Capítulo 15

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Thomas

Esas tres semanas habían sido las mejores, me había sentido bien conmigo mismo, ya no me sentía apagado, desconectado de la vida y de mis emociones, como siempre me sentía.

Y lo sabía, sabía que ella era esa cura, esa luz que siempre estaba encendida y lista para iluminar la vida; con sus risas incontrolables, su mirada con ese brillo que solo ella me transmitía, esa sonrisa que se dibujaba en su rostro cada mañana, cada tarde que pasábamos juntos.

Empece a sentir un cosquilleo en todo mi cuerpo, sentía como si fueran pequeñas ráfagas de electricidad recorriéndome por todo mi ser.

Todo mi interior reaccionaba a ella de manera automática, porque cada vez que la veía, cada vez que teníamos el mínimo roce, se sentía tan bien, tan... extraordinario.

Es por eso que tome la decisión de pasar al siguiente paso, de dar esa pequeña zancada que pasaba al siguiente nivel, a uno en donde lo arriesgas todo o nada.

Tenía miedo, demasiado, cada vez que pensaba en eso se me helaba la sangre y el corazón me palpitaba más de lo normal.

Pero iba a hacerlo, debía de hacerlo, debía de demostrarle como me hacía sentir, como... me enamoro.

Era miércoles por la mañana, los rayos del sol estaban más fuertes de lo normal, quemaban más. Justo como a mi me gusta.

Llegue al salón y la vi, con su mirada perdida mientras se mordía el labio inferior con fuerza, como si quisiera arrancar una pequeña parte de ella.

Me acerque hasta donde estaba y le dedique una sonrisa, una de verdad, sincera, llena de emociones jamás expresadas.

- Hola.

- Hola.- me contesto.

- ¿Cómo estas?

- Bien.

- ¿Segura?

- Claro.- me sonrió de lado.

- Bien. ¿Quieres ir esta tarde a comer en algún lugar?

- Me encantaría.

Le desarregle el cabello mientras ella protestaba porque odiaba que hiciera eso, pero no me importo y me fui a mi lugar una vez que la profesora llego al salón.

Las horas pasaron de una forma muy lenta, me estaba quedando dormido, pero lo que me animaba era pensar en Camille.

Cuando llego el momento de ir a almorzar me dirigí con Alyssa a las gradas de la escuela porque tenía que contarle mi plan.

- ¿Qué pasa?- pregunto una vez sentados.

- Es que... quería que me ayudaras en una cosa.

- ¿En qué?

- Hace tiempo que he tenido citas con Camille, y... me gustaría dar ese siguiente paso...

- ¡¿Hablas en serio?!- gritó.

- Si.

- ¡Si! Hace semanas que he esperado este momento, este en donde mi mejor amigo y mi mejor amiga se enamoren, porque tengo que decirte que desde lejos se ve como te mueres por ella.- me dedico una sonrisa llena de alegría.

- ¿Tanto así?

- Tanto así.- afirmo y yo me reí porque por más que trataba de ocultarlo, mis esfuerzos eran en vano.- ¿Y en qué quieres que te ayude pequeño saltamontes?

- Sabes que odio ese apodo que me diste.

- No me importa.- negué con la cabeza mientras reía.

- Bien, necesito que me ayudes a hacer una cena.

- ¿Dónde?

- En mi casa, mi abuela ya sabe de todo esto, hace apenas unos días le conté sobre ella y también que necesitaba su ayuda para que prepara su comida favorita.

- ¿Karol esta aquí?

- Si, también quiere verte.

- Aww, la extraño tanto.- sonrió con nostalgia.

- Ella igual que extraña.

- Bueno, será una buena excusa para ir a verla. Sígueme contando.

- Quiero que le ayudes a mi abuela a cocinar, conoces los platillos que a Camille le gustan, así que me sería demasiado útil que me ayudes en eso.

- Claro, déjamelo a mi.

Le di las gracias y la abrace, hace mucho tiempo que no lo hacía, y aún no entiendo porqué.

Al acabar las clases me dirigí a mi casa, a descansar o amenos tratar, ya que el día en hacerle saber como me sentía por ella estaba más cerca.

Pensé en las palabras que iba a decir, prepare un discurso enorme.

Lo repase en mi cabeza una y otra vez hasta que me lo aprendiera, pero entre más me esforzaba más me costaba memorizarlo.

Supongo que cuando la tenga frente a mi sabré que decirle, dejaré que el corazón hable por mi y no mi mente.

En otra vida Donde viven las historias. Descúbrelo ahora