de Albert, por supuesto. Mis padres para mantener las buenas apariencias y opiniones, visitaban y daban mantenimiento ligero al orfanato en el que estaban William y Louis, por lo que los conocí desde chicos y después se unió Albert, aunque dejé de verlos por un tiempo tras el incendio que hubo en su hogar.
Dos semanas después de la trágica muerte de mis padres, decidí ir a visitar a los Moriarty y me llevé una grata sorpresa: William descubrió al culpable. Este no era ni más ni menos que Bernarde Wallstrock, un aristócrata reconocido por su habilidad en la caza, aunque fuera realmente un caza humanos, o bien "enemigos". Desde entonces decidí involucrarme y hacer salir a la luz sus delitos y trapos sucios.
Recuerdo que a Albert siempre le dije otro apellido, me avergonzaba ser hija de unos aristócratas considerando la mala reputación que ellos suelen tener, además de que él los odiaba. William y Louis siempre lo supieron, pero creí que lo habían olvidado.
Al año de haber sucedido aquella tragedia, me encontraba en una gala junto con el hijo de Bernarde, Antoine, quien vestía un traje gris rata y una corbata negra con camisa blanca, mientras que yo un escotado vestido carmesí algo llamativo con encaje dorado.
Hubo un momento en el que estuve sola y me quedé mirando desde el balcón hasta que sentí unas manos rodear mi cintura.
— ¿Antoine? — pregunté extrañada por su acción.
— Me temo que... No soy quien crees — dijo en un tono algo divertido.Al reconocer la voz un escalofrío recorrió mi cuerpo y me giré de golpe quedando acorralada entre él y el barandal.
— No esperaba verte aquí, pero debo decir que no me molesta esta casualidad — dijo con una sonrisa.
— Albert... — fue lo único que pude decir.Estaba muerta de nervios. Mis sentimientos por el apuesto joven Moriarty habían iniciado poco después de conocerlo, era un dulce y se preocupaba por el bien de los "débiles", no era un niño rico común, era mucho mejor que uno. El que se viera tan apuesto no ayudaba en nada. Con su cabello peinado como siempre, un traje negro profundo y elegante, camisa blanca perfectamente alisada y una corbata verde esmeralda. Había comenzado a sudar y maldije al notarlo.
— ¿Vienes con alguien? — preguntó interesado.
Busqué con la mirada a Antoine y lo descubrí con una mujer, no tenía idea de quien fuera, pero sonreí al ver que ya no tendría que preocuparme de todo por él. Miré a Albert con una sonrisa pequeña y negué con la cabeza, él no evitó ampliar su sonrisa y pasó una de sus manos por mi espalda baja para rodear con su brazo toda mi cintura y pegarme a su cuerpo.
— En ese caso, acompañeme en esta pieza, hermosa dama — susurró en mi oído.
— Será un placer, apuesto joven — dije con elegancia y una sonrisa.A partir de ese momento, nuestro romance floreció, pero no sé concretó hasta que una noche mientras caminábamos por las calles, él se detuvo y confesó sus sentimientos de la forma más dulce y poética que cualquier chica puede imaginar. Obviamente, dije que yo le correspondía y tras esas palabras unimos nuestros labios en un lento y romántico beso.
Estaba claro que a Antoine, Albert le picaba la conciencia, había seducido a "su dama", lo notó bien el día del baile. Gracias a ese enojo y desesperación, se atrevió a acostarse conmigo, eso fue tanto un castigo como un "premio" o "muestra de amor", de su profundo amor hacia mí.
Se supone que la primera vez de las personas debía ser bajo matrimonio o si trabajabas de prostituta, fuera como fuera, debía ser algo bello a menos que te dedicarás a ello, entonces podría tocar cualquiera y no habría razón más que él anhelar sentir placer. De todas formas, cuando uno tiene una pareja espera que sea un momento memorable y que se preocupen por ti, a menos que se tengan otros gustos y costumbres, claro está. Yo era de esas que fantaseaban con que fuera memorable, en un lindo lugar con el chico que amaba. Por desgracia, no pudo ser ni con mi novio, ni en un lindo sitio y mucho menos fue memorable, a menos que el recordarlo como "trauma" cuente.
Era un salvaje y no en el "buen sentido", como dije antes, fue un castigo y un premio. Al principio fue gentil, hubo besos y caricias que me dieron buenas espectativas, aunque estas desaparecieron una vez que comenzó a lastimarme por la velocidad y fuerza con la que realizaba sus movimientos. Algunos dirán que era por un descuido o la falta de práctica, pero no podrían estar más alejados de la realidad. Ese maldito cada que salía de mi interior y me arremetida con fuerza para provocar mis gritos y lágrimas de dolor y sufrimiento reía como el maldito desgraciado que era y hacía una sola pregunta.
— ¡¿Te duele?! — preguntaba con una sonrisa.
Me harté de su trato y le di un fuerte golpe en el rostro, aunque sólo lo enfureció aún más y terminó tratándome de la peor forma posible.
Cuando se dio por complacido y terminado, me dejó abandonada en esa obscura habitación en el suelo en el que habíamos estado. No me podía levantar, el ardor y dolor en mi entrepierna era insoportable, suerte tuve porque no destrozara mi interior dejando daños permanentes.
Pasó otro año y obtuve mi empleo en el periódico y a los seis meses, logré exponer toda la verdad sobre los Wallstrock por lo que hubo varios atentados en mi contra, pero nunca lograron alcanzarme ya que cambié de identidad. Pronto encarcelaron a todos menos a Bernarde, a quien lo dieron por muerto al encontrar su "cadáver" en un restauran.
Así fue con muchos casos, aunque la mayoría fueron rápidos y en muchos no tuve que utilizar mi cuerpo, eran tan estúpidos que podía escuchar todo sin problema alguno.
Mis ojos se abrieron lentamente, mi pasado con los Walkstrock tomaron protagonismo en ese extraño sueño que mostraba mis recuerdos. Mi cabeza dolía y daba vueltas. Sobre mi, vi un rostro que no mostraba más que la ira pura y un poco de preocupación. Solté un suspiro cansada y me preparé para sus gritos y regaños.
ESTÁS LEYENDO
Amor Criminal (Edición) || Sherlock Holmes x T/N
FanfictionUna joven escritora criminal en un lujoso crucero escenario de un terrible crimen se encuentra con un joven de 24 años cuyos ojos eran azules y su cabello azabache co rasgos afinados y una actitud arrogante y presuntuosa. Era perfecto para escribir...