Capítulo 3

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Camille

Al llegar a casa de William me percate de que sí me esperaba con un plato de comida, era una exquisita pasta italiana.

Su madre era de ese lugar, mientras que su padre era de aquí. Ellos se conocieron en una tarde por Italia, en donde los dos paseaban sin rumbo, ella llevaba unos pantalones acampanados, un pequeño top y su cabello estaba desarreglado por el fuerte viento que sacudida la ciudad aquella tarde.

Él por su parte llevaba un short, camisa suelta y ancha, tenía su cabello corto y delgado, como el de William.

Iban caminado con la mente en blanco, pensando en nada interesante, pero no fue hasta que ella se paro en aquella tienda de segunda mano, aquella en donde vendían de todo para los turistas.

Él la vio por la vitrina cómo compraba un atrapa sueños, y me dijo que desde ese momento supo que era el amor de su vida. Así que sin más se decidió para hablarle aquella chica con cabellera de color miel y larga.

Me contaron cada uno su historia desde su perspectiva, cada quien me comentó qué fue lo que sintieron en aquel primer beso bajo las estrellas, aquella primera vez en su auto enfrente de la casa de ella, la primera pelea que tuvieron, la primera cita. Todo.

Y la forma en la que me decían aquello, solo hizo que deseará que me pasará pronto, quería sentir el cariño, el amor, la sensación de miedo al hacer algo fuera de lo común, al querer compartir cada momento con aquella persona.

Quería experimentar esa huella de amor y odio a la vez, porque eso fue lo que sintieron ellos al encontrarse, al enojarse, al discutir, al reconciliarse, al volver a discutir. Todo eso quería vivirlo a flor de piel.

Quería vivir una historia de amor.

Después de pasar casi tres horas metida en aquella familia que siempre me acogía, me fui directo a casa, cansada y feliz por estar de nuevo en mi rutina.

Al llegar pude ver a mi padre sentado en el sofá frente al  televisor viendo un partido que a mí no me interesaba, a mi madre centrada en aquella tarea de leer un nuevo caso, ella era juez.

Al llegar a mi padre le di un beso en su mejilla y después me senté a su lado a ver ese partido.

Y me puse a pensar en ellos, en que no tuvieron una historia de amor fuerte, intensa, de esa que se cuela hasta los huesos, de esa que te da vértigo, de esa que es ese dulce prohibido pero que quieres probar.

Nunca vivieron nada de eso, porque los dos se conocieron en una fiesta del pueblo en donde vivían antes, ella fue solo por sus hermanas para poder cuidarlas, y él fue porque realmente quería estar ahí, rodeado de gente nueva y una no tanto.

Él se le acerco, la invitó a bailar y así empezó su historia un tanto forzaba, por él, por aquel hombre feliz y radiante, y por ella, por ser diferente a él, ser más cerrada, más independiente, más fuerte y feroz.

Eran muy diferentes, polos opuestos, sol y luna, noche y día, mar y cielo.

Después de un rato me fui a la cama y dejé que el sueño me dominará.
Al despertar me fui directo a la escuela, antes de irme mi madre me dijo que no podría pasar por mi en la tarde, que le pidiera a William que me trajera porque ella tendría un caso, y mi padre no podría ya que era cirujano, y se tendría que quedar hasta muy noche.

Le dije que no había problema y me marché, y al llegar a la escuela pude verlo, pude ver sus ojos clavados en su celular tecleando rápido, me alejé de él porque aún no tenía ese valor en acercarme y hablarle.

Me fui directo a mi lugar y dejé de que las horas pasaran hasta poder ir a comer algo.

- Prefiero frío.- hablo Alyssa mientras comía una papa frita.

- Igual.- respondí.

- Calor, me gusta más.- hablo aquel chico de ojos verdes, se había venido a sentar a nuestra mesa ya que aún no tenía amigos, y Alyssa lo acogió.

- ¿Por qué?- no pude evitar preguntar.

- Me gusta como los rayos del sol me queman la piel, como calienta mi cuerpo en cuestión de segundos y también en como el verano se acerca.

- Raro, como siempre.- hablo la pelinegra.

- Y bien. ¿Qué tal Inglaterra?- hablo Amelia.

- Bien.- se limitó a responder.

- ¿Solo bien?

- Sí, solo eso, no tiene nada de interesante aquel lugar.

- Es lindo, la gente es amable, aunque aveces hace demasiado frío.- hablo esta vez Alyssa.

- Ya veo. ¿Qué harán esta tarde?

- Iré a casa de William. Mi madre estará en un caso y mi padre en el hospital, así que no tengo a dónde ir.

- Te la pasas siempre metida en aquella casa.

- Es mi segundo hogar.- reí mientras le daba una mordida a mi manzana.

- ¿Quién es William?- habló el chico.

- Mi mejor amigo, es un año mayor que nosotros así que por eso no lo ves muy seguido por aquí, debe estar con sus amigos.

- ¿Es aquel chico que se sentó aquí?

- Sí.- me intrigaba saber cómo es que sabía eso, ya que por lo que tengo entendido Thomas no se encontraba en la cafetería ayer.- ¿Cómo sabes?

- Ayer pasé un rato por aquí y las vi con él.- bajó la vista a su jugo de mago que tenía.

Me quedé callada sin darle una respuesta.

Las horas pasaron y por fin llegó el tiempo de irnos a descansar, como siempre, William ya estaba afuera esperándome recargado en el capo de la camioneta blanca.

- ¿Nos vamos?- me pregunto una vez que ya estaba frente a mi amigo.

- Sí.- le di un beso en la mejilla ya que no lo había visto en todo el día.

En otra vida Donde viven las historias. Descúbrelo ahora