Duda

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Pasaron dos días desde aquella reconciliación, el ambiente de la mansión Phantomhive transcurría con aparente normalidad con excepción de que el joven conde se encontraba atareado con todo el trabajo pendiente que era mucho más en este último mes del año por las festividades de esas fechas, cuando de repente recibió una llamada inesperada. Al terminar de hablar por teléfono  su rostro reflejaba preocupación.

-Ciel, ¿qué te ha comunicado la duquesa para que tengas esa cara?- Le decía mientras entraba al despacho

-Malas noticias, mi querido mayordomo.- Contestándole con cierta preocupación el conde arrugando un poco una hoja de su escritorio.

-¿Querido? deben ser de verdad malas noticias para que me haya llamado querido.- Le sonreía burlonamente Sebastian, sirviéndole una taza de té.

-Como sea, solo debo decir que me vi obligado a tomar esa decisión y no me satisface para nada. Lo digo porque sé que me lo reprocharás cuando te lo diga.- Mirando para otro lado acertaba a decir el conde.

-Ya me imagino que será...- Le decía su apuesto mayordomo arqueando una ceja .

-Elizabeth vendrá a pasar unos días con nosotros, tía Frances casi me lo rogó, ellos saldrán de viaje urgentemente y no quieren dejarla sola.- Le dijo el conde rozando su dedo al rostro un poco molesto de su mayordomo.

-No entiendo, porque no se la llevan con ellos.-Respondiendo refunfuñaba un poco molesto.

-Es que después de su mes que estuvo de viaje se atrasó con sus estudios, y dicen que no pueden llevarla porque son asuntos de negocios. No te enojes, fui obligado. sabes que en estas fechas todo se me complica, !!!Ahh que fastidio¡¡¡.- Justificaba Ciel con una ligera vena brotando de su frente ya que el tambien era obligado no era algo que le gustara.

-Tranquilo, por mí no se preocupe entiendo que no tenía opción.- Le decía Sebastian tratando de calmarse viendo lo tenso de su amo se colocaba detrás de él dándole un masaje en los hombros.

-Eres muy comprensivo.- Murmuraba Ciel al notar el cambio de actitud de su amado ya que su ahora  respuesta tranquila y sumisa le sorprendió un poco.

-¿Cuando vendrá y cuantos días piensa quedarse?- Le preguntó curioso el mayor  al oído mientras continuaba su suave masaje.

-Vendrá hoy por la noche, me dijo que solo serían de 3 a 4 días.- Contestándole sonrojado el conde sentia su cuerpo entero tiritar al tenerlo así de cerca.

-No hay más que hacer, más que enfrentar la situación, haré los preparativos correspondientes.- Exclamaba de forma diligente el habil mayordomo levantándonse  para salir del despacho.

-Sebastian... acércate.- Le tomó de la mano el conde con un notorio sonrojo.

-Dígame.- Agachándose nuevamente Sebastian  quedaba a su altura y estaban muy cerca.

-¿Que haremos con respecto al juego?. Tendremos que ser cuidadosos, cambiar algo de la rutina.- Le dijo un poco preocupado y con seriedad sobándole el rostro Sebastian.

-Ah eso... si eso parece, así que no podré hacer esto.- Susurraba timidamente Ciel abrazándose tiernamente a su mayordomo quien besaba su  delicado rostro.

-Así es idiota... no hagas eso... me da vergüenza...- Le decía totalmente sonrojado el conde pues ese beso tan tierno y cálido lo habia tomado por sorpresa.

-Si claro, entonces ¿Por qué no me suelta? Bien que le gusta.- Insinuaba su mayordomo con una sonrisa burlona.

-Cállate...- Le dijo soltándolo de inmediato el avergonzado conde.

Mi destino es amarte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora