Capítulo 14.

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Miraba detenidamente a William ir de un lado a otro buscando cosas para poder curar mis heridas, las cuales, para sorpresa de ambos, eran bastantes. Mi mente no dejaba de pensar en Sherlock y lo que le habría pasado. Solté un suspiro pesado gracias a aquello y William se acercó a mi y posó su mano en mi pierna, ya que era lo que más cerca tenía.

— Estará bien — dijo con tranquilidad.
— Eso espero... — dije nerviosa.
— Así que ya dieron otro paso — dijo de la nada.
— ¿Por qué todos lo saben? — pregunté encogids de hombros evidentemente avergonzada.
— No te avergüences, aquí todos estamos felices por ti, aunque no puedo hablar por Albert, es claro que le duele, sin embargo... Soy culpable en eso — dijo cabizbajo.

Hice una mueca y posé mi mano en su mejilla para alzar su rostro y verlo con una sonrisa.

— Will... Sólo intentabas protegerte a ti y a tus hermanos — dije con tranquilidad —, además... Le mentí, no fui justa con él, debía confiar y decirle todo, a pesar de eso nunca lo hice y tuve que estar al borde de la muerte para que fueras tu quien se lo dijera. Merece a alguien mejor, siempre lo ha hecho.
— De todas formas no puedo evitar culparme — dijo antes de posar sus manos en mi camisa —. Necesito que te la quites para revisar tu costilla.

Asentí con la cabeza y me senté correctamente, me puse de espaldas a él y me retiré la camisa para después usarla para cubrir mi pecho. William me pidió que me recostara y así hice, después comenzó a revisar mis cosillas en busca de la fracturada y la encontró cuando me retorcí de dolor. Era del lado derecho, no estaba rota, pero si fisurada.

William hizo lo necesario para curar mi herida y vendó mi torso con una delicadeza que sólo él poseía.

Una vez que terminó nos miramos a los ojos y acaricié su mejilla con delicadeza mientras recordaba cuando éramos niños. Lágrimas brutaron de mis ojos de forma silenciosa y rodaron por mi rostro hasta caer al sofá y dejar pequeñas gotas que tintineaban al caer.

Llevé mis manos a mi rostro para cubrir mi llanto y William me abrazó contra su pecho tal y como solía hacer cuando niños.

Mi llanto se intensificó, tenía muchas emociones ocultas y revueltas en mi interior, iban desde preocupación hasta ira y odio puro, tristeza y felicidad, miedo, desagrado, inseguridad y culpa. Era un remolino.

Me aferré a la blanca camisa de William y mis sollozos se volvieron sonoros, apenas podía respirar.

William rodeó mi cabeza con su brazo y estrechó más el abrazo, podía sentir como si fuera a fundirme en su pecho.

— Sácalo todo — decía mientras acariciaba suavemente mi cabeza como si fuera una niña.

Pasaron los minutos y finalmente había logrado relajarme. William no se separó de mí en todo ese rato en el que lloré y tampoco dijo mucho, aún así, era lo que necesitaba.

Alcé mi rostro y vi a William con la mirada perdida en cualquier parte, notaba algo extraño en su corazón.

— ¿Su... Sucede algo? — pregunté intentando sentarme correctamente.

William negó con la cabeza, pero no me dejó separarme, definitivamente había algo, pero si no quería hablarlo, lo único que podía hacer era devolverle el favor, así que rodeé su cuerpo con mis brazos y lo abracé con fuerza.

— No estamos solos, Will — dije con una sonrisa.
— Por supuesto que no — dijo con su tono dulce y tranquilo de siempre.

Estuvimos unos largos minutos en la misma posición hasta que el sonido de que tocaban la puerta nos sobresaltó y obligó a William a ir a abrir, no sin antes tomar un cuchillo y preguntar de quién se trataba.

Cuando entraron, lo primero que vi fue a Louis con un balazo en una de sus piernas. Mis ojos se abrieron como platos y el solo ver los rostros preocupados de todos, me dieron la determinación suficiente como para actuar.

Les ordene que lo pudieran en el sofá después fui por unas telas y desinfectantes, anestésicos y una palita de madera. Volví lo más rápido que pude y le di la pala para que mordiera, le tuve que cortar el pantalón para así no obligarlo a hacer movimientos bruscos y desinfecté mis manos, tomé una de las telas empapadas y me las arreglé para sacar la bala de su pierna, un segundo después ya me encontraba ejerciendo presión sobre la herida y le pedí a cualquiera hilo y aguja, Fred corrió por ellos y no tardó mucho en traérmelos.

Ya que la hemorragia se había detenido, limpié la sangre al rededor y comencé a coser su herida con sumo cuidado.

— ¿Qué fue lo que sucedió? — pregunté mientras limpiaba de nuevo la herida ya cerrada.
— Mientras corríamos para distraerlos, uno de los hombres comenzó con los balazos y me logró disparar — contestó Louis —. De no haber sido por Moran, seguro nos mataban a Fred y a mi.

Torcí la boca y fruncí el ceño antes de irme del lugar y encerrarme en cualquier habitación. Me deje deslizar por la puerta y mire al techo en busca de respuestas y como un tren me golpearon abriéndome los ojos a la fuerza. Apreté mis labios y tomé una hoja y pluma para poder escribir todo aquello que haríamos a continuación para terminar de una vez por todas con Wallstrock y compañía.

Baje rápidamente y puse la hoja en la mesa de centro de un golpe. Todos me vieron extraño y yo inflé mi pecho antes de hablar.

— Sé cómo eliminarlos — dije orgullosa.
— Somos todo oídos, T/N — dijo William.
— Debo ser la villana — fue lo primero que dije.

Todas las miradas se posaron en mi, interesadas por saber qué era lo que mi alocada cabeza planeaba.

Era un plan alocado y arriesgado que pondría a prueba todo lo que era importante para mi, pero si funcionaba valdría la pena totalmente.

Todos accedieron a cumplir su parte en el plan y tras eso William me dio una habitación para quedarme.

Cerró la puerta sin haber salido antes y se me quedó viendo detenidamente.

— ¿Estás segura? — preguntó.
— Por supuesto que no, pero es lo que debo hacer — dije con firmeza.
— Tienes una semana, aprovechala — dijo antes de salir finalmente.

Si había alguien que sabía sobre lo que pensaba hacer era él. Era un gran sacrificio. Aún así, estaba dispuesta a realizarlo con tal de proteger a quienes amaba.

Al día siguiente, me desperté temprano, mucho antes que todos, incluso que Louis, así que fui yo quien hizo el desayuno, huevos revueltos con pan caliente y jugo de naranja, igual piqué algo de fruta. Serví en la mesa todo y esperé a que estuvieran listos mientras leía un poco de Shakespeare en la sala.

Cuando bajaron, todos se vieron sorprendidos y yo sonreí con dulzura.

— Considerenlo un agradecimiento — dije con una radiante sonrisa.

Todos nos sentamos a desayunar y estuvimos en silencio hasta que Moran decidió hablar.

— William, Louis y Albert nos han contado de ti, pero aún nos quedan huecos, ¿te molesta si te hago unas cuantas preguntas? — pregunto educadamente.

Asentí con la cabeza y él suspiró mientras pensaba en qué preguntar.

— ¿Cuántos años tienes? — preguntó.
— Veintidós — contesté con cordialidad.
— ¿Quién te cuidó tras la muerte de tus padres? — preguntó curioso.
— Mi abuelo, vive en las afueras — contesté son simpleza.
— ¿Tienes hermanos?
— Dos, pero están en un internado en Francia — contesté y todos se mostraron sorprendidos.
— Eso no lo sabíamos — dijo William.
— Apenas los conozco — me justifiqué.
— ¿Tienes amigos? — preguntó interesado.
— Uno — contesté.

Así siguió con varia soreguntas, algunas superficiales y otras más personales. El resto en la mesa se unieron al interrogatorio y yo comencé a devolver algunas preguntas. Parecíamos una gran familia todos juntos, riendo y charlando. No pude evitar sentir una enorme calidez creciente en mi pecho y desear que ese momento durara para siempre.

Amor Criminal (Edición) || Sherlock Holmes x T/NDonde viven las historias. Descúbrelo ahora