quinto

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Antes de empezar quiero hacer lo que es la primera nota de la novela. Este capítulo es un poco más corto que los anteriores, pero es muy especial para mi, tan personal que hasta me duele escribirlo y lo he meditado mucho antes de subirlo porque me he plasmado a mi misma en Ethan. Todo lo escrito está basado en pequeños momentos de mi vida y cada una de las palabras están sacadas desde lo más profundo de mi, dejando fuera toda la ansiedad, pánico, inseguridad y miedo que llevo experimentando desde hace un par de años. Espero que lo disfrutéis tanto como yo, para mi esto es paz y lo que busco con Coraline es transmitiroosla.

•••

Noto una mano tocándome el pelo muy despacio, con sosiego. Sé con toda seguridad de quien es esa mano. Sonrío y alargo mi mano hasta notar su cara para empezar a acariciarla como si de una muñeca de porcelana se tratase. No abro los ojos, no quiero estropear el momento. Seguimos así durante un par de minutos, en un silencio tan puro que lo único que podemos escuchar son nuestros latidos, acompasados.

-Ethan -susurra de manera casi inaudible.

Me siento incapaz de contestar y de mirarla, así que simplemente asiento.

-Ethan, mírame -su mano viaja ahora de mi pelo a mi cuello.

Abro los ojos sin prisa, tomándome mi tiempo para afrontar la realidad. Aunque la realidad que tengo ante mi es probablemente la más maravillosa de todas: Coraline mirándome con una pequeña sonrisa y su mano apoyada en mi cuello dejando leves caricias. Tiene las mejillas sonrojadas debido al calor de la habitación, haciendo que su pelo y su rostro vayan a juego. Parece que estoy visualizando una obra de arte, de esas que exponen en prestigiosos museos o que venden a un elevadísimo precio. Pero no, es ella, una persona de carne y hueso.

-Te has quedado dormido apoyado en mi. -nada más oír esto me sonrojo, alejo mi mano de su cara para cubrirme el rostro ante la vergüenza creciente y la escucho reír- Estabas precioso.

-No es cierto -susurro escondiéndome de ella.

-¿Por qué no iba a serlo? Jamás te mentiría, y la verdad es que parecías el vivo retrato de la palabra paz.

Sin saber muy bien qué hacer o qué decir, me levanto de la cama para acercarme al balcón. Estoy empezando a notar los efectos de la ansiedad, el rechazo propio y el pánico en mi. Saco un cigarro, lo enciendo y me lo llevo a la boca mientras me apoyo en la fría barandilla.

Nunca antes había sentido esto, y he de decir que asusta. No había escuchado unas palabras tan sinceras en la vida. Creo que ni la fuerte lluvia de invierno podía llegar a calar tanto como la mirada de Coraline mientras decía esas palabras, mientras decía que era paz. Paz, yo, que soy la ansiedad personificada, el pánico, el estrés, las noches sin dormir pensando en posibles escenarios fatídicos. Yo no tengo nada de paz, todo lo que me rodea es caos e incertidumbre, miedo. Pero ahí está ella, diciéndome que soy paz, cuando lo cierto es que a mi, la paz me la da ella.

Sumergido en mis pensamientos y en el humo que sale de mi boca nublando mi vista, las lágrimas empiezan a descender por mis mejillas y pego un salto al notar unas diminutas manos abrazándome por la espalda. Me giro y la veo. Noto como se da cuenta de que ahora mismo solo necesito silencio, y lo entiende. Coraline se posiciona entre mi cuerpo y la barandilla, dándome la espalda y permitiendo que me apoye sobre su hombro. Paso mis manos por su cintura y noto como se estremece.

-Lo siento. Todo esto es nuevo para mi. En menos de dos meses he experimentado una montaña de emociones que hasta ahora no conocía, y me asusta. Soy incapaz de dejarme sentir cosas nuevas porque me alteran el orden y control que he establecido yo mismo -suspiro.

-Para. Tómate un minuto al día para parar y dejarte sentir, para no pensar en nada y para descubrir. Ve poco a poco, sin ninguna prisa y sin ningún orden absurdo. -susurra mientras pone sus manos encima de las mías- Déjate llevar. La vida tiene muchas cosas buenas y bonitas que ofrecerte, y yo puedo mostrártelas.

-Yo... -intento seguir pero ella me corta.

-En serio, Ethan. Déjame mostrártelo.

Asiento levemente con la cabeza a pesar de que no puede verme y aprieto más fuerte mi agarre sobre su cintura. Dejo un beso sobre su hombro y suspiro para dejar caer las últimas lágrimas que me quedan.

-Coraline, -tomo aire antes de abrir la boca- tú si que eres paz.

Coraline // Ethan TorchioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora