Capítulo 2 - Bajo la lluvia.

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— ¿A dónde me llevas? —cuestioné.

— Ya verás —respondió simplemente Jungkook, me cruce de brazos aun caminando.

— Con esta venda, mucho no veré la verdad —bromee.

Me hizo dar varias vueltas en el mismo lugar, me tambalee un poco y reí.

— Quitaré la venda, pero aun no abras los ojos —me advirtió, asentí.

Sus manos fueron a mi nuca y me dio un escalofrío, lentamente desató la venda y mis ojos dejaron de estar aprisionados, sonreí por unos instantes.

Sentí que se alejo de mi lado, mis cinco sentidos estaban completamente alertas. El viento me hizo abrazarme a mi misma, Jungkook tal parece lo noto y me arropó con su chaqueta.

— Ya puedes abrir los ojos —me susurro lentamente, y así lo hice.

Frente a mi había un picnic con todo tipo de comidas, desde gomitas; hasta hamburguesas, también había rosas y algunas velas.

— Es... Hermoso.

— Lo sé, eres hermosa —murmuro mirándome, negó reiteradas veces—. Q-Quiero decir, sí. E-Es hermoso el lugar.

Procedió a indicarme donde debía sentarme, él se sentó a un lado, un poco alejado, queriendo respetar mi espacio. Negué divertida y me acerqué.

— Todo esto es muy lindo, Jungkookie —afirmé llevándome una fresa a la boca.

— No tanto como tú —junto valor para decirme.

Estuvimos charlando durante varias horas, hasta que el reloj marcó las 23:00.

— Es bastante tarde, si no volvemos a casa es muy probable que los chicos no quieran abrirnos la puerta —hablé, Jungkook asintió en respuesta.

Juntamos todo, incluso la poca comida que había quedado y nos dispusimos a caminar de vuelta a casa.

En el momento en el que una pequeña gota cayó sobre mi nariz, supe que íbamos a terminar muy mojados. Al unísono nos miramos con Jungkook y echamos a correr.

— ¡Mi chaqueta nueva se está mojando! —gritó, reí por lo bajo.

En la lejanía vi que sobresalía el techo de un local, supuse que sería buena idea parar allí hasta que acabe de llover.

— ¡Vamos allá! —señalé el lugar y juntos corrimos hacia el. Me senté bajo el pequeño techo, me quite la chaqueta de Jungkook, junto con mis zapatillas las cuales estaban empapadas y no pude evitar estornudar.

— Me parece que alguien se va a enfermar —expresó mi acompañante, copiando mi acción de quitarse sus botas—. Falta poco para llegar a casa, allí te darás un baño con agua caliente y estarás como nueva.

— ¿Usted me cuidará, señor Jeon? —bromee estrujando mis medias, para volver a ponérmelas pues la lluvia parecía no querer detenerse y era cada vez peor.

— Por supuesto, señorita —me contesto—. Me parece que es mejor irnos a casa antes de que sea mucho peor, ¿no te parece? —sonreí.

Cuando estuvimos nuevamente con el calzado puesto, volvimos a nuestras corridas. El viento amenazaba con tumbarme de vez en cuando, pero por suerte lograba estabilizarme todas las veces, Jungkook salto una zanja y me animo a hacer lo mismo, negué.

— ¡Vamos, no es tan lejos! —dijo, volví a negar.

— ¡Me caeré! —volvió a saltar para posicionarse a mi lado.

— ¿Confías en mí? —asentí, se agacho un poco—. Sube en mi espalda —algo dudosa lo hice y cerré fuertemente mis ojos, sentí cuando caímos del otro lado.

— ¿No caímos? —pregunté aun con los ojos cerrados, Jungkook rió y siguió corriendo aun cargándome en su espalda.

Había una baldosa algo resbalosa por lo cual ambos caímos en un gran charco de agua, no pude evitar reírme ante la situación. Ver a Jungkook empapado y lleno de lodo, de pies a cabeza me pareció lo más tierno del mundo, se cruzo de brazos y volví a reír.

— ¿Qué es lo que te da tanta gracia? —me preguntó divertido.

— De tanto lodo que tienes, no se nota ninguno de tus tatuajes —logré decir y estallé nuevamente en una sonora carcajada.

— A ti no se te ve la nariz, pareces Voldemort —está vez rió él, negué aun sonriendo.

La lluvia aún caía sobre nosotros, pero lo único que nos importaba era estar juntos, bajo la lluvia. Aunque probablemente ambos termináramos enfermos y siendo cuidados por Seokjin, quien se quejaría por nuestra irresponsabilidad.

— Seguramente Namjoon debe estar odiándonos, pues Seokjin debe estar esperándonos en la puerta de entrada —murmuró el castaño.

— Eso es más que seguro —reí levemente.

A lo lejos divise a Jimin junto a Hoseok, ambos empapados al igual que nosotros. Les saludé desde lejos mientras nos íbamos acercando cada vez más. Parecían tener un gran paquete entre sus manos.

— ¿Qué traen allí? —cuestioné curiosa.

— Otra parte de la sorpresa, aunque la lluvia lo arruinó —explicó Hobi con media sonrisa.

— Si hubieran vuelto a las 21:00, como Jungkook nos dijo esto no estaría pasando —se cruzó de brazos Jimin, le abracé para que se calmará y Jungkook carraspeo.

Me tomó del hombro y me acerco a él, celoso. Le mire divertida, los chicos me extendieron el regalo, la lluvia estaba comenzando a disminuir cada vez más, por lo que ya casi no caían gotas sobre nosotros.

— Espero que te guste, princesa —susurro detrás mío, con sumo cuidado abrí la caja y allí lo vi—. Le he puesto Kookie, para que te acuerdes de mí cada que lo veas —me explicó.

— Es hermoso —dejé la caja en el suelo y lo alcé, era un pequeño perrito, blanco con algunas manchas negras, parecía una pequeña vaquita, lo acerqué a mí y me lambió—. Gracias —busque a Jungkook con la mirada y le sonreí—. ¿Cómo has dicho que se llama?

— Kookie.

— Pues, bienvenido a mi vida, Kookie —lo abracé.

Pequeña Sun IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora