A de Andrew

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Habían pasado escasas semanas desde que empezamos la lista, y desde que yo la había estrenado, Lucy invitó a algunos de sus amigos de la Elite de Los Ángeles a una fiesta en nuestra casa.

Estábamos todos en el Jardín alrededor de una pequeña fogata controlada que había preparado Isaac, el novio de Beca, cuando un chico alto, rubio, de ojos azules y con una camisa que permitía mostrar parte de su musculoso cuerpo, se acercó a mí y me invitó a una copa.

- Hola, soy Andrew, un amigo de Lucy, ¿te apetece tomar algo? – dijo mientras me cogía de la mano y me guiaba a la cocina.

- Creo que debería de ser yo quien te invitase a una copa, ya que se supone que soy la anfitriona. – dije mientras nos dirigíamos a la cocina.

- Mmm, puede, pero me gusta ser caballeroso de vez en cuando, o al menos con las princesas como tú..., espera, todavía no me has dicho tu nombre. – dijo mientras se desenredaba su corta melena con los dedos.

- Me llamo Melody, y no soy ninguna princesa. – le susurré al oído, y noté como se le estremecía el cuerpo y empezaba a seguirme el juego.

- Pues si no eres una princesa, entonces puedo dejar de ser un caballero y seguirte hasta tu cuarto. – dijo mientras una sonrisa pícara se le formaba en su pulida y perfecta cara.

- Mmm, lo vamos viendo..., primero tomemos esa copa. – él asintió y finalmente nos sentamos sobre la isla de madera de la cocina y conversamos mientras nos tomábamos varios margaritas.

Una hora más tarde, habíamos dejado las copas y habíamos pasado a enrollarnos, yo estaba sentada en la isla de la cocina y él me había rodeado la cintura con los brazos mientras me besaba y rozábamos nuestros cuerpos.

De un momento a otro, Andrew me levantó de la encimera y me llevó hasta la planta de arriba, una vez en el pasillo buscó mi nombre en las puertas sin despegar sus labios de los míos. Cuando estábamos enfrente de mi puerta, me separé lo suficiente para poder abrirla mientras él me besaba el cuello y yo sentía mariposas en el estómago y notaba como me temblaban las piernas.

Una vez en mi habitación, cerramos la puerta con pestillo y rápidamente, nos deshicimos de la ropa y pude ver por completo su cuerpo al completo y el bulto que se formaba en su ropa interior, que me causó una ligera sonrisa en la cara, él se tumbó en la cama a mi lado y yo de un salto me coloqué encima de él y empecé a besarle una línea recta desde el cuello hasta la V que daba paso a su entrepierna...

Tardamos escasos segundos en quitarnos el resto de la ropa y él buscó entre sus cosas un condón y se lo puso, después se puso encima y noté como lentamente se introducía en mi interior antes de empezar a dar fuertes estocadas mientras acallábamos nuestros gemidos con besos lentos.

Cuando ambos llegamos al clímax, nos tumbamos exhaustos en la cama y me preguntó si podía quedarse a dormir, yo asentí y él me rodeó con los brazos y ambos nos quedamos dormidos mientras oíamos a lo lejos la música en el jardín.

A la mañana siguiente, al despertarme, vi a Andrew buscando sus cosas y vistiéndose en silencio, sin duda alguna, iba a hacer la de irse sin despedirse, al parecer no era tan buen tío como había aparentado la noche anterior.

- Adiós. – dije mientras me incorporaba en la cama y me tapaba con las sábanas.

- Melody, una cosa, no puedes contarle a nadie lo que pasó anoche, mira yo...– le corté.

- No pasa nada Andrew, es lo normal... – dije, pero él me interrumpió.

- En mi caso no, soy hijo del próximo candidato a gobernador y no puedo permitirme que la prensa rosa se meta en mi vida privada, lo siento Melody, eres una chica increíble y sin duda alguna, joder... esto... estás buenísima – dijo mientras intentaba contenerse esa sonrisa que les aparece a los tíos cuando recuerdan lo que hicieron la noche anterior. – pero no puedes contarle a nadie lo de anoche, o mis abogados te harán la vida imposible y no quiero eso para ti. Adiós princesa. – dijo mientras me daba un beso en la frente y se marchaba por la puerta.

Andrew no contaba para la lista, ya que nadie podía saber que nos habíamos acostado, así que una noche perdida...

Aquella mañana, cuando bajé a desayunar, me fijé en la lista que teníamos en la cocina y me di cuenta de que iba la última, al parecer mis amigas lo habían pasado en grande la noche anterior...

  ***


Habían pasado demasiados meses desde que me acosté con Andrew como para que él fuese el padre, pero la más mínima posibilidad me alarmaba, si de por sí nadie podía saber que nos habíamos acostado, el hecho de quedarme embarazada solo empeoraba las cosas. El médico me había dicho que, si no estaba segura de quien, de mis dos novios, – sí, mentí a mi propio médico, no iba a decirle que me había acostado con más de veinte tíos por una absurda competición y que ahora estaba embarazada y no sabía quién era el padre – que les pidiese un pelo o un poco de saliva para así poder hacer las pruebas de paternidad.

Apenas se me notaba la barriga, pero aun así empecé a disimularla con vestidos y blusas anchas, aquella mañana, había quedado a tomar un café con Andrew con la esperanza de así conseguir algo.

Andrew se presentó en la casa de las Alphas muy temprano y bastante más arreglado que la última vez que le había visto. Bajó de su coche y me saludó con un abrazo.

- Estás genial. – le dije mientras le invitaba a pasar.

- Tú también, me sorprendió tu llamada. – dijo bastante directo, pero en un tono tranquilo y amable.

- Sí, solo quería saber cómo estabas con todo esto de la candidatura de tu padre y demás. – mentí, me había pasado toda la noche buscándolo en Google con tal de averiguar algo acerca de su vida y así tener una excusa para llamarlo sin tener que mencionar el embarazo ni los otros veintitantos posibles padres.

- La verdad es que lo estoy llevando mejor de lo que esperaba, mi padre va muy bien en las encuestas y eso es lo mejor que podría pasarnos. – dijo bastante contento.

- Me alegro muchísimo.

Nos pasamos casi una hora conversando y cuando se despidió, recogí su taza de café y la guardé en una bolsa hermética que había traído Beca del laboratorio y puse el nombre de Andrew con un rotulador permanente.

Solo esperaba no acabar en la prensa rosa estropeando no solo mi vida, sino también la de Andrew y su familia.

De la A a la ZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora