Celos

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Al entrar a la mansión se dirigió directamente a su despacho, ya que tenía asuntos pendientes por resolver, tomando su lugar para comenzar el trabajo vio entrar a su mayordomo con una bebida.

-Ciel, querido te traje una bebida.- Sirviéndole la bebida

-Sebastian, quiero preguntarte algo. Acércate.-Le ordenó con mirada de duda.

-Dígame.- Rápidamente se acercó el atento mayordomo agachándose para quedar a su altura.

-¿Tú crees que esos tres sospechen?- Le preguntó un poco preocupado el conde desviando la mirada.

-¿Sospechen de qué? No entiendo.- Fingiendo no entender decia el demonio con una pequeña sonrisa.

-No te hagas el idiota, ya sabes...- Le contestó un poco molesto Ciel mirandolo con fastidio.

-De verdad, no entiendo.- Seguía fingiendo no entender aunque sabía muy bien de qué le hablaba su amo.

-De lo nuestro...- Dijo en un susurro y un leve sonrojo el joven conde no muy acostumbrado de hablar temas de índole romántica.

-Ahhh, eso. Lo nuestro... se escucha bien.- Le dijo con una hermosa sonrisa y un brillo en los ojos Sebastian que  emocionado no dejaba de verlo.

-No seas ridículo, lo que quise decir de nuestro juego. No te emociones...!- Le gritó enojado y más sonrojado el conde.

-Ah sí claro. ¿Por qué piensa que sospechan?- Poniéndose serio el demonio le preguntó.

-No sé, me dio la impresión por cómo nos vieron cuando llegamos.- Trató de mirar para otro lado con disimulo el conde.

-Pues no creo, a menos que...- Se quedó pensando por unos segundos el mayor.

-A menos que... Sebastian ¿qué me ocultas?- Le preguntó enojado tomándolo de la corbata.

-La verdad no quise inquietarlo el otro día, pero creo que alguien de esta mansión vio una escena cariñosa entre usted y mi persona.- Le dijo tranquilamente el demonio con una sínica sonrisita.

-¿Que dices? ¿Cuándo pasó eso? ¿Por qué no me dijiste?- Le cuestionabanervioso Ciel soltando el agarre.

-El otro día cuando estábamos aquí mismo, en un dulce y cariñoso abrazo,  creo que la puerta no estaba bien cerrada, cuando me percaté de una presencia, está ya se estaba alejando, así que pensé que tal vez no había visto nada.- Le respondió acariciándole la mejilla el mayordomo a su amo para que no se alterara más.

-Pero tú eres un demonio, deberías haberte percatado si alguien se acercaba y si nos       observaba.- Levantándose de su asiento enojado y acusándolo con el dedo Ciel.

-Es que cuando estoy así con usted, no estoy muy alerta.- Le contestó levantando los hombros Sebastian  con una sonrisa.

-¡Ahora es mi culpa, que te vuelvas vulnerable!.-Le gritó enojado el conde escuchando esa tonta excusa.

-... La verdad es que sí.- Se acercó nuevamente el demonio para abrazarlo y asi tranquilizarlo.

-¡Cállate, lo que pasa es que eres un incompetente!.- Le gritaba el pequeño conde escapándose de ese abrazo, mirándolo mal tomando otra vez asiento.

-Lo que usted diga. Mis disculpas por aquel descuido.- Le dijo arrepentido Sebastian mientras se levantaba.

-Ahora deberás averiguar discretamente que tanto saben esos idiotas, no me gustaría que esa clase de información afecte mi reputación fuera de esta mansión.-  Le dio la orden en su asiento un poco más tranquilo mientras agarraba unos papeles.

Mi destino es amarte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora