Charles Keeper avanzaba cabizbajo, con mala cara. Siempre odiaba cuando aquellos que se creían jefes se daban aires de superioridad, cada vez que eso sucedía, le obligaban a dar explicaciones innecesarias y a completar formularios estúpidos para darles la satisfacción de creer en un sistema burocrático limpio y transparente. Bufó y sonrió por la ironía, pero, tan pronto alzó la vista, este gesto desapareció, dejando tras de sí nada mas que un rostro tenso.
Mas adelante, alguien lo observaba, con la espalda apoyada en un poste eléctrico en la acera frente a un pequeño parque, las risas de algunos niños podían sentirse a lo lejos, en donde jugaban tranquilos y despreocupados.
El desconocido llevaba una sudadera gris, su cabeza completamente afeitada reflejaba la luz del sol y su mirada estaba clavada en Charles, quien avanzaba cauto hacia el sujeto, con una mano cerca del revólver que llevaba bajo el abrigo.
Aquel hombre calvo levantó sus manos y forzó una sonrisa.Vengo en son de paz, solo quiero lo que es mío - su nariz puntiaguda pareció retorcerse por el esfuerzo de mantener aquel gesto frente a él.
Charles avanzó mientras dejaba al aire la bolsa que contenía el crucifijo de madera recuperado del hospital.
Cuando estuvieron a un par de metros de distancia, le lanzó calmadamente el objeto, en un claro intento por mantener una distancia prudencial. El otro sujeto fue ágil y recibió su cruz en medio del aire, sin apenas esfuerzo alguno al momento de alcanzarla, acto seguido la guardó en uno de los bolsillos del pantalón deportivo con el que estaba vestido.Has sido descuidado Gregory - su tono fue ácido y seco.
El hombre calvo entornó los ojos, mirándole con recelo, aunque no respondió inmediatamente.Debemos hablar - su voz era nasal y su tono brusco surgía de su garganta con fuerza, como si las palabras debieran ser forzadas a dirigirse al hombre de la gabardina.
Charles se encogió de hombros y lo siguió mientras se marchaba dándole la espalda.
Aceleró hasta quedar a su lado, su acompañante había comenzado a murmurar. Aguzó el oído, intentando entender lo que decía.Perdona nuestras ofensas, así como nosotros… - susurraba lentamente y con la cabeza baja mientra avanzaba a su lado - perdonamos a quienes nos ofenden - la última frase fue dicha rápido, con cierto desprecio, mientras unos ojos furiosos miraban de reojo a Charles.
“Gregory ¿qué te ha pasado?” - miró a la figura cabizbaja que seguía susurrando, probablemente otras oraciones que agregar a la plegaria anterior.
El remordimiento comenzó a palpitar en su mente, mientras avanzaba al lado de quien supo ser su amigo, ahora presumiblemente sumido en la locura.Habían pasado varios minutos caminando y Gregory lo había conducido hasta un pequeño bar alejado, su vieja construcción parecía estarse cayendo a pedazos, se trataba sin duda de un lugar al que sólo podrían concurrir ancianos por costumbre y jóvenes que vinieran de una borrachera
Frente a ellos, un indigente buscaba con desesperación en la basura, su carrito, esperando a su lado, lleno de sus únicas pertenencias, cubiertas por una simple bolsa.
Encontró una bandeja con unas patatas fritas y sin ni siquiera dudarlo, las comió con avidez.
Se le retorció el estómago, no por el desagrado, sino por el dolor que la visión de aquello le producía.¿Somos realmente los adecuados para gobernar? - las palabras de Eleanor surcaron su mente, se encogió levemente ante su voz, sonaba como si se encontrara a su lado, aunque sabía bien que no.
En la puerta de entrada a aquel local, su compañero lo miraba con mala cara mientras golpeteaba impaciente el suelo con el pie.
Charles avanzó a su encuentro, sabiendo que sin duda se arrepentiría de haberlo seguido.
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Entre Fuego y Sangre
FantasyUn mundo en que la humanidad se ha perdido y enfrenta un enemigo que desea limpiarlo, pocos son quienes podrían defender lo que queda. La pregunta es... ¿Serán lo suficientemente fuertes? ¿Sus almas rotas podrán soportar el peso de la verdad? ¿Los c...