II (Hope)

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La oficial Sawyer avanzaba por el pasillo del hospital, a su alrededor había tres bultos cubiertos por mantas blancas, de las que algunas manchas empezaban a relucir hacia el exterior como pequeñas explosiones rojizas.
Era un desastre, las paredes estaban manchadas con sangre, los cuerpos habían sido mutilados y ni siquiera se atrevía aún a dirigirse a la sala de partos, desde la que iban y venían forenses en trajes plásticos de color celeste. Se dió la vuelta, camino a la salida; siempre era preferible ver las pistas una vez estuvieran todas recolectadas.
El aire frío de la mañana la golpeó en la cara, haciendo que le doliera la piel, pero ayudándole a despertar. La ciudad estaba silenciosa a esa hora, ni siquiera el Sol estaba del todo presente aún, mostrando un cielo con tonos oscuros cada vez mas débiles a medida que el astro avanzaba en su ruta de cada día; una belleza que resultaba en un abrupto contraste con la brutalidad del escenario a sus espaldas.
Le habían notificado que alguien de la unidad de crímenes violentos iría a “encargarse” de todo, no le extrañaba, los cuerpos tenía heridas cuando menos peculiares y había marcas oscuras de lo mas llamativas en ciertos puntos, pero no le gustaba lo que la llegada de aquel agente supondría.
La U.C.V era una unidad de la que circulaban muchos rumores y siempre resolvían los casos de forma externa al resto del departamento, pero estaban autorizados por el propio gobierno; nadie podía hacer nada por buscar explicaciones o siquiera quejarse, no era algo bueno que ellos tomaran los casos porque siempre resultaba en expedientes que simplemente nunca aparecerían de nuevo.
Soltó un pequeño bufido y se quedó en la entrada, apoyada contra la pared. Prefería esperar al hombre para volver a ver aquello para lo que nadie podía realmente entrenarte.
Cerró los ojos, con la cabeza apuntando al cielo, rogando porque no tuviera que ver al bebé.

Entre Fuego y SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora