🌼🌼Capítulo 17🌼🌼

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Regresó a casa, dobló con cuidado la bufanda del doctor y la puso en una bolsa. Se sentó en el sofá durante mucho tiempo, sin pensar en nada, hasta que sintió un poco de frío.

Se sentía gélido cuando no estaba su pareja en la casa a pesar de la alta temperatura controlada por el aire acondicionado. Gulf se cubrió fuerte con la colcha y pronto se durmió.

Sin embargo, repentinamente se despertó en medio de la noche con un sobresalto y vio que la lámpara del techo aún brillaba intensa en el dormitorio, mientras que afuera todavía estaba muy oscuro. Miró la hora y se dio cuenta de que solo había dormido menos de treinta minutos. Pero ahora no podía volver a hacerlo, se sentía mucho más miserable cuando estaba despierto y realmente no pudo evitar querer escuchar la voz de Mew.

Eran alrededor de las 5:00 pm en Francia, así qué tal vez no lo molestaría, siendo muy paciente, marcó los números uno por uno con el dedo. Aunque el número de Mew ya estaba agregado a sus contactos, a su parecer escribir todos los dígitos parecía mucho más real y sincero.

El teléfono sonó varias veces. El hombre respondió en voz baja, aparentemente un poco gentil — ¿Recién te acordaste de llamarme?

Sosteniendo el teléfono, se quedó en silencio durante unos segundos. Al principio solía llamar al castaño muy a menudo, pero ahora no tenía el dinero suficiente como para pagar el saldo del teléfono. Ese momento fue el más feliz qué pasó en todo el día, converso con su esposo de su empresa con preocupación, a pesar de que no tenían nada serio de qué hablar. Antes los dos podían verse cada noche y a pesar de ello sentían que el tiempo pasaba demasiado rápido. Luego todo cambió.  No tenían nada que decir y, a menudo, se quedaban atrapados en el resentimiento y el mal humor sin motivo. Si uno ignoraba al otro, no se hablaban. Ahora se había vuelto normal que no se llamarán durante medio mes.

Te extraño — Gulf no pudo reprimir más su tristeza y dijo sin dudarlo. Los pocos segundos que pasaron se sintieron como años.

Mew se sorprendió. Había pasado mucho tiempo desde que escuchó al pelinegro decir eso. Además, pudo oír un pequeño gemido detrás de aquellas palabras. Sentía que lo que acababa de pasar era cierto, pero también lo sintió como una ilusión.

Yo también te extraño. Estos últimos días han sido muy ajetreados y tenía miedo de interrumpir tu descanso. Trataré de apresurarme lo más que pueda para regresar y estar contigo — Dijo en voz baja, sintiéndose verdaderamente culpable.

Gulf no era estúpido.

Cualquier excusa espléndida era solo para ocultar el hecho de que a  Mew no le importaba. No hubo ningún mensaje. El hombre estaba en Francia, un país romántico, lejos de él, con un niño que le gustaba. Podía imaginar lo feliz que se encontraba el castaño ahora, era tan normal para él disfrutar mucho, olvidarlo y no volver a casa. Mientras que Gulf, se torturaba así mismo toda la oscura noche.

Apretó los labios ligeramente y ahogando la respuesta en su garganta.

Estaba pensando que decir, pero escuchó otra voz débil en el teléfono.

Amor, ¿Cómo es que aún no terminas tu llamada? La comida se va a enfriar.

Era una voz clara hablando en un tono mimado, el chico al otro lado del teléfono parecía impaciente.

El rostro del ojicafé se puso pálido, e infirió que Mew había malcriado mucho a ese chico. Él nunca lo había interrumpido cuando hablaba por teléfono, ni una sola vez.

De repente todo se volvió silencioso, y no hubo ningún ruido.

Trató de estabilizar su tono, ya que no estaba tratando de hacer sentir mal al castaño — Ahora hace mucho frío en Londres. Llámame cuando regreses, te recogeré del aeropuerto y te prepararé una sopa de rábano con carne.

— Oh, cariño, te amo demasiado.

— Sonrió y bostezó — Esta bien, estas ocupado y yo con sueño. Buenas noches.

El mayor le deseo lo mismo con voz suave.

Tuvo una noche de insomnio y su corazón se encontraba herido como si lo hubieran cortado con un cuchillo sin filo. Después de la medianoche, Gulf deambuló por la casa sin rumbo fijo, sin saber lo que estaba buscando. Finalmente, se cansó y se sentó en el frío piso de la sala de estar, llorando como un niño que había perdido el mundo entero. Se mordió los labios y sus delgados hombros comenzaron a temblar. Lloro y se pegó la almohadilla térmica en el pecho, tenía la esperanza de que si la colocaba en ese lugar, su corazón no se congelaría.

Se quedó dormido hasta la madrugada y cuando su fiebre empeoró, perdió el conocimiento.

Es ahí donde vino la retribución. Había dejado a sus padres, abandonó todos sus sueños, lo perdió todo y se enamoró de alguien a quien no debió de amar. Se sentía tan miserable.

Escuchó el sonido del teléfono y al estar algo aturdido se tomó un tiempo antes de contestar.

Mew, me duele muchísimo — Los ojos de Gulf se habían enrojecido por la fiebre y tragando con dificultad el amargo sabor del nudo que se estancaba en su garganta, intentó no llorar — No dejes de quererme, yo me porto bien.

— Las lágrimas comenzaron a brotar sin permiso desde sus bellos fanales, llenando el café de sus ojos con el agua en forma de cascada. Intento secarlos con las mangas del pijama que llevaba puesta, sin embargo, era algo en vano porque estás continuaban descendiendo hasta llegar a su barbilla. Su corazón se encogía dentro de él volviéndose diminuto, recordando aquellos momentos que pasó con Mew. Pensando en su sonrisa, aquella que una vez fue dirigida únicamente para él — ¿Cómo pudiste engañarme?

— ¡Gulf! ¡Gulf escúchame, soy yo! ¿Qué tienes?

Era la voz del doctor Vachirawit y aunque su mente no estaba tan clara en ese punto, su subconsciente confiaba en que la voz reproducida era la de Bright, quiso escribir su dirección pero las manos le temblaban debajo de la tela sobrante que las cubría, así que solo la mencionó y luego se quedó dormido.

El médico llegó a la casa del pelinegro con un cerrajero. Cuando esté abrió la puerta, Gulf todavía no se había despertado, encontró al delgado chico acurrucado en una esquina por el frío, con el ceño fruncido y rastros de lágrimas en su pálido rostro. Bright descubrió que su llamada no había sido colgada. Se inclinó y levantó al hombre en sus brazos, era tan ligero como una pluma. Sintió como la suave mejilla del menor se frotó contra su pecho y la fiebre alta que este poseía, derritió su corazón.

Es en ese momento cuando lo entendió, él definitivamente se había enamorado de Gulf.

Los Diez Años En Los Que Más Te Ame (adaptación al Mewgulf)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora