W de Will

214 16 3
                                    


La primera semana de enero, Katy y yo nos habíamos apuntado al gimnasio como propósito de año nuevo, yo al principio no estaba para nada convencida, a Katy le gustaba el deporte, pero para mí era sufrir por gusto y a mí no me iba para nada...

Aquella mañana, mientras dormía plácidamente sobre mi cama, Katy abrió la puerta de mi dormitorio y me destapó, el frío enero se colocó por mi cuerpo y me despertó de golpe.

- ¿A qué viene esto Katy? – salté, mi despertar no era como el de una princesa de cuento ni mucho menos.

- Mel, llevamos una semana apuntadas al gimnasio y todavía no has ido ni una sola vez, de verdad, prometimos ir juntas. – dijo mientras me ponía morritos para intentar convencerme.

- Katy tengo clase. – mentí, justo acababan de cancelar mis clases de por la mañana.

- Melody Pierce, a mí no me engañas, he hablado con tus compañeras de clase y me han dicho que tienes la mañana libre, no seas vaga, ¡Venga vamos! – dijo mientras me obligaba a levantarme de la cama y vestirme.

Odiaba las mallas deportivas, me parecían el peor invento del mundo, o eran tan apretadas que cualquiera podía verte el alma, además de que podías quedarte sin circulación en cualquier momento, o, por el contrario, estaban tan dadas de sí, que rezabas por qué no se cayeran de un momento a otro...

Salimos de la casa vestidas como dos deportistas habituales, cosa que no éramos, o al menos yo. – Llevábamos mallas negras Nike y tops deportivos a juego, para ser sincera horas antes, ni sabía de la existencia de ese conjunto en mi armario. – caminamos apenas dos kilómetros hasta el gimnasio, el cual era frecuentado por la mayoría del campus.

Cuando entramos en aquel edificio con grandes cristaleras con vistas al campus, las de recepción nos pidieron nuestros nombres para asegurarse que estábamos matriculadas en el gimnasio, también nos explicaron las normas básicas y los nombres de los monitores por si necesitábamos cualquier cosa.

Tras despedirnos de las chicas tan majas de recepción, nos fuimos a la zona de cintas de correr con vistas a la gran fuente de la entrada del campus, allí, dejamos nuestras mochilas a un lado y comenzamos a entrenar, al principio me costó un poco adaptarme, pero después, mis pies iban solos, no sé muy bien cuanto tiempo pasó, pero la máquina pitó cuando llegué a los quince kilómetros, me quedé sorprendida de mí misma.

Katy me felicitó mientras ella terminaba su última ronda. Me dirigí hacía los vestuarios para ducharme y cambiarme antes de irnos a casa, pero me sentía como en un laberinto, los espejos y las máquinas me parecían todas iguales y no era capaz de encontrar ni los vestuarios, ni a Katy, ni la propia salida, entonces distinguí a lo lejos a un entrenador que estaba ayudando a un chico con las pesas, me acerqué a ellos y le pedí ayuda.

- Hola, siento mucho molestar, pero soy nueva y no tengo ni idea de cómo llegar a los vestuarios y creo que me he perdido. – dije algo incómoda.

- No pasa nada, ahora mismo te acompaño. – el monitor se giró y esta vez le hablaba al chico. – Ethan, ¿Importa que te deje solo un momento?

- No, tranquilo Míster. – dijo el chico antes de seguir con las pesas de unos cien kilos.

El monitor cogió su móvil y me acompañó.

- Entonces, ¿es tu primer día? – dijo mientras caminábamos por el laberinto de máquinas.

- Sí, ya sabes mi amiga y yo nos apuntamos como propósito de año nuevo y todavía no habíamos venido, espero que no pase como siempre y acabe dejando de venir... – dije algo incómoda ante la atenta mirada del joven musculoso de ojos grises y melena castaña que tenía al lado.

- Bueno pues espero verte más de una vez, por cierto, me llamo Will.

- Yo Melody, encantada.

Estuvimos un rato hablando hasta que nos paramos frente a una puerta de madera clara y leí el cartel que indicaba que aquellos eran los vestuarios femeninos. Al parecer, dejó de importarme la ducha o el irme a casa, me interesaba mucho más mi conversación con Will. Entonces, sin miedo alguno, me acerqué a él y le susurré al oído:

- ¿Te apetece hacer una locura? – dije mientras intentaba parecer sexy y para nada nerviosa, cosa que en realidad estaba...

- Mmm, ¿qué tienes pensado? – dijo mientras una sonrisa se le formaba en los labios.

- La verdad es que no tengo nada pensado, ¿alguna idea? – los ojos de Will se iluminaron tras mi pregunta y entramos en el vestuario juntos, entonces él se aseguró de que no había nadie más y nos metimos en la sauna segundos después de que él pusiera en la puerta un cartel indicando que la sauna se encontraba fuera de servicio.

Una vez dentro de la sauna, ambos nos quitamos la ropa y comenzamos a besarnos mientras nos tumbábamos en los estrechos bancos de madera.

El vapor y el calor aportado por la sauna volvía la situación aún más húmeda y caliente, un par de minutos después, Will tenía puesto un condón sobre su miembro y se movía bruscamente en mi interior causando unos ahogados gemidos salir por mi boca, los cuales él acallaba con besos o con su mano.

Cuando terminamos, nos vestimos y salimos de la sauna, primero salí yo, para mi sorpresa, me crucé con Katy que acababa de entrar en el vestuario, su mirada fue directamente a la puerta de la sauna, al cartel, después a mí y, por último, a Will que salió un par de segundos después, él se marchó ignorando la presencia de Katy y ella me miró por última vez antes de abrazarme y reírse.

- Katy, estás sudada. – dije en modo de queja.

- Y tú te acabas de acostar con un monitor en la sauna femenina en nuestro primer día de gimnasio, Mel, sin duda alguna, eres mi nueva ídola.

Tras aquel abrazo, ambas fuimos directas a las duchas y comentamos lo ocurrido a través de las finas cortinas que separaban una ducha de la otra.

Para ser sincera, las siguientes veces que fui al gimnasio, me crucé a Will un par de veces y volvimos a la misma sauna, nadie se preguntaba cómo de un momento a otro, la sauna femenina estaba y dejaba de estar en uso...

***

Llevaba un mes sin ir al gimnasio y sin ver a Will, la verdad es que por mucho que lo intentes, al final acabas sin cumplir esos propósitos de año nuevo, y cumpliendo otros que no esperabas cumplir...

No fui yo quien consiguió la muestra de ADN de Will, sino Katy. Para ello, tuve que contarle mi embarazo a Katy, ella se alegró mucho por mí y se mostró voluntaria para ser ella quien consiguiese la muestra de ADN de Will.

Tal y como me contó Katy horas después, ella entró al gimnasio como otro día cualquiera, pero en vez de ir a las máquinas a las que suele ir, se fue a la zona de pesas, donde Will es el monitor principal, entonces, le pidió ayuda y "accidentalmente", se le cayó una pesa sobre el pie de Will, a él comenzó a sangrarle un dedo del pie y Katy se disculpó por su "torpeza" y le ayudó a curarse la herida, fue entonces, cuando se llevó un pañuelo con la sangre de Will y lo guardó en una bolsa con su inicial.

Me alegraba mucho de tener amigas como Emma, Beca, Katy y Nicky, las cuatro me habían ayudado mucho con el tema de los posibles padres, y les debía muchos favores después de eso.

De la A a la ZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora