Capítulo 8

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Camille

Caminamos hasta llegar a la cancha y  sentarnos en las gradas de ella, y contemplar el frío que se metía hasta en los huesos.

- ¿Por qué no te gusta el frío?- pregunté.

- En Inglaterra siempre había ese clima, todos los días, y me canse de eso.

- Vaya.

- ¿Por qué no te gusta el calor?- me pregunto ahora él, mientras giraba su cabeza para mirarme.

- Porque no puedes estar a gusto, no puedes estar en ningún lugar sin que te sude alguna parte de tu cuerpo, es molesto.- se rio mientras le decía aquello, dejándome ver por segunda vez ese hoyuelo.

- No sabes lo que dices.

- Si lo sé.

- Ve un tiempo a Inglaterra y dime si no te cansas de ese clima, tan frío y sin vida.- me reto.

- Con gusto, jamás me cansaré de este hermoso clima.

- Eso dices ahora.

Me volví a reír, a reír de verdad, dejando que nuestras risas sean lo único que se escuchara en aquel lugar húmedo.

- ¿Por qué te mudaste a Nueva York?

Se quedo callado, sin decir ni una sola palabra, y la sonrisa que estaba dibujada en su rostro había desaparecido, y en cambio se formo una línea recta y fina en aquella cara.

Me puse nerviosa al pensar que lo había arruinado haciendo una pregunta que tal vez el no quería contestar.

- ¿Dije algo malo?

- No, es solo que... pensar en Inglaterra me trae malos recuerdos.

- Está bien, no tienes que hablar de eso si no quieres.

- No quiero.- dijo en un susurro.

Nos quedamos así, callados, sin decirnos nada ni mirarnos en ningún momento, sentí como el ambiente se tornaba un tanto incomodo así que me estaba poniendo nerviosa.

- Deberíamos volver.- hable.

- Si.- se levanto de su lugar y se fue, sin esperarme, sin saber que yo aún estaba ahí.

Me metí al lugar tratando de buscarlo con la mirada pero se había perdido entre tanta gente, me pregunte una y otra vez que era lo que había hecho mal.

¿Por qué se molesto con una simple pregunta? ¿Por qué se enojo y se fue? ¿Por qué me dejo ahí, sola?

Tenía demasiadas preguntas y ninguna respuesta, así que me fui directo a la cafetería, pero ya no estaban mis amigas, y supuse que se habían ido al salón ya que solo faltaban cinco minutos para que se acabara la hora del almuerzo.

Y me fui, con pasos lentos y perezosos, con frío, a pesar de llevar un abrigo negro, aún tenía escalofríos, porque no tenía nada que me cubriera las pierdas desnudas por la falda que llevaba.

Hubiera traído un pans en vez de este conjunto.

Me senté en mi lugar, frente a Alyssa.

- ¿Donde estabas?- me pregunto.

- Estaba... por ahí.

- ¿Qué clase de respuesta es esa?

- Una en la que evito que me hagas más preguntas.

- ¿Qué ocultas eh?- entrecerró los ojos.

- ¡Nada!- levante las manos en señal de rendición.

- Lo descubriré tarde o temprano.

- Buena suerte.- me reí para después voltearme y prestar atención.

Las horas pasaron y finalmente llego el tiempo de irnos a casa, me moría de frío, pero aún así no lo cambiaría por nada del mundo.

Estaba caminado, alejándome de la escuela, hasta que sentí como una mano me jalaba lentamente haciéndome detente el paso.

Al voltearme pude verlo, con sus ojos llenos de vergüenza y de perdón.

Rápidamente quito su mano que aún me sujetaba para regresarla a su lugar.

- Lo siento, es solo que... quería que te detuvieras.

- Está bien.

- Lo siento por actuar así hace unos instantes, en las gradas. No era mi intención, es solo que.- lo corte.

- Está bien, no tienes que darme explicaciones.- le sonreí.

- ¿Te gustaría ir por un café?- dijo una vez que se había calmado.

- Claro.- sonreí de lado.

Caminamos bajo el cielo nublado mientras charlábamos de todo y nada a la vez. De vez en cuando se escuchaban sus risas, ese sonido que me gustaba tanto.

Llegamos a una cafetería que estaba cerca de mi casa, nos sentamos en unas de las mesas del fondo y ordenamos.

Yo un café americano y él un latte.

En otra vida Donde viven las historias. Descúbrelo ahora