Capítulo 11

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Mayte regresó de casa de Isabel, era de noche así que se dirigió a tomar un baño para acostarse a dormir, mientras estaba en la tina, por su mente pasaban las caricias y los besos de Valentina, la sensación que le provocaba sólo pensarlo, era placentera, necesitaba sentirse en sus brazos nuevamente.

Al estar acostada sin nada que hacer y nada más que pensar, regresaron los recuerdos de aquellas noches que pasó con Valentina, ¿La estaba extrañando? Sí, muchísimo.

—¿Qué hiciste conmigo, Valentina? —Se preguntó a sí misma.

En casa de Valentina:

Bueno, no será fácil olvidarte, Mayte, pero creo que así tiene que ser, un nosotras jamás podría existir, no me amas como yo a ti y eso me lastima hasta el fondo de mi alma.

En casa de Mayte:

—Llamó a Isabel.

Isabel: ¿Bueno?

Mayte: Hola gordita, ¿Te desperté?

Isabel: Claro que no, hermana, ¿Te pasa algo? A estas horas tú deberías estar en tu quinto sueño.

Mayte: Sí, no puedo dormir por pensar en Valentina, ya no sé qué hacer.

Isabel: Si la amas, no hay nada que pensar, al contrario, búscala. Nadie tiene por qué saber sobre su relación si así lo quieren.

Mayte: ¿Y qué debo hacer?

Isabel: ¿Acaso escuchaste una sola palabra de lo que te dije?

Mayte: ¡Pero no es fácil, Caray! —Alzó la voz—

Isabel: Tú me llamaste para pedirme un consejo, si lo vas a seguir, síguelo, si no, no me grites, Mayte.

Mayte: —Colgó el teléfono—

Al siguiente día:

Mayte despertó y recordó haberle colgado el teléfono a Isabel por lo tensa que se sentía respecto al tema, aunque sabía que su hermana tenía la razón, se sentía confundida.
Salió con rumbo a casa de Isabel y entró con normalidad, buscó a su hermana que se encontraba en la cocina y saludó.

Mayte: Hermana, hola, yo...

Isabel: ¡Vaya! ¿Ya te relajaste, María Teresa?

Mayte: Gordita, perdóname, por favor, tú sabes como me pongo cuando no me siento bien.

Isabel: ¿Y qué culpa tengo yo de tus arranques? Pero está bien, te perdono, con una condición.

Mayte: ¡Sí! ¿Cuál?

Isabel: Me vas a presentar a Valentina, ¿Sí?

Mayte: ¡Eres una terca! Agarra tus cosas y vámonos —accedió—

Isabel: ¿Ya? —Preguntó con emoción.

Mayte: Sí, ya.

Las dos se dirigieron a casa de Valentina, Mayte buscaba una oportunidad para ir a visitarla y su hermana la estaba obligando a hacerlo, esto le quedaba como anillo al dedo. Llegaron y tocaron, la joven abrió enseguida y al verlas ahí sus ojos se abrieron como platos.

Valentina: Mayte, ¿Qué haces aquí?

Mayte: —Me miró fijamente— Mi hermana Isabel quería conocerte y...

Isabel: ¡Hola! Mucho gusto, Isabel Lascurain —extendió la mano— ¿Podemos pasar?

—Correspondí— Mucho gusto, Isabel, en realidad, no es buen momento para esto...

Se asomó él, tomándome por la cintura, alto, musculoso, era guapísimo— Él es mi... se llama Rodrigo..

Mayte: ¿Tu qué? Termina la oración... disimulando su desagrado con una falsa sonrisa.

Siempre TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora