Capítulo 5

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La brisa de la noche golpeaba con suavidad su rostro acaramelado, le acariciaba dulcemente provocando que sus hebras plateadas danzaran en el aire despeinándolo ligeramente en el proceso, una de sus manos fue hasta su cabello intentando que no obstruyera la vista de sus orbes hacia la ciudad. Admiraba las luces coloridas de los diferentes establecimientos que lograba visualizar, la apacible noche parecía traer calma consigo para todo aquel que quisiera disfrutar de ella y podía sentirse la tranquilidad en el aire, a pesar de que en su interior todo era un remolino de sentimientos. Su rostro ensimismado en sus pensamientos solamente exteriorizaba una muy diminuta fracción de lo que sentía en esos momentos, lo demostraba con la sonrisa melancólica que sus labios dibujaban al recordar viejos tiempos, al igual que la pequeña y cristalina lágrima que se deslizó por su mejilla al ver en cada memoria a su compañero de vida, el cual extrañaba.

Mientras tanto, en una de las habitaciones de aquella casa se encontraba un rubio cenizo acostado en la amplia cama donde por varios días venía durmiendo, se removía muy inquietamente de un lado a otro, de forma inconsciente hacia muecas de incomodidad, su sueño estaba siendo perturbado con un extraño escenario a su parecer. La obra que se daba en su subconsciente era confuso a su manera de ver, estaba él de pie en un extenso campo verde en medio de un monte, el lugar parecía ser uno bastante relajante para descansar por lo que se sentó estirando una de sus piernas y la otra dejándola flexionada aprovechando de reposar su brazo sobre ella. Miraba atentamente y de forma pacífica todo el paisaje que lo rodeaba, intercalaba su vista sobre todos los animales que pasaban cerca suyo, estaba por primera vez en un estado dócil al estar en armonía con la naturaleza de forma tan grata, obviamente hasta que los animales comenzaron a correr despavoridos en diferentes direcciones al mismo tiempo que el cielo comenzaba a tintarse de negro, su cuerpo se tensó al ver como todo estaba cambiando de forma tan drástica y ya no había ese agradable ambiente de antes. En cuestión de segundos se vio completamente solo en aquel lúgubre lugar, hasta que escuchó una voz llamarlo desde unos metros detrás suya, volteó al instante observando una silueta de una persona que juraba conocerla pero no lograba distinguir de quien se trataba, su cara estaba algo borrosa siendo su sonrisa lo único que vislumbraba correctamente.

-Carlo- Llamó de forma dulce y a la vez juguetón con esa amplia sonrisa mostrándole todos sus dientes. -Ven conmigo, vamos juntos Carlo- 

Simplemente se quedó congelado en su lugar analizando aquella elegante figura, estaba complemente de que lo conocía, pero seguía sin poder ver su rostro.

-Carlo- Insistió disminuyendo su sonrisa para cambiar su semblante a uno de terror. -¡Carlo!-

Ante el grito, se reincorporó de inmediato y comenzó a correr hasta aquella figura, estiró su brazo queriendo alcanzarlo pero simplemente sentía que no conseguía avanzar hasta aquella persona.

-¡CARLO!- Vociferó para terminar desapareciendo frente a sus orbes celestes.

Al ver como el contrario no estaba más con él, su pecho comenzó a doler, sentía su corazón estrujarse al presenciar el final de aquella persona frente a sus ojos, cayó de rodillas al suelo apretando su mano fuertemente contra su pecho y chocando su frente contra el césped en señal de derrota, derramando varias lágrimas y cuando pensaba que estaba todo apunto de terminar, escuchó una voz que conocía bastante bien, una que siempre lograba calmarlo con solo escucharlo hablar.

-Nos volveremos a ver, hermano- 

Rápidamente se despertó sentándose en la cama, su respiración estaba bastante agitada, su pecho se hinchaba inhalando y exhalando aire de forma estrepitosa. Miró todo a su alrededor divisando cada mueble y objeto en aquella habitación, una vez que consiguió calmarse y situarse en donde se encontraba, se levantó y salió del cuarto. Se encaminó a la cocina y fue a por un poco de agua, se extrañó de que la casa estuviera tan silenciosa, había mirado muy velozmente la habitación de Horacio y no estaba allí, le pareció muy curioso que haya salido y lo dejara solo. 

Decidió salir un momento al jardín para despejarse un poco con la fresca brisa nocturna, dio un pequeño paseo hasta que algo le llamó la atención, en el tejado de la cada distinguió una silueta sentada en completo silencio, sin pensarlo mucho comenzó a escalar para después posicionarse a un lado de aquella persona. Se quedaron unos segundos en silencio apreciando las resplandecientes luces de la ciudad, el que ya llevaba bastante tiempo ahí arriba, frotó sus ojos intentando borrar todo rastro que le dejara en evidencia, aunque fue inútil ya que el recién llegado intuía que algo pasaba.

-Al parecer no está siendo una muy buena noche- Habló muy bajito, sino fuera porque estaban uno al lado del otro, sus palabras hubieran sido arrastradas por el viento.

-Pero si es una noche preciosa ¿Acaso no lo ves?- Replicó con un tono un poco animado aunque su rostro estuviera completamente serio y triste.

-Sabes perfectamente que no me refería a eso- Susurró para dejarle paso a un silencio de un par de minutos.

-Lo extraño- Confesó el dueño de la casa sorbiendo ligeramente su nariz. -No puedo dejar de pensar en él y desear que su figura se materializara enfrente mía-  

-Al menos tu tienes una imagen clara de la persona a la que extrañas- Comentó con una risita. -Yo soñé con él, no logré ver su rostro pero al ver su figura allí de pie, sentía que era lo más importante para mi y que debía encontrarlo de inmediato-

-Estas comenzando a recordar entonces, seguramente no falta mucho para que tengas todo más claro- Le animó con una diminuta sonrisa. 

-Espero que sí, debo ir con él lo antes posible- Dijo decidido elevando su cabeza para mirar las estrellas en lo alto. -Debo estar con mi hermano-

El de orbes bicolor volteó ligeramente su rostro para observarlo fijamente, él también deseaba que lo recordara, que recuperara su memoria rápidamente porque el único que podría tener una pista sobre su compañero de vida era aquel italiano, el hermano mayor de los jefes de la mafia italiana de Marbella, aquel que respondía al nombre de Toni Gambino.



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Ricorda... Mio FratelloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora