Capítulo 12

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El conticinio fue brutalmente perturbado por las ruidosas y constantes sirenas acercándose a gran velocidad, el par de hermanos disolvieron rápidamente el pequeño abrazo y se miraron entre sí, sabían que estaban en un gran problema si los encontraban, sintieron un agarre en una de sus manos para seguidamente ser arrastrados a otra parte del enorme jardín. El dueño de la propiedad los había llevado hasta detrás de una pequeña construcción que había cerca de su piscina, se asomó por una de las esquinas y dio una rápida mirada observando como dos patrullas se estacionaban frente a la entrada de su vivienda.

-Si quieren escapar deberían de hacerlo ahora- Avisó volteando a verlos.

-Horacio ¿Y tu?- Susurró el rubio.

-Soy del FBI ¿Qué podrían hacerme a mi?- Dijo volviendo a mirar que no entraba nadie todavía, pero que algunos oficiales se encontraban inspeccionando por fuera.

-No me refiero a eso, quiero decir que si estarás bien tu solo-

Una pequeña risa sin gracia salió de los labios del de cresta, ¿Realmente ésta persona se estaba preocupando por él? Fue justamente ese mafioso quien mató a su compañero y él lo alejó por varios meses de su hermano, sinceramente era una situación bastante irónica.

-Ya estoy acostumbrado la verdad- Contestó con un semblante triste, sacudió ligeramente su cabeza para despejar todos aquellos pensamientos pesimistas que querían alojarse en su mente. -Váyanse ya-

-¿No quieres venir con nosotros?- Ofreció el rubio siendo tomado de la mano por el menor que quería salir de inmediato de allí al sentirse nervioso por el constante sonido de las sirenas.

-¿Enserio le estas pidiendo a un federal que vaya contigo?- Interrogó con incredulidad, soltando una corta risa.

-Gustabo me pidió que cuidara de ti- Se limitó a responder mirando fugazmente al rubio cenizo que tironeaba incesantemente de su mano.

-Estaré bien, pero ustedes deben irse, a no ser que quieran que los arreste ahora mismo- 

-Espero volver a verte- Dijo el Gambino mayor poniendo una mano en su hombro.

-No creo que realmente quieras eso, porque seguramente si nos volvemos a cruzar, será por nuevas órdenes que haya recibido- Contestó imitando la acción del rubio colocando su mano en el hombro contrario.

-Puedes venir con nosotros cuando quieras, pero no como el federal en busca de los mafiosos, sino que nos encontraremos como Toni, Carlo y Horacio- Le regaló una sonrisa sincera y se alejó al escuchar como la reja de entrada se abría. -Si no te quedara tan bien esa placa te traería con nosotros para que seas parte de la familia-

El de orbes bicolores soltó una ligera risita que contagió al par de mafiosos, quizás en otras circunstancias podrían haber tenido una buena relación junto con Gustabo, seguramente se hubieran llevado muy bien por sus personalidades pero el destino jugó de una manera en la que les tocó ser rivales por estar en bandos completamente diferentes.   

-Carlo- Metió la mano en el bolsillo de su campera y sacó un móvil extendiéndolo hacia el nombrado. -Esto es tuyo-

-Gracias- Lo tomó y lo guardó. -Espero que algún día nos visites, te devolveré el favor por cuidar de mi- Fue lo último que dijo.

Los tres dieron un ligero asentimiento de cabeza y con prisa el par de hermanos escaló el muro escapando del lugar cruzando por los patios traseros de las casas. Pérez vio como desaparecían de su vista, soltó un suspiro cargado de diversos sentimientos, si fuera otra situación los hubiera detenido y seguramente tomaría venganza, pero ese par le recordaba a Gustabo y a él cuando estaban juntos, así que se rindió ante ese sentimiento dejándolos escapar a ambos, juntos como algún tiempo él había prometido estar con su compañero de vida.

Volteó su vista al estrellado cielo nocturno por unos minutos y después salió lentamente caminando hasta la piscina, logró ver a los agentes entrando con cautela al lugar y sin prisa alguna se acercó a ellos para solucionar todo el problema, ya se le ocurriría alguna excusa que dar, pero debía darles un poco de tiempo para que ese dúo de hermanos italianos se alejaran lo suficiente.

-¿Qué pasa oficiales?- Interrogó posicionándose frente a los agentes.

-Simplemente recibimos un aviso de los vecinos- Informó uno de ellos. -¿No le importará que echemos un vistazo, verdad?-

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Mientras tanto, el par Gambino corría ocultándose entre los arbustos y los jardines de las casas hasta salir de la parte urbanizada, se encaminaron en dirección a las montañas y una vez se sintieron a salvo de cualquier altercado con la policía, se detuvieron escondidos entre unas rocas y plantas solo por precaución.

-Voy a llamar a José para que venga a por nosotros- Avisó sacando su móvil para contactar con el nombrado.

-¿A quién?- Preguntó con confusión en sus ojos claros.

Rápidamente el rubio dirigió su vista al rostro del menor intentando buscar alguna señal que le indicara que estaba bromeando, pero al no visualizar ningún gesto aparte del desconcierto se dio cuenta que algo no estaba funcionando bien en su consanguíneo.

-Carlo ¿Lo dices enserio? José, nuestro José perra- Le miró atento esperando alguna reacción.

-¿Entonces de ahí salió esa expresión, de un tal José que conocemos?- Preguntó dudoso.  

-Ay la madre que me parió- Golpeó suavemente su frente con la palma de su mano. -¿Y qué me dices de Igor?-

Al ver el imperturbable rostro del menor, cerró sus párpados soltando un suspiro y volviendo a intentar con otros nombres.

-¿Hai? ¿Fedor? ¿Salinas?- Al no obtener reacción alguna hizo una mueca de frustración. -¿Ni siquiera el abogado?-

-Tengo imágenes fugaces y borrosas- Contestó con simpleza. -¿Abogado de mierda?- 

-¡Sí! ¿Entonces lo recuerdas?- El rubio cenizo negó con su cabeza como contestación. -Joder-

Llamó unos minutos a Heredia informándole brevemente de la situación y describiéndole donde se encontraba, colgó y por mensaje le pasó la ubicación para que los encontrara mas fácilmente. Fijó su atención en su hermano quien estaba ensimismado en sus pensamientos haciendo muecas graciosas a la vista del rubio.

-¿Todo bien?- Le sacó de su mente pasando un brazo por detrás de su cabeza en un pequeño abrazo.

-Sí... Eh Toni ¿Por qué terminamos aquí, tan lejos de Italia?- Sus orbes reflejaban clara curiosidad por la respuesta de su mayor.

-Bueno, es algo largo de explicar. Pero en resumen, tu y yo creamos nuestra propia mafia, asi que justo por eso te capturaron-

-¿Qué?- Fue lo único que su cerebro logró emitir ante las palabras de Toni.

-Cuando estemos en un lugar seguro me encargaré de contarte todo- Contestó apoyando su cabeza contra la del menor y entrelazando una de sus manos con los dedos del contrario.

Finalmente tenía a su hermanito sano y salvo, con solo tener a Carlo nuevamente con él ya se sentía completo otra vez, podía descansar tranquilamente por fin.   


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Ricorda... Mio FratelloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora