Capítulo 25

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⚠️ Lenguaje ofensivo y vulgar⚠️

Ya era otro día, aún seguía en el hospital. No sabía que hacer, tampoco traía dinero para volver y mucho menos para comer algo.

Tsukishima venía en camino.

Con una frazada que me dio la enfermera estaba en la sala de espera aguardando al doctor a que me dijera que tengo que hacer ahora... esto lo tendría que hacer mi padre, pero claro, ni siquiera sabe que pasó con su exesposa.

Me levanté un momento para estirarme.

—Lamento haberme demorado tanto. —sentí una mano en mi hombro, alcé la mirada y era él, Tsukishima.

—No te preocupes. —sonreí un poco.

—Ven siéntate, ¿cómo estás? ¿has comido algo?

—No, no tengo dinero. —respondí.

—Bien, espérame aquí. —se levantó del lugar y desapareció en una esquina. Volvió casi de inmediato con algo en sus manos, no alcanzaba a ver. —Toma, estás fría y debes tener hambre.

Puso en mis manos un café y un dulce cualquiera de las máquinas expendedoras.

—Gracias, en serio.

—No es nada. —movió un poco de cabello que tapaba mi rostro y dio un pequeño cariño en él. —¿Has hablado con tu padre? — agregó.

—No, no le he dicho nada aún.

—¿Quieres que te acompañe a casa a decirle y de paso descansas un poco?

—No... no puedo, tengo trabajo... debo pagar muchas cos...

—Dame tu teléfono. —me interrumpió.

Solo le hice caso y le di mi teléfono.

Se levantó del lugar junto con mi teléfono en mano y llamó a alguien. Se veía serio, estaba siendo más atento y tierno de lo normal, sin ninguna pizca de sarcasmo, chiste ni ironía.

Volvió a mi lado y me devolvió el teléfono.

—Llamé a tu jefa y le conté lo que pasó, amable dijo que no te preocuparas, que te tomaras el tiempo que necesitaras.

—No sé qué haría sin ti. —lo miré enternecida.

—Es lo mínimo que puedo hacer.

—Señorita Yamagawa. —habló el doctor.

—Yo me encargo, quédate ahí. —habló Kei.

No logré escuchar nada de lo que hablaban, estaba en una especie de shock.

—Amor, ven, vamos a casa.

Devolví la frazada y de su mano salí del hospital.

—El cambio de aire te puede hacer mal, ten. —antes de salir se quitó una chaqueta que traía.

—Gracias. —me acercó con una de sus manos y dio un beso en mi cabeza.

Nos demoramos unos 20 minutos en llegar a mi casa y toqué el timbre.

—¿Quién molesta a esta hora de la mañana? —reclamó papá. —Hija, ve a abrir.

Mi hermana abrió la puerta y gritó. —Papá, ¡es (tn) junto a un chico! — dejó la puerta abierta y volvió a la sala.

—¿Un chico? — habló para sí mismo. Se levantó del sofá y se acercó a mí. —¿Quién crees que eres (tn)?, ¿crees que esta casa es un prostíbulo?, ayer saliste como si nada ¿y te atreves a volver a esta hora y además con un chico?, ¿usaste a tu madre como excusa para salir de noche como una maldita prostituta? eres igual a tu madre. Se tiene bien merecido esa enfermedad, y espero que muera pronto y deje de quejarse.

Con lágrimas saliendo de mis ojos contesté. —¡No hables así de ella, no tienes el derecho de si quiera pensar en ella!

—¿Qué no tengo el derecho? mantuve a esa mujer por varios años y nunca le faltó nada. Además, ¿quién crees que eres para responderme así? eres una maldita malcriada, además de una cualquiera. —alzó su mano su mano y rápidamente la acercó a mi rostro.

—Ya escuché suficiente. —Tsukishima detuvo su mano o de otro modo me hubiera golpeado. Mi padre era notablemente más bajo que Tsukishima. —Déjeme adivinar, es el típico hombre con mentalidad cavernícola que piensa que todos deben retribuirle sus actos, en especial su mujer. Qué claro, como usted la mantiene siente que tiene el derecho de hacer lo que sea ¿verdad?

—¿Qué estás diciendo mocoso? — dijo enfadado mi padre.

Aun sujetando con aún más fuerza su mano agregó. —Déjame recordarle que según las leyes japonesas cualquier acto de violencia intrafamiliar está gravemente penado por la ley ¿o me equivoco? —ni si quiera dejó que le respondiera. —Claro que no, si no quiere pasar sus últimos años de vida en la cárcel. —lo miró despectivamente. — aunque por lo que veo no creo que sean muchos, no se atreva ni a respirar sobre (t/n) o yo mismo me encargaré que no vuelva a gozar de su libertad. ¿Le quedó claro o se lo dibujo? — soltó su mano contra él.

Lo tomé de la mano y lo guie a mi habitación. Cerré con llave y me senté en la cama.

—Lamento involucrarte en todo esto, yo debería arreglarlo, es solo que...

—No, no te disculpes. Te doy todo mi apoyo en esto. No dejaré que nada más te afecte.

Me levanté y me acerqué a él y lo miré un momento, mis dos manos aferrándose a su ropa a la altura de su cadera. Él con sus dos manos, despejando mi rostro de mi cabello. Se acercó y me dio un corto y tierno beso.

Mis lágrimas comenzaron a salir.

Se sentó en cama, me acercó a él y me abrazó. —Llora todo lo que quieras, aquí estoy para ti.

Estuvimos así un buen rato y dejé de llorar, solo nos quedamos así unos minutos más. Papá ya se había ido y no quedaba nadie más en casa,

—Si quieres ve a ducharte, yo te haré algo de comer.

—Está bien, gracias. —respondí.

Pasó el día, Tsukishima se quedaría hoy, era viernes y venía el fin de semana asi que no habría problema.

—¿Tú mamá no dijo nada? — pregunté.

—No, ella entendía todo lo que pasó. No hay problema. Ahora hay que dormir, debes estar muy cansada.

—Tienes razón...— me acomodé a un lado de la cama y Tsukishima se acomodó a mi lado también. Coloqué mi cabeza sobre su pecho y lo abracé, el respondió mi abrazo. Acariciando un poco mi cabeza, mi espalda, mi brazo y mi cintura, me dormí.

Mañana era el funeral.

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Eres molesta. [Tsukishima x tú♡]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora