Capítulo 4

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Los meses pasaban, no me atrevía a verle la cara a la señora May sin querer correr a abrazarla, aunque moría de ganas de verla y dormir en su pecho como aquella vez, simplemente no podía, ella para mí era una persona prohibida, una tentación, esa mujer de baja estatura, cabello rubio y sonrisa encantadora me volvería loca.

Mayte era un pecado que yo estaba dispuesta a cometer, mi mente sólo podía pensar en lo bueno que sería si tan sólo ella supiera lo que siento y sientiera lo mismo que yo.

Las últimas semanas salía mucho antes de mi casa para no encontrarmela en ningún lado, quería evadir cualquier sentimiento de amor por ella aunque me era imposible; ¿Que hago para no pensarla?, ¿Que hago para sacarla de mi corazón?, ¡Por dios Valentina, la conoces hace sólo meses! Mis sentimientos por ella terminarán lastimándome — Pensaba una y otra vez —
Tal vez si yo entregaba todo lo que sentía por aquella mujer a mi novio, me haría sentir aliviada.
No será lo mismo, claro está, pero.. él me quiere y yo, yo lo aprecio mucho, nada pierdo con intentar quererlo cómo él a mí.

14 de Noviembre.

— 2:00pm

Había muchisímo movimiento en casa de la mujer de mis ojos, gente entrando y saliendo, mesas, sillas, decoraciones... algo pasaría ahí dentro.

— 6:00pm

Como se me había hecho ya costumbre, me asomé por la ventana, al hacerlo, veía entrar a mucha gente, entre ellos un hombre bastante atractivo, jóven, buen cuerpo, vestía una chaqueta de cuero y un pantalón negro, ¿Y él, quién es? Nunca lo he visto por aquí —Pensé— Seguía mirando por la ventana sin perder detalle de nada, pensaba seguir haciéndolo toda la tarde, yo vivía sola ya que mis padres trabajaban en otra ciudad y sólo me mandaban el dinero necesario para gastos y servicios de mi hogar.

—7:00pm

Vi llegar a una mujer muy parecida a la señora Mayte, de pelo castaño oscuro, era muy linda, unos centímetros más alta que Mayte con un niño que al parecer era su hijo porque no se le despegaba.

—Gordita, que bueno que llegaron, un poco tarde, ¿No crees? —Dijo Mayte mientras le daba un abrazo—

Jose: Ya sabes cómo es mi mamá, May —Dijo el pequeño y Mayte rió—

—No me ayudes eh, hijo —respondió la castaña—

—Perdóname hermana, tú sabes que esto de la puntualidad no es lo mío—

Mientras me dirigía al baño de mi habitación para ducharme, escuché el timbre sonar y pensé que sería mi novio, quizá había llegado de sorpresa, aunque no tenía ganas de nada, solo de cenar y finalmente dormir. Caminé hasta la ventana y me asomé.
Me llevé una enorme sorpresa al ver a aquella rubia mujer parada ahí, con una rebanada de pastel en sus manos.
Era mi vecina, la dueña de mis pensamientos (Todo tipo de pensamientos) No, me veo horrible, no tengo encima una sola gota de maquillaje. Seguro me veo fatal, éramos tan diferentes, yo no salía de mi hogar sin maquillarme, arreglar mi cabello, secarlo, plancharlo, y estar horas delante del espejo, ella se maquillaba poco, apenas y cepillaba su cabello y se veía sencillamente preciosa, pero ese día, llevaba un vestido ajustado, bastante escotado, su cabello ondulado caía a los lados y llevaba puesto un labial rojo que me incitaba a correrlo.

¿Qué hago? No había tiempo de hacer nada, ella esperaba afuera de mi casa, me apresuré a abrir... al verla ahí, quise decirle cuanto la amaba, cuanto me gustaba, cuanto deseaba hacerla mía en ese momento, recorrer su cuerpo por debajo de su vestido y llevarla al cielo. No quería hacer otra cosa que correr a sus brazos y pasar ahí el resto de mis días, el mundó paró en ese instante que miré sus hermosos ojos café claro, me di cuenta de lo mucho que la estaba extrañando

— Mis invitados esperan, pero ¿Puedo pasar? —Me preguntó y me tomó por sorpresa—

—Cl..claro, pase —dije con nervios—

— Vine temprano a invitarte a mi fiesta de cumpleaños, ¿No estabas?, bueno.. No quiero meterme en lo que no me importa, te traje algo de pastel... Espero te guste, chiquita.

—No sabía que cumplía años, señora May... ¿Puedo darle un abrazo? —dije mientras me acercaba a ella—

— Corazón, me encantaría que lo hicieras —alzó los brazos—

Me pegué a su pecho, y ella acariciaba mi cabeza, era para mí el momento más lindo, ese cálido abrazo, su olor, sus pequeños brazos rodeando mi cuerpo... quería guardar por siempre ese momento en mi memoria, aunque no quería que fuera un simple recuerdo, quería vivirlo todos los días de mi existencia... no sabía cómo ni en qué momento pasé de querer evitarla, a querer sentirla cerca de mí, cada vez más...

Se separó de mí cuerpo, dejó un beso en mi mejilla, a lo cuál yo le correspondí con otro, no sin antes desearle un feliz cumpleaños, me agradeció y caminó hacia la puerta, se despidió de mí y me deseó una feliz noche —Descansa pequeña, mañana nos vemos—

— Igualmente y gracias por el pastel, señora.

—¿Cuándo será el día que finalmente me hables de tú? —Sonrió y volteó a verme nuevamente—

—Le sonreí de regreso— Perdón, se me salió, Mayte—

—Muy bien, así me gusta más —Acarició mi mejilla, se dió la vuelta y regresó a su hogar—

Siempre TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora