Llevaba cerca de 20 minutos en la enfermería con el hielo en la cara, dolía menos, pero tenía la cara congelada. Cuando la enfermera me dijo que ya podía irme fui a buscar mi bolso para volver a casa. Lo que no había pensado era que el entrenamiento había terminado hace unos 10 minutos y mi bolso estaba en el gimnasio, se veía que ya no había nadie así que sólo me dirigí a la salida resignada a irme sin el bolso.
—¿En serio te ibas a ir sin tu bolso?— su voz burlona invadió mis oídos.
—Ja...ja, ya dámelo. — me giré y vi que Tsukishima sujetaba mi bolso.
—Si lo alcanzas te lo paso. — sujetó mi bolso por sobre su cabeza.
—Sabes que no podré alcanzarlo, mides como 2 metros y yo apenas 1.55. Así que chiste.
—Entonces no te lo devuelvo, nos vemos mañana.
—Está bien.— me acerqué quedando de frente a él y lo golpeé en el estómago, suave pero suficiente como para que se agachara y bajara el bolso. —Fue más sencillo de lo que creí, bueno nos vemos mañana.
—Vamos en la misma dirección por si no te habías dado cuenta.
—Oh cierto, qué tragedia. — puse mi mano en mi pecho irónicamente.
—Eso debería decirlo yo. — bromeamos como siempre y comenzamos a caminar. Estaba oscuro pero la noche era cálida, los faroles de la calle iluminaban débilmente el asfalto. Era entretenido volver a casa con él, a pesar de sus ganas de molestarme.
—¿Y qué hacías con mi bolso?, ¿una excusa para hablarme? porque además llevas como 10 minutos esperándome.
—Ni te creas, Daichi-san me obligó a esperarte y devolvertelo.
—Lo supuse. Como sea, aquí me desvío para irme.
—¿No me darás las gracias?— dijo con una sonrisa en su rostro
—¿Por hacer algo que te obligaron? pfff...
—De todas formas obtuviste tu bolso...
—Está bien, ven acércate. — se acercó lento y dudoso y en cuanto estuvo frente a mi lo golpeé nuevamente en el estómago y se inclinó a la altura de mi cara. — Gracias. — le di un beso en la mejilla y me volteé para irme. Él solo sonrió y se incorporó nuevamente para regresar a su casa.
—¿Con qué así nos vamos eh? está bien...— susurró Tsukishima mientras caminaba.
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Era el día en que viajamos a Tokio aunque tristemente Hinata y Kageyama repetirán el exámen el mismo día luego de haber reprobado inglés y literatura, respectivamente. Bajamos del autobús, el lugar no era tan distinto a Miyagi por lo que al parecer estábamos en los suburbios.
Bajé junto a Shimizu, a mis espaldas venía Nishinoya empujando a un Tsukishima muerto de sueño y a su lado Yamaguchi.
—¡Ahora hay dos chicas! ¡Una hermosa y una linda!— gritó de rodillas un chico con un mohicano. Tanaka le continuó la conversación y nosotras solo seguimos de largo para entrar al gimnasio. Había muchos equipos y de seguro muy buenos. Nuestro primer partido fue contra un equipo llamado Fukurodani, perdimos el primer set 16-25. Eran muy buenos, pero según el entrenador era lo que significaba estar a nivel nacional.
Han jugado varios sets contra distintos equipos pero no hemos logrado ganar ninguno y de castigo tienen que dar un vuelta de lanzamientos. Luego de que Hinata y Kageyama llegaran jugamos contra Shinzen y logramos ganar al fin un set quedando 21-25. Los entrenamientos terminaron unos 20 minutos después, todos fueron a bañarse para luego irse a dormir. Yo dormiría junto a Kiyoko y la hermana de Tanaka la cuál fue la que trajo a Hinata y Kageyama a Tokio.
—Es nuestro turno de bañarnos, los chicos ya terminaron. — dijo Shimizu.
—¿Y la hermana de Tanaka?
—Está con los senpais.
—Oh ya veo, vamos entonces. — el pasillo a los baños era largo y oscuro. Mientras caminamos me di cuenta de que se me olvidó lo más esencial: la toalla.
—Oh, Shimizu-senpai, se me quedó la toalla en mi bolso volveré por ella.
—Está bien, estaré en el baño. — me di la vuelta para ir a por mi toalla, el pasillo si que daba algo de miedo, la única luz que quedaba era la de la sala que ocupamos como dormitorio. Luego de sacar la toalla salí del salón para cerrar la puerta.
—Creo que es peligroso que estés sola en un lugar tan oscuro. — esa voz en medio de la oscuridad recorrió mi cuerpo causando un escalofrío, de un salto por el susto me di vuelta chocando de espalda contra la pared.
—El único peligro aquí eres tú, casi me das un infarto idiota.
—¿Peligroso, yo?— dijo confundido Tsukishima. —¿Qué podría hacerte?
—No lo sé, tú dime. — me crucé de brazos. —Como sea debo ir a bañarme.— me separé de la pared y comencé a caminar. —Shimizu-senpai me está esper...
—¿Te refieres a algo como esto?— sentí su agarre en mi muñeca derecha la cual usó para llevarme de nuevo hacia la pared y por el impacto dejé caer la toalla. —S-sí a-algo así. — tenía mi brazo derecho levemente levantado sujetándolo contra la pared a través de mi muñeca. Me miraba fijamente, de nuevo sentía que podría perderme en esos ojos dorados, como lo sentí aquella vez en el gimnasio o esa vez en la calle. Era increíble que sin importar las circunstancias mantener mi mirada con la suya me calmaba, pero a la vez también hacía que mi corazón se acelerara, contradictoriamente.
—¿Tanto te gusta mirarme?— dijo con su típica sonrisa burlona en su rostro.
—Quizás... ¿te molesta?— respondí a su sonrisa.
—La verdad no ¿o quieres que haga algo al respecto?
—No lo sé... puede ser. — ¿por qué lo estoy provocando? de seguro que cuando repartieron los cerebros me quedé dormida.
—Está bien, entonces no te molestará si...— se acercó más de lo que ya estaba, ladeó su cabeza y me besó. La mano que sujetaba mi muñeca la soltó y a cambio entrelazó su mano con la mía. Su mano era cálida y claramente mucho más grande que la mía. Su beso, nuestro beso, era genial. Llevábamos unos segundos así y subió la intensidad, su lengua buscaba aprobación para entrar en mi boca a lo cual accedí. Nuestras lenguas se rozaban entre ellas, el agarre de su mano era algo más fuerte. El aire ya me hacía falta y recordé que Shimizu me estaba esperando así que él, también a falta de aire, se separó lentamente y soltó mi mano. —... hago esto. — dijo finalizando la anterior frase.
Salí de aquella posición y recogí la toalla que había dejado caer hace un rato dandole la espalda a Tsukishima. —Recuerdame no estar a solas de nuevo contigo. — dije mientras volteaba mi cabeza para mirarlo, él solo respondió con una sonrisa y yo continúe mi camino hacia los baños.
—¿Por qué tardaste tanto?— preguntó Shimizu.
—Ah... este... yo... no encontraba la toalla. — dije mientras reía nerviosamente.
—Ah, ya veo. Date prisa, ya debemos ir a dormir.
—S-sí. — terminamos de vestirnos luego de la ducha y fuimos a los dormitorios para descansar. Mañana sería un día largo.