Esta historia está siendo resubida pero no corregida, lamento mucho los errores en la misma, me apena compartirla de esta manera pero no tengo el tiempo para su edición en estos momentos.
Compartiendo la vergüenza de mis trabajos de novata les pido que disfruten su lectura... Gracias.•~•~•~
Era una mañana tranquila en la mansión Phantomhive alejada de la bella ciudad de Londres, allí se encontraba el joven conde con su mirada azulina perdida mirando el techo, la rutina del día a día lo estaba fastidiando en gran manera y solo se escuchaban bufidos de aburrimiento en esa oficina, ese día particularmente no estaba de buen humor, mucho menos le animaba leer un montón de documentos, informes y tareas por hacer.
Podía libremente salir de esa oficina, ir al jardín aunque sea a caminar y observar las flores del mismo, no era mucha diversión pero era mejor que estar encerrado en esa oficina, pero si lo hacia su trabajo se acumularía y sería peor mañana, además de los sutiles regaños de su mayordomo, con sus sermones de la responsabilidad que tiene, bla... bla.. bla... pensar en eso lo hizo sonreír un poco dándose así mismo permiso de divagar en su mente solo cinco minutos más.
Sus pensamientos fueron interrumpidos por unos leves golpes en la puerta, ya podía imaginarse de quien se trataba, así retomando en sus manos los papeles que nunca presto atención.
-Adelante- Mientras veía a su mayordomo entrar con su sonrisa de siempre pero con un plato que traía un delicioso pedazo de pastel.
-Joven amo, le traigo un pequeño y dulce aperitivo, su favorito, ya que note que hoy estaba un poco desanimado, tal vez esto le suba el ánimo.- Solo dirigió su vista a otro lado, chasqueando su lengua sin duda su mayordomo lo conocía mejor que nadie, y eso lo asustaba un poco.
-No soy un niño pequeño, al que tengas que consentir, Sebastian.- Le dijo mientras tomaba el plato, pero en el fondo agradecía ese detalle de su mayordomo porque era lo que necesitaba para comenzar su rutina.
-Oh, no joven amo yo no he pensado eso, usted no es un niño y usted no es pequeño.- Diciendo esto con una sonrisa burlona y sarcástica, observando como devoraba ansioso el postre.
-¿Acaso te estas burlando de mí?- le miró enojado.
-No claro que no, me ofende al pensar eso de este fiel mayordomo.-Otra vez con esa sonrisa burlona.
-No estoy de humor para esto, así que desaparece de mi vista.- Esas discusiones era lo único de la rutina diaria que no le aburría, no entendía el por qué, pero de cierta manera lo hacían sentirse bien.
El mayordomo se puso serio y decidió retirarse a recoger el plato vacío de la mesa, se acercó lentamente a su amo, con una servilleta limpió un poquito de glaseado debajo de su boca. El jovencito solo se sonrojó al sentir tan cerca a su mayordomo y sentir su leve caricia. Al darle la espalda el mayordomo lo maldijo mentalmente en gran manera por jugar tan sucio y a si mismo también por embobarse estando cerca de él.
-Con su permiso me retiro.- Con una sonrisa victoriosa salía de la oficina.
-Esto no se quedará así, yo también sé jugar sucio Sebastian Michaelis.
Ciel advirtió sin que el otro lo escuchara y se quedó pensando en eso toda la mañana. Al día siguiente, después de pensarlo mucho rectificó lo que hace meses atrás había descubierto lo que su mayordomo provocaba dentro de todo su ser, era muy difícil aceptarlo para sí mismo y como poder reconocerlo frente a él, seguramente sería la burla del demonio- mayordomo. Cómo explicar que detrás de la máscara de hostilidad que siempre mostraba, por dentro de si se moría de amor por su apuesto demonio. Tal vez con el juego que se había ingeniado lograría hacerle entender sus sentimientos y la leve esperanza de ser correspondido. No perdía nada con intentarlo era consciente que su venganza se cumpliría pronto porque no divertirse un poco con el primer amor de su vida. Aunque tenía la leve sospecha de que su mayordomo lo sabía pero no decía nada para no avergonzarlo o lastimarlo con una triste verdad.
En su despacho, se armó de valor llamando a su amado mayordomo, era ahora o nunca, dentro de sí innumerables sensaciones se acumulaban en su mente y corazón parecía que en cualquier momento se desmayaría antes de hacerle la propuesta del juego. La noche anterior no pudo dormir bien pensando en las palabras que utilizaría. Al sonar la puerta la mente se le puso en blanco, pero su orgullo no permitiría caer frente a su demonio, así que sacudió la cabeza y decidió dar inicio a su juego.
-Adelante.- dijo lo más serio posible
-Joven amo, ¿Qué necesita?- dijo en el tono más amable posible al notar el nerviosismo que ocultaba tras la seriedad que aparentaba.
-Sebastian, tú has notado que estoy harto de esta rutina del día a día, necesito algo para salir de esta rutina. ¿Tienes alguna idea?- Con voz suave y relajada le contaba el conde.
-Me sorprende que diga eso y me pregunte algo así...- Dijo ligeramente sorprendido sí que su joven amo en ocasiones era impredecible.
-Joven amo, la verdad no se me ocurre que podría hacer, sus gustos son diferentes a los míos, por ejemplo yo para liberarme del estrés de la rutina... ¿sabe qué hago?- decía con emoción el mayordomo.
-Si sé qué haces, acaricias a los estúpidos gatos...- Lo murmuró con un ligero tono de celos.
-Ah, veo que mi joven amo me conoce, porque no lo intenta... tal vez le resulte...-. Aclaraba el mayordomo con una sonrisa sincera la verdad se ponía de buen humor solo con nombrar a los gatos.
-¡Idiota...! sabes que no soporto tener cerca a esos animales... veo que no estás pensando bien el día de hoy. Así que tengo una idea pero necesito tu ayuda.- Sonrió maliciosamente el joven conde a lo que el mayordomo quedó desconcertado a pesar de que su joven amo era un simple humano a veces podía ser tenebroso. Pero la verdad que saber que travesura planeaba su joven amo le inquietaba.
-Joven amo, explíqueme su plan y con gusto lo ayudaré.- Sonrió y lo miró con complicidad. Ciel suspiró y se armó de valor nuevamente, hasta ahora iba bien, y el mayordomo parecía divertirse también.
-Bueno, quiero vivir un romance con alguien antes de partir de este mundo, presiento que queda poco tiempo, así que tal vez suene ridículo pero quiero saber que se hace en ese tipo de situaciones no me voy a enamorar en serio, solo sería un simulacro de vivir en una relación, esas cosas aunque son cursis y estúpidas quiero saber y entender.- Diciendo esto con un sonrojó hasta las orejas y sus ojos se fijaron al piso.
-Me parece interesante su "juego", y nunca creí que pediría algo así, o que quisiera sentir ese tipo de cosas, la verdad es que me ha sorprendido, pero si es su deseo lo ayudaré.- Con un tono que denotaba dulzura al ver como su joven amo no levantaba la cabeza. A la vez sentía un fuego interno que lo consumía de solo pensar con quien su joven amo quisiera vivir un romance, esto es a lo que los humanos llamaban celos... y si hay celos existe un sentimiento de atracción hasta de amor, no quería admitirlo pero hace tiempo que a su joven amo no lo veía de la misma manera. Pero sacudió la cabeza y un silencio incómodo se formó en el ambiente de aquel despacho entre un mayordomo y su joven señor.
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Mi destino es amarte
FanfictionUna historia de amor basada en la popular y hermosa obra de Yana Toboso. ¿Qué sucederá cuando Ciel le haga una propuesta rara a su mayordomo? Todo lo que empezó con un juego del joven conde terminara revelando los mas profundo sentimientos de ambos...