Lady Dimitrescu

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Luego del encuentro con Heisenberg me quede pensativa, no sabía si este tipo era de fiar pero igual me daba curiosidad saber que habían en el castillo y porqué me dijo que ahí podría encontrar respuestas, pero bueno, tenía mucho tiempo hasta que llegase la hora que me había dicho, mientras tanto decidí ir explorar el pueblo. Decidí que de primeras iba a buscar una plaza principal, todos los pueblos tenían una plaza principal donde había mucha gente reunida y hasta podrías encontrar puestos para comprar algo. Cuando llegué a la plaza principal del pueblo si que encontré a mucha gente, la gente cantaba y bailaba y me parecía raro pues ahí mismo habían casas destruidas y pensé que la gente estaría más aterrada, eso fue lo que pensé hasta que se empezó a hacerse de noche, poco a poco veía como la gente se iba, cada vez más rápido y me iba quedando sola, me agobié, "todo el mundo tenía una casa, un sitio a donde esconderse, excepto yo" pensé, pero de repente me sentí tranquila, de repente todo el agobio que tenía se había ido, solo quedaban unas cuantas personas en la plaza y aún quedaban un buen rato para el crepúsculo así que decidí sacar mi violín tocar un poco. Vi como algunas de las personas que ya se habían metido en sus casas abrían las ventanas para verme, era un ambiente tranquilo excepto por algo, una sensación rara, de que alguien me miraba, que algo más imponente que yo me estaba mirando desde lo alto, me observaba y me juzgaba. Estuve un rato más tocando cuando de repente sonaron unas campanas y escuché como alguien gritaba para todo el pueblo:

-Empieza el crepúsculo, todos los que aún están fuera de sus casas escóndanse y preparen sus armas, no podéis bajar la guardia.

En ese momento guardé rápidamente mi violín en su casa y fui donde la puerta del castillo que por suerte ya había visto antes al pasar para ir a la plaza principal del pueblo. Era una puerta de piedra que estaba un poco más arriba de la plaza principal, estaba entreabierta y cualquiera podía pasar, así que entré, fui caminando a paso rápido, y poco a poco veía como las paredes de la enorme entrada del castillo se erguían cada vez más sobre mí. 

Empecé a escuchar ruidos fuertes, rugidos, gritos y algún que otro disparo, en ese momento me tensé, no sabía cuanto tardaría en llegar a un sitio cubierto y mínimamente seguro, así que acelere el paso, estaba casi corriendo hasta que vi una enorme puerta de madera, fácilmente mediría unos tres metros o más, decidí investigar un poco porque no veía ningún pomo ni nada con que pudiese abrir la puerta, tan solo veía a dos enormes aros de hierro que colgaban de la parte baja de la puerta, cogí uno de ellos y lo utilicé para tocar la puerta, decidí usar las dos manos pues el aro pesaba un poco y yo tenía pensado aplastarme los dedos. Toqué tres veces la puerta pero no obtuve respuesta de ninguna parte, entonces de repente escuché un rugido detrás de mi y al girarme vi como había una especie de hombre lobo a unos cuantos metros de distancia de mi, saqué a pistola de mi pierna y disparé hacia el muro a su lado, la pistola estaba cargada, por un lado había hecho esto para saber si realmente estaba cargada pero por otro lo había hecho para ver si lo podía ahuyentar con el sonido. El hombre lobo seguía moviéndose hacia mi y yo retrocedí hasta quedarme pegada a la puerta, él no dejaba de acercarse entonces decidí disparar a su pierna para intentar hacer que por lo menos dejara de caminar, pero no fue así, se tambaleó un poco pero se incorporó en seguida y siguió caminando al mismo ritmo de antes, le disparé dos veces en el pecho, había conseguido hacer que se tumbara pero se levantó y siguió caminando en mi dirección, desistí de intentar dispararle y empecé a tocar la puerta con desesperación, cada vez estaba más cerca y no sabía que hacer, estaba acorralada y ya no tenía a donde correr hasta que sentí como me caía hacía dentro del edificio, ¡me habían abierto la puerta!, pero perdí el equilibrio y nada más entré me caí de frente dentro de la sala, lo que me salvó de tener la cara estampada contra el suelo fue que reaccioné antes de caerme y me apoyé con la palma de mis manos. Segundos después escuché como la puerta de madera se cerraba detrás mía así que decidí levantar la mirada y debo admitir que me puse algo nerviosa, tenía a unas cuantas personas mirándome pero muy cerca de mi, casi pegada a mi cara había una muñeca de una novia, me miraba fijamente, pensé que tan solo era una muñeca vieja que estaba ahí, eso creía hasta que empezó a hablar.

La joven emperatrizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora