Capitulo 4: Suspenso en la nieve.

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Miré el reloj de pared de mi habitación, después me dirigí hacia la ventana algo empañada y maldije entre dientes.

Nevaba, nevaba muy fuerte.

Aquel domingo amaneció con una fuerte nevada, que no dejaba salir a nadie de su casa pues era muy peligroso, sobretodo porque podías quedar atrapado entre la nieve y el viento, que juntos provocaban una muerte segura. Pero ya solo faltaban unos veinte minutos para las tres de la tarde y la nieve no paraba, todo indicaba que no podría ir a la cita de Marco: Charly va a matarme.

Me aparté de la ventana y me senté en mi cama. Pensativo y dudativo me cuestionaba sobre cómo debía actuar, pero no encontraba mucha respuesta, al fin y al cabo ¿Qué podía hacer? No iba a aventurarme a salir allá afuera con tanta nieve, además mi abuelo no me dejaría; "Estas loco, Sherman. Es muy peligroso salir afuera con está ventisca, ve mejor quedáte en tu habitación, y si quieres te preparo un chocolate caliente" seguro me diría con su acento argentino, que atrapó después de haber escuchado toda su vida a los comentaristas argentinos que relataban los partidos de River Plate, y ¿quién era yo para cuestionarlo? No le iba a decir que un tipo que apenas conozco me va a enseñar a ser un cazador de demonios o algo así, y si se lo decía seguro al día siguiente me mandaría a un centro de rehabilitación para que me trataran.

Mire el reloj otra vez y ya eran las tres, solté un suspiro y resignado baje la cabeza, pensando "bueno, no hay nada que hacer" después me incorporé y abrí mi armario para colocarme unos guantes: el frió me estaba matando, pero mientras buscaba entre toda mi ropa sentí algo extraño en aquel lugar, mire por detrás de mí y encontré que Marco estaba ahí, mirándome en silencio con sus ojos azules intimidadores. Del susto caí al suelo sin dejar de verlo fijamente, mientras el al parecer se lo tomaba como lo más normal del mundo.

-M-Marco, ¿cómo entraste?-le pregunté gagueando.

-Te dije que a las tres y que no me fallaras- su cara estaba casi totalmente tapada con una bufanda larga que solo dejaba ver sus ojos, además llevaba el mismo sombrero extraño de ayer.

-Oye, es que el clima está atroz y pues...-sacó un cuchillo largo de su gabán, al parecer muy afilado, y me lo colocó en la garganta; yo estaba aterrorizado.

-Primera regla: no me gusta que me hagan esperar, ¿entendido?-yo asentí con los ojos hecho platos del miedo.- Vuélvelo a hacer y sabrás lo que duele una cortada profunda.

Se levantó y se quitó su sombrero dejándolo en mi mesa de noche, después la bufanda que dejó en el mismo lugar. En ese momento logre ver su cara completamente por primera vez; pelo largo, descuidado y crespo que le cubría casi toda la nuca, una nariz larga y fina y un rostro que dejaba ver que no se afeitaba desde hace una semana. Además mostraba cierta tranquilidad que nunca había visto en una persona, como si tuviera todo bajo control.

Me levanté del piso algo asustado. Marco se quedó de pie mirando mi Guitarra con detalle, me senté en mi cama y pasaron unos cuantos minutos en silencio, mientras resonaba en el techo la fuerza del viento que traía nieve consigo. Al final sin despojar su mirada de la guitarra Marco exclamó:

-Linda Telecaster, ¿Cómo la conseguiste?

-En un concurso-respondí mirándolo de mala forma, pero el solo se limitó a exclamar un "ah" después giró su mirada hacía mí.

-Vendrás conmigo ahora, te llevare a mi casa para mostrarte cómo será el entrenamiento.

-Ya te dije que no puedo, está nevando-¿Por qué insiste tanto?

-Parará, en pocos segundos-dijo mirando su reloj, yo deje escapar un "sí, claro" y el añadió sin dejar de ver su reloj-si quieres compruébalo mirando por la ventana.

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