Sospechas

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Al día siguiente como se había vuelto costumbre el mayordomo levantaba a su amo con un beso en la frente, con pereza se levantaba el joven conde pero institivamente buscaba el dulce rostro de su mayordomo para devolver el beso y darle los buenos días. Una vez cambiado salieron de la habitación y se dispusieron a ir al comedor para el desayuno.

-Debe apresurarse, que nos están esperando en la ciudad ya estamos atrasados.- Le decía el mayordomo mirando su reloj.

-Sí, estamos atrasados es tu culpa, así que no me apresures.- Le respondió Ciel con tranquilidad tomando su te.

-¿Mi culpa? ¿Por qué dice eso?- Fingiendo inocencia se defendía el mayordomo ante esa acusación.

-Claro que es tu culpa, si cierto mayordomo no se demorara tanto en vestirme, y no me anduviera abrazando con cada prenda que me viste, no estuviéramos atrasados.- Aclaraba algo avergonzado el conde, aunque era un deleite que su demonio se mostrara tan afectuoso, era un despertar perfecto para el joven de mirada azulina que sonrojado desviaba la mirada.

-Ah.. Como si a usted le disgustara... entonces sería su culpa por ser tan deleitable a la vista.- Lo miraba divertido el mayordomo aborchonándolo un poco más.

-.... Maldito pervertido.- decía el conde con  mirada asesina y un sonrojo más notable.

-Ya vámonos.- Aclaraba el mayordomo lo tomaba de la mano para salir a prisa de la mansión.

Con la partida de amo, mayordomo  y el señor Tanaka quien había ido con ellos ya que  era quien conducía el carruaje. Solo quedaron los tres sirvientes en la mansión quienes estaban reunidos en la cocina, comenzaron con su conversación.

-¿Alguna novedad?- preguntó Bard con un cigarrillo en la mano.

-No, sabes creo que no está bien lo que hacemos, vigilar al amo.- Contestaba preocupada Meylin.

-Yo todavía no entiendo muy bien que quieres que veamos.- Decía Finnie con inocencia.

-¿Cómo que no sabes? ya te hemos explicado el comportamiento extraño que tienen últimamente el joven amo y Sebastian, sospechamos que entre ellos hay algo más que una relación laboral, y más que una relación amistosa, demasiado amistosa diría yo. Hay algunas evidencias que no se pueden ocultar. Como por ejemplo el hecho de que ahora nos den demasiadas tardes libres, hasta días enteros libres, o que visiten con mucha frecuencia la casa de Londres, ellos traten de quedarse siempre solos. Hablaba y miraba sospechoso Bard a sus compañeros.

-Pero eso es bueno que nos den descanso, creo que el joven amo es bueno, tal vez tiene mucho trabajo y necesita tranquilidad para hacerlo, debemos ser realistas nosotros no ayudamos mucho en eso al joven amo, siempre causamos desastres y lo molestamos. Tú siempre tiendes a malinterpretar las cosas.- Le decía la sirvienta, señalándolo con el dedo al cocinero.

-Eso es razonable, pero tú misma contaste  la escena sospechosa que presenciaste el otro día y no vas a negarlo ahora...- le respondió ante la acusación  mientras que Finny permanecía callado con la mirada de no entender que sucedía.

-Bueno si, pero yo pude haber visto mal, a veces estos lentes me hacen malas pasadas.- Respondiendo Meylin un poco nerviosa.

-Ahora piensas retractarte, cuando ese día te desangrabas por la escena que viste...-  Le dijo el cocinero

-¿Cual escena?-  Decía Finny.

-Ahhh Finny en que andas pensando pero si tú estabas aquí cuando Meirin la contó...- con cierto enojo le contesto el cocinero.

-Ahh ya recordé... cuando ella vio que el Señor Sebastian abrazaba al joven amo y le susurraba al oído. Eso no tiene nada de malo ellos son buenos amigos. ¿No?- Le respondió inocentemente.

Mi destino es amarte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora