Capítulo 9

389 61 16
                                    

En aquella pacífica noche que cayó sobre la ciudad de Los Santos, comenzó a reinar un profundo silencio en el jardín de la casa del agente del FBI, el nombrado se había perdido nuevamente en su mente por las palabras emitidas por Pogo. El rubio cenizo se levantó liberando al rubio y permitiéndole que se reincorporara, Aunque a los segundos volvió a caer otra vez con su espalda al suelo al recibir otro golpe pero esta vez por parte del de cresta que había corrido en su dirección con gran velocidad y en completo silencio, asestándole un golpe que logró tumbarlo en el suelo.

-¡Quítamelo! ¡Pogo en peligro!- Gritaba desesperado el payaso intentando cubrirse con sus brazos lo máximo posible, pero la fuerza con la que el contrario le golpeaba le dejaba ardiendo cada zona en donde impactaban los puños de Horacio y cada vez cansándole más los brazos, hasta que finalmente se rindió y cayó inconsciente.

A los minutos despertó abruptamente y sin entender qué pasaba se cubrió lo máximo que pudo, aunque ya había recibido varios golpes ya que el de cresta parecía fuera de sí y no daba señales de parar con su accionar. Intentó mirar hacia todos lados buscando algo con qué librarse del agente, chocó sus orbes claros con otros del mismo tono que le miraban con confusión.

-Carlo...- Logró murmurar soltando pequeñas lágrimas sintiendo desfallecer en cualquier momento.

Ante el encuentro de miradas y el leve llamado del contrario su mente viajó, viajó al pasado. Estaba en el continente europeo, en su hogar, Italia. Podía ver todos los edificios más grandes de lo normal, los adultos parecían ser gigantes a su lado, a lo que dedujo que era un recuerdo donde era un pequeño corriendo detrás de otro niño un poco más alto que él, ambos reían y jugaban juntos, en todo momento estaban los dos, se mostraban inseparables y así era. De golpe fue como si diera un pequeño salto en el tiempo, se encontraba en un callejón siendo agarrado por dos muchachos más grandes que él mientras intentaba librarse desesperadamente para ayudar al otro niño que estaba en el suelo siendo golpeado por otros dos más grandes, sus ojitos celestes lloraban demostrando una gran rabia y coraje por como estaban golpeando a su compañero sin cesar, apretó fuerte sus dientes y cuando vio como el otro pequeño escupía un líquido rojizo de sus labios, sus ojos se abrieron en demasía con miedo y furia.

-¡TONI!- Gritó con voz infantil para deshacerse de sus dos captores con una fuerza inhumana y correr hacia su hermano. Su vista se nubló y todo quedó oscuro por un segundo para después volver al presente y ver casi la misma escena que en sus recuerdos. -¡TONI!- Esta vez su voz salió grave y corrió hasta el par empujando con su hombro al de cresta que estaba encima del rubio, logrando alejarlo.

Con mucho cuidado ayudó al italiano mayor a levantarse, con sus dos manos en la mejilla del contrario inspeccionó detenidamente sus facciones, ¿Cómo pudo olvidarlo? ¿Cómo fue que desconoció a esa persona que era la más importante para él, aquella a la que más amaba en el mundo? Escuchó como el dueño de la vivienda volvía a acercarse con pasos pesados, asique dio media vuelta y colocó al rubio detrás suya en un instinto protector.

-Quítate Carlo ¡Hazte a un lado!- Vociferó el de orbes bicolor con desespero en su voz y en su semblante.

-No- Decretó firme recibiendo un golpe en la mejilla.

-¡Carlo!- El rubio intentó acercarse pero se detuvo de golpe al observar como el de cresta volteó en su dirección alzando el puño, pero nuevamente el rubio cenizo intervino deteniendo el impacto del golpe.

Un intercambio de golpes comenzó entre los dos más altos, un duelo donde no sólo luchaban con sus puños, también lanzaban patadas contra el adversario e incluso algún que otro cabezazo. El rubio solamente atinó a quedarse quieto observando la pelea entre su hermano y el federal, no entendía como habían terminado así, luchando con la fiereza de unos animales queriendo reclamar un territorio. De vez en cuando debía moverse de sitio para evitar algún golpe indeseado, estuvieron bastante rato peleando entre sí hasta que en uno de esos descuidos el rubio cenizo recibió un fuerte puñetazo en la cara pero a la vez él devolvió una patada al contrario justo en el estómago, lo que provocó que ambos cayeran al suelo respirando fuertemente para recuperar el aire.

-Carlo, vámonos ya, por favor- Susurró el italiano mayor acercándose al nombra y agachándose para que le escuchara.

-Todavía... Todavía no- Respondió buscando normalizar su estado agitado.

-Pero ¿Por qué? ¿Por qué estás peleando con él cuando tenemos la oportunidad de irnos? Aprovechemos ahora que está en el suelo- Dijo mientras ayudaba al menor a reincorporarse lentamente.

-Debo ayudarlo- Fue lo único que dijo mirando el cuerpo en el suelo del de cresta.

-¿Ayudarlo con qué? ¡Que es un jodido federal!- Exclamó enojado señalando con su ceño fruncido al contrario. -¡Él fue quien nos separó!-

-Necesita ayuda ahora mismo y de los dos yo soy él único que puede ayudarle a sacarse toda esa frustración que busca descargar- Intentó explicar volteando a verlo con seriedad.

-¿Qué frustración? ¿De qué cojones hablas, Carlo?- Cada vez se oía más confundido.

-La de haber perdido a su compañero sin poder hacer nada al respecto- Contestó mirando nuevamente a Pérez.

Al quedarse el par de hermanos en silencio, consiguieron escuchar pequeños sollozos que lograban quebrar el alma, junto a una voz rota que a cada segundo pronunciaba el mismo nombre en un tono bastante triste y lastimero. El dolor se veía materializado en las lágrimas y en los gimoteos de aquella persona de cresta, sus siempre vivos y brillosos ojos heterocromáticos ahora reflejaban un sufrimiento devastador.

-No lo entiendo... ¿Cómo vas a ayudarlo agarrándote a puñetazos con él?- Murmuró el Gambino mayor con un mueca sintiendo pena por el destruido hombre en el suelo.

-Porque soy como él- Al recibir una mirada confundida de los orbes de su mayor, decidió explayarse. -Porque si yo perdiera a alguien tan importante como parecía ser esta persona para él, seguramente también haría cosas que me autodestruyeran-

-¿Por qué harías eso?- Interrogó aún más confundido.

-Justamente porque me sentiría frustrado por no haber podido protegerlo- Giró su cuerpo completamente hacía el rubio y chocó sus ojos celestes con el par del mayor. -Porque si yo te perdiera Toni, me culparía a cada instante el no haberlo evitado, me metería en problemas sin importarme el daño que podría recibir, después de todo una gran parte de mi ya estaría muerta-



ºoºoºoºoºoºoºoºoºoºoºoºoºoºoºoºoºoºoº

Ricorda... Mio FratelloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora