La mañana después de la visita de Heechul, Hangeng acudió al estudio privado de Kangta, deteniéndose ante la puerta abierta.
—Milord.
Ocultó una sonrisa cuando divisó la cabeza de porcelana de una muñeca bajo el escritorio de caoba, colocada en posición de sentada contra de una de las patas, y los restos de lo que parecía ser una torta de miel. Sabiendo de la adoración que el conde sentía por su hija, Hangeng supuso que le resultaba imposible defenderse contra las invasiones de Yoona.
Levantando la vista del escritorio, Kangta hizo un gesto para que Hangeng entrase.
—¿Es la tribu de Brishen? —preguntó directamente.
Hangeng tomó la silla que le indicaba.
—No. Está liderada por un hombre llamado Yixing. Vieron las marcas en los árboles.
Esa mañana, uno de los arrendatarios de Kangta Westcliff había informado de que un campamento gitano se había establecido junto al río. A diferencia de otros hacendados en Hampshire, Kangta Westcliff toleraba la presencia de gitanos en su hacienda, con tal de que no cometieran fechorías y no se quedaran más tiempo de lo aconsejado.
En ocasiones anteriores el conde había enviado comida y vino a los romas. A cambio, ellos tallaban marcas en los árboles junto al río para indicar que éste era territorio amigo. Normalmente se quedaban sólo algunos días, y se iban sin causar daños en la hacienda.
Al saber del campamento gitano, Hangeng se había ofrecido voluntario para pasarse a hablar con los recién llegados e indagar sobre sus planes. Kangta Westcliff estuvo de acuerdo de inmediato, aprovechando la oportunidad de enviar un intermediario que hablaba la lengua romany.
Había sido una visita agradable. La tribu era pequeña, su líder era un hombre afable que había asegurado a Hangeng que no crearían problemas.
—Tienen intención de quedarse una semana, nada más —dijo Hangeng a Kangta.
—Bien.
La pronta respuesta del conde provocó la sonrisa de Hangeng.
—No te gustan las visitas de los gitanos.
—No es algo que espere con ilusión —admitió Kangta—. Su presencia pone nerviosos a los aldeanos y a mis arrendatarios.
—Pero les permites quedarse. ¿Por qué?
—Por una parte, la proximidad facilita el saber qué están haciendo. Por otra... —Kangta hizo una pausa, pareciendo escoger sus palabras con inusual cautela—. Muchos ven a los gitanos como bandas de vagabundos y nómadas, y en el peor de los casos, mendigos y ladrones. Pero otros reconocen que poseen su propia cultura. Si uno está de acuerdo con este último punto de vista, no se les puede castigar por vivir en la naturaleza.
Hangeng alzó las cejas, impresionado. Era raro que alguien, y menos un noble, tratara a los gitanos con justicia.
—¿Y tú estás de acuerdo con lo último?
—Tiendo a estarlo —Kangta sonrió torcidamente mientras añadía— pero al mismo tiempo reconozco que los habitantes de la naturaleza pueden ser, en ocasiones, algo ligeros de manos.
Hangeng sonrió.
—El gitano cree que nadie posee la tierra o la vida que contiene. Técnicamente, uno no puede robar algo que pertenece a todos.
—Mis arrendatarios tienden a disentir —dijo Kangta con sequedad.
Hangeng se reclinó, apoyando una mano sobre el brazo de la silla. Sus anillos de oro brillaron contra la suntuosa caoba.
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Mío a medianoche *HanChul*
FanfictionLibro 1 Resubiendo Cuando una inesperada herencia eleva a su familia a la categoría de la aristocracia, Heechul descubre que atender a sus hermanos menores y a su rebelde hermano era fácil, comparado a conducirse por las complejidades de la Alta So...