IX(Charles)

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Entraron por una chirriante puerta e intentaron buscar la mesa de aspecto un poco mas limpio.
 Podía sentir la penetrante mirada de su acompañante, escudriñándolo de manera inquisitorial. Se sentó tranquilamente frente a él y solo desvió los ojos cuando la camarera, una mujer de cabello corto, se les acercó.
Apresurada les ofreció café, ambos aceptaron y cuando pidió sus órdenes, el hombre calvo declinó cualquier otra cosa que no fuera la amarillenta taza humeante frente a él. 
Por su parte, Charles pidió unas tortitas. El caos sucedido ese día ciertamente le había abierto el apetito.
Gregory entrelazo sus manos con claras intenciones de comenzar a hablarle. El sujeto de la gabardina bebió un sorbo de café, el cual estaba casi demasiado caliente y bastante insulso. Se reclinó en su asiento con la mirada fija en el techo, dispuesto a escuchar lo que fuera a ser que viniera. Aunque casi podía oír las palabras acusatorias aún no pronunciadas. 

Bien. Considero que tienes muy claro lo que opino de ti y lo que considero mereces- Charles enarcó una ceja- Sin embargo, dado que encontraste mi arma, considero pertinente explicar la situación, aunque menos sea para que no creas que soy un inútil o un cobarde como tú.

Charles resopló y se cruzó de brazos mientras lo miraba a los ojos. Casi parecío que Gregory se encogía un poco cuando bajó la vista para tomar un sorbo al café, resultando en una mueca de disgusto. Pronunció una plegaria en voz baja y continuó pero esta vez sin fijar la vista en él.

Nuestro guardián- Charles bufó pero el otro hombre lo ignoró- me envió a salvaguardar la vida de una niña que acababa de nacer, al parecer su concepción fue fruto de un pecado y eso atrajo cierta atención.

“¿Proteger a una niña? ¿Desde cuando enviaban cazadores a misiones tan banales? “ - Lo observó intrigado, pero nada en sus expresiones le dió una respuesta, ni lo haría. Sabía bien que su trabajo nunca fue preguntar, solo se dedicaban a ejecutar órdenes.

Se inclinó hacia él, su asiento chirrió levemente y Gregory apoyó mas las espalda contra el suyo. Claramente no lo quería cerca.

Lujuria ¿cierto?- habló en voz baja mientras en su mente se presentaban las imágenes de las quemaduras con forma de manos en el hospital.

Si, de hecho sí - sacudió la cabeza- el problema no es ese, sino de que no se trataba de un simple intento de posesión, lo que apareció fue una encarnación completa- Charles frunció el ceño y retrocedió en su asiento, estudiando el rostro del otro hombre, en busca de un indicio de que le estuviera mintiendo; lamentablemente, no lo encontró- y sabes bien lo que significa ¿cierto?- Casi pareció que estaba sonriendo al formular esa pregunta.

Se quedaron en silencio mientras la mesera se acercaba con el pedido de Charles, quien comenzó a comer con avidez ni bien la mujer se marchó. Gregory lo dejó desayunar en silencio, claramente ya había dicho lo que principalmente quería.

Las tortitas no eran demasiado buenas, tenían una textura un tanto gomosa y con un intenso sabor a humedad. Aunque eso no le importó mucho, tenía hambre y había comido cosas peores.

Masticaba mientras pensaba en las palabras de quien otrora había sido su compañero.

“¿Sabes bien lo que significa ¿cierto?”- Y si, lo sabía. Pero lo realmente preocupante era que pudiera estar en lo correcto en cualquiera de las dos posibilidades que le venían a la mente.

Desvió la vista hacia la mesa frente a él. 
Una pareja de jóvenes, probablemente alcoholizados, se encontraban acaramelados, besándose y tocándose con cierta indecencia. Unos momentos se mantuvieron así, hasta que decidieron marcharse tomados de la mano en dirección al baño del lugar. 
Charles soltó un suave bufido, preguntándose si las cosas hubieran podido ser así con Eleanor, una vida sin peligros ni compromisos, una vida sin ataduras, coronada por un amor apasionado, dirigiéndolos hacia un futuro prometedor. Un pequeño calor se encendió en su pecho, una llama, surgida del deseo.

“Oh, no”- su mente se puso en alerta mientra se levantaba de un salto y disparaba al techo.

Gregory se levantó para agarrarlo rápidamente de la mano con la que sujetaba el arma, mientras todos quienes se encontraban en el lugar huían despavoridos 

¿Es que ya te has vuelto loco del todo?- lo apretaba firme, con una expresión iracunda en el rostro. Charles se liberó de un tirón mientras le devolvía una mirada con la misma intensidad, haciéndolo retroceder un par de pasos.

Acabo de atraer al encarnado- los ojos del hombre calvo se abrieron como platos- no te preocupes, yo me encargo -”Quizás pueda salvarlos”.

Tan pronto acabó de pronunciar esas palabras, se marchó apresurado en dirección a la cocina del local. 

Entre Fuego y SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora