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EILEEN

Después de una larga noche de fiesta y bebidas alcohólicas el ser humano está condenado a sufrir la famosa resaca. Pero los dolores abdominales ni el dolor de cabeza era comparado a la molestia de un cuello herido. Eileen despertó gritando de espanto por el simple hecho de seguir viva. El sueño fue tan real que creyó morirse y no despertar. Y lo hizo. Las luces del mediodía atravesaron los vidrios de la ventana en su habitación. A duras penas se incorporó lentamente retirando las frazadas que le cubrían el cuerpo. Tanta fue su sorpresa que al dirigirse al baño volvió a liberar un segundo grito. Su reflejo en el espejo le mostraba que había una marca de mordida en su cuello. Claro, no sangraba y no demostraba tener signos de infección sino que solo yacía una herida en proceso de cicatrización. 

Eileen acercó su rostro al espejo y observó con más atención la herida, la misma mostraba un círculo morado que rodeaba cuatro puntos en el centro que se hundían en la piel. Una herida que cualquier persona se negaría a creer. ¿Qué diría? ¿Que un vampiro la mordió? Nadie le creería, excepto Alois, solo para seguirle la corriente.

Más tarde bajó las escaleras en busca de su abuela quien, desafortunadamente, no estaba en ninguna parte de la casa. Planeaba contarle acerca del incidente en la madrugada pero solo encontró una nota en la mesita de luz del living que decía “Volveré más tarde. Tengo que hacer las compras para la cena. Te quiero”. Desde la muerte de sus padres el vínculo que compartía con su abuela se volvió inquebrantable, podían contarse todos los secretos sin juzgarse una a la otra, y aquella confianza fue fortaleciéndose con el pasar de los años. 

La casa de Eileen era una de las últimas viviendas del pueblo y tenía una de las mejores vistas. De lunes a viernes solía tomar un atajo para ir a la preparatoria. Jamás le gustó caminar por las calles del pueblo porque el asfalto y los ruidos de los vehículos le hacían recordar el accidente de sus padres. Prefería estar en contacto con la naturaleza para su propia paz mental. No tenía necesidad de preocuparse por el peligro, el pueblo era seguro, al menos para sus habitantes. 

El sendero comenzaba al cruzar la calle, adentrándose al bosque  y continuaba con un puente abandonado de un arroyo. Luego, este la dirigía a dos caminos, izquierdo y derecho. Eileen jamás se atrevió a introducirse en el izquierdo, siempre tomaba el camino derecho logrando llegar temprano a la preparatoria.

El resto del día dedicó su tiempo a limpiar la casa, especialmente su habitación. Cuando tuvo un momento de descanso invitó a Alois a dormir y llamó a Ailish y Wendy para corroborar que estuvieran bien. Su mejor amiga no tardó en llegar, y lo hizo al mismo tiempo que su abuela. 

— Estoy segura de que te picó una araña, cariño —la abuela de Eileen sirvió té de naranja para las tres. Alois escuchaba atentamente—. Siempre dejas la ventana abierta de tu habitación. Vivimos al lado de un bosque y estamos propensos a que los insectos entren a la casa.

Eileen trató  de convencer a su abuela pero no tuvo éxito, sin embargo Alois sí le creyó, solamente que simulaba estar de acuerdo con la opinión de la mujer.

— Ana tiene razón, el alcohol suele darnos pesadillas —Alois dio un sorbo a su té—. Quizás la adrenalina de lo que nos sucedió nos dejó traumadas. La madre de Ailish me llamó para decirme que ella no quiso desayunar y tampoco bebía agua. Tuve que ir hasta su casa y hablar con ella para hacerla entrar en razón. Wendy no fue un gran problema, me dijo que su rasguño estaba cicatrizando y no le dolía.

—¿Qué fue aquello que las persiguió? —preguntó Ana—. Pueden describirlo.

—No puedo olvidarlo abuela —Eileen cerró los ojos trayendo a su mente el vivo recuerdo de que la bestia solamente la persiguió a ella—. Medía como dos metros, era peludo, con garras y hocico alargado. 

†VAMPIRE BLOOD†Donde viven las historias. Descúbrelo ahora