Capítulo 12

79 10 2
                                    

Normalmente Hangeng se hubiera sentido complacido con la llegada de Lord y Lady St. Eunji Vincent a Stony Cross Park. Sin embargo, no anhelaba la perspectiva de tener que informar a St. Yunho Vincent sobre su decisión de abandonar el club. A St. Yunho Vincent no le iba a gustar. No solo tendría dificultad para encontrar a un gerente que lo reemplazara, sino que el vizconde no entendería su deseo de vivir como un roma. St. Yunho Vincent se caracterizaba por ser un devoto abogado del buen vivir.

Muchas personas le temían, poseía una forma letal de hacer uso de las palabras y una naturaleza calculadora, pero Hangeng no era uno de ellos. De hecho, había desafiado al vizconde en más de una ocasión, ambos habían discutido con una viciosa elocuencia que podría haber hecho trizas a cualquier otro.

Los St. Yunho Vincents llegaron con su hija Yuri, una niña de cabello rojo con un alarmante y voluble temperamento. En un momento la niña era plácida y adorable. Y en el siguiente, era un engendro del demonio que solo se tranquilizaba con el sonido de la voz de su padre.

—Ya está, querida. —St. Yunho Yunho Vincent era conocido por arrullar a la niña en la oreja— ¿Alguien te ha molestado? ¿Te han ignorado? Oh, que insolencia. Mi pobre princesa tendrá lo que desea... —Y, aplacada por los atroces mimos de su padre, Yuri no hacía más que sonreír entre hipos.

La niña fue correctamente admirada y paseada por el salón. Eunji y Bo Ah charlaban sin parar, abrazándose frecuentemente y entrelazando los brazos como las viejas amigas que eran.

Después de un rato, Hangeng, St. Yunho Vincent y Lord Kangta Westcliff se retiraron a la terraza del patio, donde la brisa de la tarde difuminaba los olores del río, del pasto verde y de las flores del pantano. Los graznidos de los gansos salvajes interrumpían la paz otoñal de Hampshire, junto con el mugir del ganado que caminaba a lo largo del sendero del prado seco.

Los varones estaban sentados en una mesa en el exterior. Hangeng detestaba el sabor del tabaco, por lo que ondeó en su mano en un gesto de rechazo cuando Yunho Vincent le ofreció un cigarro.

Bajo la mirada interesada de Kangta, Hangeng y Yunho discutían el progreso de las renovaciones del club. No teniendo ya ninguna razón para evadir el problema, Hangeng comentó su decisión de abandonar el club cuando la reforma se hubiera completado.

—¿Vas a dejarme? —le preguntó Yunho, pareciendo un poco perturbado—. ¿Durante cuánto tiempo?

—En realidad, creo que para siempre.

Cuando Yunho absorbió la información, sus ojos se entrecerraron.

—¿Qué harás para ganar dinero?

Relajado ante la cara de disgusto de su patrón, Hangeng se encogió de hombros.

—Tengo más dinero del que cualquiera puede gastar en una vida.

El vizconde miró hacia el cielo.

—Cualquiera que diga tal cosa obviamente no conoce los lugares correctos a los que ir de compras —suspiró brevemente—. Entonces. Si he entendido correctamente: ¿tienes intención de evitar la civilización totalmente y vivir como un salvaje?

—No, pienso vivir como un Roma. Hay mucha diferencia.

—Hangeng Hangeng, eres un soltero joven y adinerado con todas las ventajas de la vida moderna. Si estás aburrido, haz lo que hacen todos los hombres que tienen dinero.

Hangeng alzó las cejas.

—Y eso sería...

—¡Jugar! ¡Beber! ¡Comprar un caballo! ¡Buscarte una amante! Por Dios, ten un poco de imaginación. ¿No puedes pensar en otra opción aparte de tirar todo por la borda y vivir como un primitivo, incomodándome en el proceso? ¿Cómo diablos voy a reemplazarte?

Mío a medianoche *HanChul*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora