(Parte 2)
La lluvia caía intensamente. Apenas eran las seis de la madrugada y ya la ciudad era azotada por una fuerte tormenta eléctrica que al parecer pintaba a empeorar, pero era algo que Reed y Jack no veían, para ellos el tiempo era oro.
Oro muy preciado.
-Rápido, Jack- le decía Reed mientras abría un paraguas negro y viejo- quiero estar allá lo más rápido posible.
Seguían ocultos en aquella casa vieja y desvencijada. Cada gota que caía en el techo y las paredes se sentía como el chocar de un pedazo de granizo, si las cosas seguían así, aquel lugar no resistiría hasta el fin del invierno.
-No sé de qué te apuras- le replicaba mientras guardaba algo debajo de su túnica roja.- Lo tenemos acorralado prácticamente; no escapará- Reed le dirigió una mirada casi asesina, odiaba mucho la subestimación, y más viniendo de una persona como Jack, pues, para él, respetar al rival era algo muy importante en todos los ámbitos de lucha.
-No quiero correr más riesgos-le dijo después de un tiempo, no tenía ganas de regañar a su compañero, hacía mucho tiempo aprendió que aquello siempre resultaba en vano. Abrió la puerta y le miró -¿Qué hiciste con la chica?- Jack sonrió como tiburón.
-Ya me encargue de ella- Reed ni se inmutó; sabía perfectamente que había hecho, y también estaba muy ocupado en otras cosas como para preocuparse por algo tan insignificante… Por ahora.- ¿Nos vamos?
Reed asintió con la cabeza. Se colocó su mascará y su capucha, Jack hizo lo mismo. Salieron de aquella casa, a la que seguramente no volverían, y partieron a paso rápido.
El tiempo corría, y ellos lo sabían.
Ellos, y otros más…
· ·
-¿Puedo sentarme contigo?- me preguntó una voz desde atrás; era Alice.
-C-Claro- dije dudando, me sorprendía verla. Al ser tan callada a veces no la notaba en el salón.
Sonrió se sentó a mi lado. Nos encontrábamos en una de las diversas bancas que tenía el patio de la escuela, la nuestra estaba bastante cerca de la cafetería pues teníamos que cubrirnos con algo; desde muy temprano había estado lloviendo, y aunque ya la intensidad del agua era menor lo mejor que podíamos hacer era estar protegidos por el techito que tenía aquel lugar. Alice me miró y acomodó sus gafas sonriendo.
-Quiero que veas algo- sacó un cuaderno de su mochila, bastante colorido y con muchos dibujos muy caricaturescos- vi que te gustaron mis dibujos, y pues… Quisiera mostrarte otros- me pasó aquel cuaderno, de unas cien hojas, y lo abrí minuciosamente.
Mis ojos se abrieron de par en par al ver aquellas… pequeñas obras de arte. A decir verdad solo había visto dibujos tan bien hechos en los comics y en imágenes de internet, eran muy detallados, con mucho color, hecho a marcadores y lapiceros, y al ser tan vivos y complejos uno no podía dejar de verlos.
-Wow…- fue lo único que alcancé a decir mientras veía aquello, Alice soltó una risita- eres muy buena, de verdad.
-Gracias- noté un breve sonrojo en sus cachetes, pero aún así se le veía muy feliz. Yo seguí mirando sus dibujos con detenimiento, hasta que me di cuenta que se movía mucho, acomodando demasiado su chaqueta negra que tenía un león dorado bordado en su pecho.
-… ¿Te pasa algo?- le pregunté dejando el cuaderno a un lado, ella me respondió que tenía mucho frio, así que decidimos subir a los salones antes de que sonara el timbre, para poder tomar un poco de calor.
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Secretos
FantasySherman es un chico normal, que vive su vida tranquilamente llena de pocas preocupaciones. Pero la aparición de una joven hará que su vida de un vuelco, descubriendo uno de los grandes secretos que siempre se ah llevado la atención de la humanidad a...