Capítulo 2

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Camille 

Era la hora del almuerzo así que nos dirigimos hacía la cafetería, estaba agotada y con un sueño de mil demonios.

- Fue divertido estar ahí, había diferentes cosas que hacer, muchas personas a la cual conocer. Deberíamos de ir algún día de viaje Camille.- habló Alyssa que venía a mi lado caminando.

- Claro, me gustaría ir contigo a un nuevo país.

Llegamos a la cafetería que ya estaba infestada de gente, algunos estaban en las mesas mientras comían, y otros ordenando apenas su comida; las populares y las porristas comían solo vegetales, los gorilas del equipo de fútbol comían chatarra, al igual que las demás personas que les importaba una mierda lo que dijeran de ellos.

Nos acercamos hasta una mesa que ya estaba ocupada por nuestros amigos, Amelia y William, mi mejor amigo y compañero desde que nacimos.

- Hola idiota.- lo salude de beso.

- Hola topi.- me dedicó esa sonrisa sincera y única que tanto me gustaba apreciar, se estaba dejando la barba crecer, tenía sus ojos azules como el cielo, claros y hermosos, su cabello miel, fino, liso, y su cuerpo delgado pero con un aire atlético. Ese era mi mejor amigo.

- ¿Qué tal las vacaciones? ¿Algo nuevo?

- No, solo estar entrenando tenis casi todo el día, ¿Y tú pequeña traviesa?

- Nada, solo leer y leer, y unas cuantas veces escribir algo.

- Suena interesante.- ironizó.

- Cállate.- nos reímos al mismo tiempo.

- Tengo que irme, estaré con mis amigos un rato, si quieres después podemos ir por algo de comer o simplemente puedes venir a mi casa.

- Iré a tu casa más tarde. Espero que me recibas con un buen plato de comida.- entrecerré los ojos.

- Claro.- me dejó ver sus perfectos dientes.- Luego nos vemos chicas.

- Adiós William.- dijeron las dos al mismo tiempo.

- ¿Soy yo o cada vez se pone más bueno?- hablo Amelia, la chica de una cabellera rubia, ojos cafés, pequeña y delgada.

- Claro que no, sigue siendo el mismo niño de hace unos años, aunque más alto y atlético, pero nada que ver.- me reí.

- Bueno, debemos de admitir que le queda esa pequeña barba que se esta dejando crecer.- habló Alyssa.

- Solo ustedes lo ven así.

- Iré a ver a ese pequeño saltamontes.- se levanto la pelinegra para irse de aquel lugar.

- ¿Quién?- pregunto la rubia.

- Su mejor amigo, llego esta mañana a nuestro salón.

- ¿Esta guapo?- me reí mientras negaba con la cabeza.

- Sí.

- Uy, suena interesante. Necesito detalles.

- Bueno... es alto, cabello negro, un cuerpo fuerte y tiene ojos verdes.

- Suena como todo un chico malo.

- Deberías de dejar de ver tantas películas.

- No puedo, me gustan.- se encogió en hombros restándole importancia.

- Te entiendo.

Terminamos de comer y cada quien se fue a su salón, a ella no le había tocado con nosotras porque cada año cambian a todos de lugar, Amelia estaba en el otro extremo del nuestro.

Al llegar pude ver que había poca gente ahí, y no había rastro de Alyssa ni de Thomas.
Así que me fui directo a mi lugar, saque mis audífonos y deje la música en aleatoria, empezó a sonar "Space girl"

Recargue mi cabeza en mis brazos sobre la mesa, cerrando los ojos en el proceso.

De pronto sentí una mano moverme bruscamente, me levante y pude visualizar a Alyssa al lado de Thomas.

- Despierta dormilona.

- Ya estoy despierta.- me incorporé en mi lugar.

- Él es Thomas, Thomas ella es Camille.- nos presento.

El pelinegro estaba de pie al lado de ella, con sus manos en los bolsillos del pantalón, con su mirada fija en la mía, y una sonrisa de lado mientras me tendía la mano para estrechársela.

- Hola Camille.

- Hola Thomas.- tome su mano por educación, pero cuando hice eso sentí algo electrizante en él, algo que me recorrió todo el cuerpo en cuestión de segundos. Espero que no haya sido la única que lo haya sentido.

- Que bien, mis dos mejores amigos ya se conocen.

El chico la vio con ojos de ternura y suplica a la vez, pude ver cómo se le borraba la sonrisa cuando la profesora entro y nos ordeno sentaros en nuestro lugar.

Él se fue sin mirar atrás y yo lo vi alejarse hasta desaparecer de mi vista.
Aún sentía su fuerte mano apretando la mía, débil y sin fuerzas.

Deje esos pensamientos atrás cuando la profesora empezó a decir la tarea que teníamos para mañana.
Debíamos de buscar los filósofos más importantes del mundo.

Las horas pasaron hasta que finalmente llego el momento de irnos a casa, en mi caso, a casa de mi mejor amigo.

En otra vida Donde viven las historias. Descúbrelo ahora