Heisenberg, cuéntame qué pasa.

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Hacía ya unas cuantas horas que Ethan de había ido, yo me había ido a preparar para ir otra vez a la fábrica de Heisenberg pero aún estaba en duda si debería ir ya.

-¿Por qué tan exaltada?- me preguntó Alcina.

-Es que no se si debería bajar a la fábrica de Heisenberg ya o esperar un poco más- dije con tono de preocupación.

-Podría ir ya, igualmente no va a pasar nada si llegas un poco antes- me contestó Bella.

-¿Estás segura?- pregunté.

-Yo creo que la mejor idea es que bajes ya- contestó Daniela mientras bebía un sorbo de vino.

-De acuerdo, bajaré entonces- dije.

-Ten cuidado si? Cualquier cosa vuelve en seguida- me dijo Alcina.

-Claro- contesté y salí por la puerta del comedor.

Bajé las escaleras principales del castillo y me dispuse a ir a la salida trasera de este. Salí y me dirigí al altar donde se juntaban todas las puertas de los jerarcas . Las miré todas, estaba nerviosa y ni sabía el porque. Me dirigí a la puerta con el emblema del caballo y la abrí, bajé toda la colina hasta las ruinas que estaban entre la fábrica y el pueblo, me puse alerta, aunque Heisenberg hace poco había dado órdenes a los Lycans de no atacarme, no me fiaba del todo en su lealtad hacia el Lord.

Tardé más que la última vez en llegar al centro de las ruinas y cuando me dispuse a ir a la puerta principal de metal me topé con que estaba cerrada.

De pronto empecé a escuchar voces, más bien quejidos humanos y gruñidos de Lycans, me giré, nada, no había nada. Segundos después lo mismo, quejidos, gruñidos, explosiones y disparos. Me dolía la cabeza y me costaba pensar, me dirigí a una de las columnas y me apoyé en esta, la cabeza me daba vueltas y empezaba a ver borroso, como si el ambiente donde estaba de se estuviese deshaciendo. De pronto todo se volvió oscuro.

Tuve un sueño, de Madre Miranda hablando con una mujer, no podía entender de qué hablaban, lo único que alcancé a escuchar fue: "será mía y tu marido también", y de repente vi como la mujer se desmayaba y Madre Miranda cogía su apariencia.

Me desperté aturdida, miré al cielo, no había pasado mucho tiempo, aún podía seguir sin preocupar a nadie. Me incorporé, intenté pensar en el sueño que tuve pero me dolía la cabeza al hacerlo.

Decidí investigar cómo podría abrir la puerta, subí las viejas escaleras de piedra de las ruinas y me di cuenta que había una palanca al otro lado la cual tenía un sistema de relojería que le permitía tener un pequeño temporizador. No me daría tiempo para bajar por las escaleras que vine y pasar la puerta, tendría que saltar desde donde estaba lo bueno es que la caída no era demasiado alta.

Tiré de la palanca y me dispuse a bajar desde donde estaba. Me costó un poco pero logré cruzar la puerta estando ilesa. Una vez cruzada seguí caminando hasta que encontré una especie de pazadizo donde indicaba que la fábrica de Heisemberg estaba allí, pero había un camino más y quise echar un vistazo. Cuando llegué vi una pequeña casa elevada la cual estaba dentro del lago, crucé el lago para poder llegar a la puerta de esta.

Escuchaba muchos ruidos, fuertes ruidos, como si de un gigante de tratase. Busqué la puerta al otro lado del río y no me supuso esfuerzo pero si me costó entrar, cuanto más cerca estaba de la casa más fuerte eran los ruidos.

Reuní fuerzas y entré, había un pequeño pasillo con una ventana y otra puerta, me dirigí a esta, dudé un poco pero abrí el pomo de esta y me asomé. Casi entro en shock al ver que era lo que hacía tanto ruido. Había una especie de Lycan, mucho más grande, más o menos del porte de Uliass con un hacha enorme el cual estaba cortando trozos de cuerpos humanos.

Decidí largarme de ahí cuando me di cuenta de que este ser estaba sintiendo mi presencia en su recinto.

Crucé el río y me dirigí una vez más al camino del pazadizo para la fábrica de Heisemberg. No tardé mucho en llegar. Crucé el pazadizo, y me dirigí a los puentes.

Una vez en la puerta de la casa de Heisemberg toqué el botón para llamar y no tardé mucho en escuchar una voz familiar.

- Veo que me has hecho caso y has venido hasta aquí, buena chica- dijo Heisemberg con su famoso tono de chulito.

- Si, vine así que ábreme la puerta y explícame de que va todo esto- dije.

- Como desees- dijo.

Vi como la puerta principal se abría para dejarme paso. Entré. Caminé un largo rato hasta llegar a los aposentos de Heisemberg o más bien su escritorio, por suerte no me había perdido.

Una vez ahí me topé con que Heisemberg no estaba, me senté y decidí esperarlo pero no sin antes cotillear un mural que tenía con fotos y apuntes. Vi fotos de todos los jerarcas, de madre Miranda, de Ethan, de la mujer de mi sueño y de un bebé, também vi fotos mías y varios apuntes como "Realidad fallida", "dimensión no encontrada", y muchas más por el estilo.

-¿Qué demonios?- pensé en voz alta.

-¿Te parece interesante?- dijo una voz familiar detrás de mí.

Me giré para toparme con el cuarto jerarca. Heisemberg estaba frente a mí mirándome fijamente con sus ojos verdes y un semblante serio.

- Heisemberg, ¿Qué diablos es todo esto?- pregunté.

- Será mejor que te sientes- dijo mientras cogía una silla y me la dejaba- es una larga historia.

Me senté y este se sentó en su silla, cogió un puro le cortó la punta y lo encendió, enseguida se lo llevó a la boca.

-¿Por dónde empiezo?- dijo.

-Por el principio- contesté.

-¿Cuál principio?¿El tuyo?¿El de Ethan?¿El de tu madre?¿O el mío?- preguntó.

-El principio de todo- contesté enervada.

-De acuerdo- dijo- Érase una vez...- empezó.

- Heisemberg, no estoy para bromas- dije.

- Lo siento, tan solo no se cómo empezar- dijo- bueno, te empezaré contando la historia de Ethan.

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Hola a todos, cuánto tiempo, hace mucho que no subía un capítulo pues estuve bastante ocupada con los asuntos de los exámenes finales, prepararme para la Evau y meterme en alguna facultad, encima se me junto con problemas familiares y muchooos ataques de ansiedad, pero ya estoy bien 🥰 aquí traigo un capítulo más, espero que os guste. Un abrazo y que tengáis un buen día.

Firma Yuuki ❤️

La joven emperatrizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora