Cambios

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Mientras Ciel yacía en su cama confundido por los sentimientos hacia su mayordomo, le atormentaba pensar el solo hecho de que ese amor lo cambiara, que ahora anhelara un futuro al cual había renunciado al hacer el trato con su demonio, que su corazón de piedra se hiciera de carne y volviera a sentir, olvidándose de su odio y venganza. Miedo de que ese amor no fuera correspondido, y si en caso de que aquel sentimiento era mutuo, tenía miedo de perderlo inesperadamente un día, así como le fue arrebatado el amor y la felicidad hace casi 4 años cuando sus padres fueron cruelmente asesinados, tantos temores le consumían pero eran  aliviados al recordar el rostro amoroso de su mayordomo, pero él había iniciado ese juego con el fin de amar y ser amado antes de morir, no podía arrepentirse no en este momento que sospechaba que su mayordomo sentía lo mismo que él. Pero estaba decidido que no correría ni se escondería de aquel sentimiento, ni siquiera el amor iba hacer caer al orgulloso conde Ciel Phantomhive,

-No voy a permitir que este amor me debilite, será mi fortaleza para cumplir mis propósitos. Porque quiero ser el alma que tu deseas, mi amado Sebastian.- Lo dijo tan decidido como cuando formó el contrato con su demonio-mayordomo.

En la cocina el mayordomo lavaba la vajilla utilizada anteriormente, mientras lo hacía pensaba en lo ocurrido con su joven amo, podía sentir en sus labios aun el dulce sabor de tan delicada piel, sabía que fue  un acto precipitado e inesperado hasta para el mismo, pero no se arrepentía de haberlo hecho, cuantas veces tenía ese deseo de rozar su piel así  reprimía esos deseos para no confundir a su amo, al fin lo cumplió y se sentía satisfecho, lo que no esperaba era que ahora deseara más de su joven amo, no solo físicamente, sino que ese niño orgulloso hiciera revivir aquellos sentimientos que había enterrado en lo más profundo de su ser al convertirse en demonio, esos sentimientos y emociones que iluminarían poco a poco su obscuro ser volviéndolo vulnerable y débil. Le asustaba un poco pensar que por esa debilidad no llegara a proteger en algún momento a su amo, que lo lastimaran o lo alejaran de él para siempre.

Debía comprobar que era ese sentimiento aunque su orgullo de demonio se viniera abajo, si era compensado por el amor de su orgulloso conde su vida tendría sentido.

-Este amor no me hará débil, me dará fuerzas para cumplir lo prometido y protegerte porque eres lo más importante para este demonio, mi amado Ciel Phantomhive.-  Lo dijo mientras sus ojos brillaban con decisión. Al terminar su labor, decidió ir a la habitación de su amo, sabía que estaba enojado pero debía hablar con él. Tocó la puerta y nadie respondió.

-Joven amo, ¿puedo entrar?- Le preguntaba el demonio después de haber tocado nuevamente y no haber recibido respuesta.

-No, no quiero verte ahora Sebastian.- Diciendo esto un poco enojado el conde, ya que había tomado la decisión de amar a su mayordomo pero no le haría el juego sencillo.

-Por favor joven amo, necesitamos hablar no sea cruel con este demonio- mayordomo.- En un tono triste, a lo que Ciel le enterneció en sobre manera.

-Está bien, adelante.- Le decía Ciel mientras se sentaba en la cama.

-Joven amo, lamento muchísimo el atrevimiento de hace un momento, me precipité en mis actos y por su reacción me di cuenta que no fue de su agrado, creo me deje llevar en el rol del juego, prometo que no se volverá a repetir.- Le dijo con un tono de arrepentimiento, aunque lo que decía no era verdad pero no deseaba complicar más la situación.

-Ahh... no hay problema. Creo que exageré un poco, pero era como se suponía que debía actuar.- Sintiéndose un poco desilusionado el jovencito, pues no era precisamente  lo que quería escuchar.

-¿Está bien?- Le pregunto el mayordomo extrañado al ver su semblante triste de su amo.

-Si solo me duele un poco el estómago, me excedí en comer muchos dulces.- Se quejaba el más pequeño  sobándose ligeramente el estómago.

Mi destino es amarte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora