V(Hope)

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El viento soplaba frío, lo sentía discurrir entre su ropa, calándole los huesos y erizandole la piel. Nunca se había sentido cómoda con el frío, la recorrió un escalofrío obligándola a encogerse y abrazarse los lados del cuerpo.
Llevaba un buen rato allí parada, montaba guardia desde que le dijeron que debía esperar por alguien de la U.C.V, pero ya se había vuelto insultante la tardanza del investigador.

“Ciertamente no es envidiable su puntualidad o responsabilidad para con los casos” - suspiró exasperada - “la verdad es que no me dejan muchas opciones” - resopló - “maldita burocracia”.


Seguir órdenes nunca había sido su fuerte y se volvía peor cuando quienes dirigían no se tomaban en serio su trabajo. Esa falta de pasión y compromiso siempre le resultaba algo repulsivo, pues ella sí tenía razones para estar allí.
Intentó olvidar la frustración enfocándose en la calle frente a sus ojos. 
El tráfico estaba comenzando su inquieto recorrido por la ciudad, causando un usual bullicio de motores y bocinazos ocasionales. Los transeúntes pasaban andando, algunos  con prisa por no llegar a su horario predefinido, otros simplemente avanzaban acompañados mientras dialogaban entre ellos. Aunque sin duda todos ignoraban el desastre que esperaba dentro, algunas miradas curiosas se dirigían hacia la cinta amarilla que prohibía el paso, pero nadie podría imaginar lo que escondía, nadie podría dormir tranquilo tras ver eso, ni siquiera ella.
Tras un breve tiempo de rostros anónimos que  parecían caminar sin orden aparente, un hombre se detuvo frente al límite policiaco, con sus ojos clavados en la puerta del hospital.
Tenía el cabello oscuro y despeinado, llevaba las manos guardadas en los bolsillos de una vieja gabardina marrón. Seguramente fuera un borracho desorientado, al menos lo parecía.
Pareció resoplar y hablar en voz baja mientra pasaba tranquilamente por encima de la línea policial, la agente se quedó estupefacta un momento y se apresuró para detener a aquel hombre.

Disculpe señor - extendió su mano frente al desconocido - hablando de la forma mas autoritaria que le era posible - no puede avanzar, este sitio corresponde a una investigación criminal en curso.


Quien había sido detenido enarcó una ceja y la miró notablemente irritado mientras comenzaba a rebuscar en su gabardina con el ceño fruncido.
Tras un par de segundos de incesante búsqueda, el desaliñado hombre tomó su mano, que aún estaba levantada frente a él y le colocó una pequeña tarjeta mientra le sonreía, el tacto de sus dedos la estremeció.

No se preocupe agente, desde aquí nos encargamos nosotros - le dijo con voz ronca mientras la dejaba atrás después de palmear su hombro.


Estupefacta, revisó lo que el hombre le había dado, reconociendo al instante esas siglas de color amarillo que nadie quería ver entrometiendose en los casos.
Se giró de golpe, mientras el detective desaliñado abría de par en par las puertas del hospital y le siguió rápidamente, aún inquieta por la sensación que le dejó al tocar su piel. Mientras un leve sollozo surgía en su mente.

Entre Fuego y SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora