Capítulo 6

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Thomas

La primera vez que la vi me pareció demasiado interesante, ver como sus ojos grises desprendían un brillo único, un brillo que te dejaba sin aliento, de esos que siempre quieres ver y que jamás te cansaras de hacerlo.

Cuando oí su voz por primera vez sentí como algo dentro de mí se revolvió, se escuchaba temblorosa, también pude ver como se pellizcaba inconscientemente el brazo por la culpa de los nervios.

Todos esos detalles hicieron que algo en mí despertará después de tantos años, después de estar anestesiado por tanto tiempo, y me sentí extraño, me pareció demasiado raro ver cómo con su simple voz hizo que me temblara el corazón.

Cuando Alyssa nos presentó pude detallar su cara más de cerca, pude ver que tenía un pequeño lunar al lado de su boca, su cabello negro con algunas ondas caían por sus hombros, pude ver ese brillo que me había hipnotizado más de cerca.

Y cuando la tuve frente nuevamente aquella tarde, bajo los rayos del sol, bajo el cielo con nubes y con un ligero viento tocando su fina cara; me estremecí, volvió a mover algo en mi interior, algo que no tenía nombre; o no quería darle un nombre. Al menos no ahora.

Porque en esa tarde, en ese lugar, mientras sus ojos se hacían más claro por La Luz del sol, ver como su piel se hacía más pálida, como fruncía el ceño porque le molestaba La Luz que el sol desprendía.

Me gusto, me gusto verla así, tan indefensa, tan linda, tan... ella.

Llegue a casa de mi abuela, porque ahí era en donde vivía ahora.

- ¿Qué tal la escuela cariño?- preguntó mientras preparaba una sopa.

- Bien.- me limité a contestar.

- ¿Algo nuevo?- se volteo para poder verme, para poder detallarme, como siempre lo hacía. Pude observar las arrugas se hacían más notorias, sus ojos eran pequeños tras esos lentes que ahora necesitaba, y le temblaba la mano derecha tras sujetar algo con demasiada fuerza para su edad.

- Nada nuevo.

- Ayúdame a poner la mesa por favor mi cielo.

- Claro.

Fui por los platos, vasos, servilletas y todo eso que necesitábamos para poder comenzar a comer y degustar esa sopa que le quedaba exquisita a mi abuela y que solo ella sabía hacer a la perfección.

Y así lo hicimos, comimos en silencio, no era uno incómodo, ni denso, sino era fácil y agradable.

- ¿Qué tal esta Alyssa?

- Bien, esta más alta.

- Me alegro, espero que pronto la traigas a casa y la pueda ver después de tantos años.

- Claro, un día le diré que venga a visitarte.- le di el último sorbo a mi sopa.

- ¿Hiciste nuevos amigos?

Me quede un segundo pensando en darle una respuesta correcta, ya que no sabía si ahora Camille era mi amiga o no, no sabía si ella me reconocía así cuando le preguntaran lo mismo que a mí.

Pero supongo que no, supongo que no pensaba en mí cuando le preguntaban "¿Nuevos amigos?" "¿Qué tal las cosas?"

- No, solo esta Alyssa y unas amigas de ella que se sientan a su lado todos los días a comer en la cafetería.

- ¿Cómo se llaman?

- Una se llama Amelia y la otra... Camille.

- Camille, es un hermoso nombre, al igual que el de Amelia.

- Sí.

- ¿Y ya les hablaste?

- Un poco.

- ¿Un poco?

- Sí, aún no entablamos ninguna conversación interesante.

- Deberías de hacerlo, no pierdes nada.

- Algún día tal vez.

Terminé de recoger los platos sucios, de lavarlos y acomodarlos en su lugar.

Mi abuela se fue a su habitación ya que me había dicho que no se sentía muy bien, así que la ayude a subir y a recostarla de una manera delicada en aquella cama ancha y cómoda.

Yo me fui a la mía que estaba en el otro extremo de la casa, me dejé caer en ella mientras contemplaba el techo, mientras pensaba en sus ojos, su sonrisa que era linda y tierna, su cuerpo demasiado delgado, sus manos frágiles mientras escribía en su libreta, su cabello que le rozaba la cara con una delicadeza magnifica.

Y quería capturarla, quería tomarle una fotografía, quería que se viera a través de mis ojos, quería que viera que ella era así, tan transparente, tan fácilmente de leer, tan tierna e inocente, llena de virtudes y de defectos también.

Tal vez algún día lo haría, tal vez algún día le hable y seamos amigos. Tal vez algún día...

En otra vida Donde viven las historias. Descúbrelo ahora