Alguien más como yo

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Tuve un sueño extraño esta noche, soñé con varias personas, algunas de ellas eran los que ya había conocido, Lady Dimitrescu, sus hijas, Heisenberg, la chica y la muñeca, el señor jorobado y la señora de las alas negras. Todos los demás mencionados sin ser esta señora se arrodillaban ante ella, la llamaban "Madre Miranda".

Repentinamente el escenario de mi sueño cambió, cambió de que todos estuviesen tranquilos hablando a que Madre Miranda cogiese un bebé y se escondiese, luego de eso apareció un  señor, tenía el pelo rubio y unos ojos azules grisáceos y este corría detrás de Miranda llamando por su bebé. Vi cómo el escenario cambiaba de nuevo y todo estaba en llamas, vi cómo el señor rubio mataba a todos los que había conocido en aquel salón y no entendía bien porque lo hacía tan solo pensé que me parecía injusto, muy injusto.

Me desperté algo agitada, agobia y sin aire, pensé que todo lo que había soñado estaba pasando así que decidí levantarme.

-¿Adónde vas pequeña?- escuche la voz grave de Lady Dimitrescu.

Estaba sentada a mi lado leyendo un libro mientras se bebía una copa de vino.

-Eh...a ninguna parte, tan solo tuve...un sueño extraño- dije.

-¿Qué clase de sueño?- preguntó ella.

-Lo siento pero ¿después de lo que me hicisteis aún te preocupas por mí?- pregunté mirándola a los ojos.

Ella me miró directamente dejando su libro y su copa de vino en una mesita que estaba al lado de mi cama.

-Primero, lo de ayer ya te lo expliqué, es tan solo nuestro pagamento por recibirte en nuestra casa, si no estás de acuerdo puedes irte pero creo que este es el sitio más seguro que vas a encontrar en este pueblo, y segundo, a mi no me pareció ver que te desagradase lo que te hice ayer, más bien, creo que hasta lo disfrutaste- dijo ella sonriendo sarcásticamente. 

Me puse roja como un tomate y desvié la mirada, no podía creer que se había dado cuenta de la reacción que había tenido mi cuerpo en ese momento.

Sentí cómo se acercaba a la cama y se sentaba en el borde de esta, me cogió de la barbilla con sus grandes manos y me giró hacia ella levantándome un poco el mentón.

-Y respondiendo a tú pregunta, si, me preocupo por ti a pesar de que no te conozca mucho- dijo ella.

Me puse más roja e intenté desviar la mirada otra vez pero no pude, Dimitrescu me agarró más fuerte del mentón y me acercó hacia ella, no entendí muy bien que pretendía hacer hasta que vi que estaba muy cerca de su cara, tan cerca que podía sentir su respiración, sus labios estaban muy cerca de los míos, estaba cautivada por el momento, no me sentía mal por estar a punto de besar a alguien que apenas conocía, no se porque pero me sentía bien.

De repente alguien entró en la habitación interrumpiendo este momento, eran Bella, Casandra y Daniela.

-Vaaaya lo siento, parece que interrumpimos algo- dijo Bella sonriendo.

Dimitrescu se giró hacia ellas algo molesta.

-Decirme hijas, ¿Qué os trae por aquí?- peguntó Lady Dimitrescu.

-Sólo veníamos a llamaros para la comida, madre- contestó Casandra.

-De acuerdo, bajemos, arréglate pequeña, te dejamos esto para que te vistas- dijo Dimitrescu levantándose e yendo con sus hijas hasta la puerta- Te esperamos para comer, no tardes en bajar.

Mientras se iban por la puerta yo miré a lo que ella había dicho que había dejado para mí, era un vestido y unas joyas. El vestido era un vestido de color rojo oscuro, iba un poco a juego con mi color de pelo aunque este era mucho más rojo y oscuro, era largo me llegaba hasta los pies, las mangas también eran largas, tenía una capucha que me podía cubrir hasta la nariz pero no me la puse y por último este tenía una apertura en v que me hacía un pequeño escote. La joya de que habían dejado era un collar y una gargantilla igual a las de las hijas Dimitrescu.

La joven emperatrizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora