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Coraline se separa rápidamente de mi al escuchar eso y se acomoda la ropa de nuevo. Me mira con pánico, siento el miedo en sus ojos y yo, para qué mentir, me divierto ante la situación.

-Eh... no es lo que parece -susurra Coraline poniéndose de pie.

-Oh no, claro que no. Estoy seguro de que no estabas a punto de meterle la mano a Ethan en el pantalón -Damiano escupe irónicamente.

-No le digas nada a Thomas, por favor -me levanto también y escucho como la copa que tenía a mi lado se rompe, la he tirado sin querer y ahora estará manchando la alfombra.

-No soy yo quien tiene que decirle nada a Thomas, pero no se tío, creía que había confianza conmigo como para que me lo dijeses -susurra Damiano mientras me mira directamente a los ojos.

Se acerca más a nosotros sin despegar su mirada de mi. No puedo averiguar qué quiere transmitir, si decepción o algo más. Damiano siempre es una incógnita y esta vez no iba a ser la excepción. Se agacha, coge la botella de vino mientras le da un trago y vuelva a mirarme.

-Soluciona el problema que tienes ahí abajo antes de que venga alguien y te vea. Y tú -señala a Coraline- será mejor que subas. Ha llamado vuestra abuela y quiere hablar contigo.

Coraline asiente con la cara completamente roja de vergüenza. Me dirige una mirada de disculpa y sube las escaleras sin volver a decir nada. Damiano hace el amago de subir también, sin embargo, se acerca de nuevo a mi y nos agachamos para recoger los cristales de la copa rota.

-Oye Damiano, no quería que te enteraras así. Simplemente ha pasado, ni yo mismo pensé que iba a llegar a gustarme de esta manera -susurro con mi mirada puesta en la alfombra y la mancha roja de vino.

-¿Te gusta? O sea, que esto no ha sigo algo puntual, si no que lleváis ya varios días así, ¿verdad?

Yo asiento levemente y de repente escucho a mi lado un pequeño gemido de dolor. La alfombra está volviendo a mancharse de color rojo, aunque esta vez de sangre, y miro la mano de Damiano. Está sangrando, ha debido de cortarse. Dejamos la copa ahí, nos ponemos de pie a la vez en un silencio augusto y se sienta en uno de los sillones. Yo cojo una botella de agua rápidamente y unas cuantas servilletas. Me siento a su lado y él me tiende su mano herida para que pueda curarla.

-Respondiendo a lo de antes... en la fiesta de Año Nuevo me fijé en ella. Cuando se presentó pude notar como se me paralizaba el corazón, como cada músculo de mi cuerpo se tensaba ante su roce durante unos segundos. No creí que me duraría tanto la sensación, pero estuvimos hablando de vez en cuando hasta reencontrarnos de nuevo aquí en Turín. Me está empezando a gustar y creo que me gusta que me guste. Me gusta lo que causa en mi, y no me refiero solamente a la erección. Va más allá de eso, tío -suspiro mientras curo cuidadosamente su mano.

Damiano asiente y su cabeza, que estaba agachada mirando nuestras manos, queda levantada con nuestras miradas enfrentándose cara a cara. Odio cuando lo hace, siempre me pone nervioso. Es distinto a cuando me mira Coraline, que me transmite mucha paz. Pero cuando lo hace Damiano siento algo totalmente distinto. Su mirada se siente como mil cuchillos clavándose en mi pecho, como si el mismísimo Diablo entrara en mi mente y me la nublara por completo. Se siente extraño, aunque he de reconocer que no me disgusta. Puedo decir que hasta me causa una sensación abrumadora muy placentera.

Sumido en mis pensamientos, empiezo a notar una respiración más cerca de mi. Salgo de mi trance cuando veo que la mirada de Damiano ya no está puesta sobre mis ojos, si no sobre mis labios. Mis pulmones dejan de funcionar y se paran, dejo de respirar.

-Damiano, qué... ¿qué estás haciendo? -susurro mientras cierro los ojos, no quiero enfrentarme a lo que tengo delante.

-Shhh, cállate. Nadie va a enterarse: ni Thomas, ni Victoria... ni Coraline.

Esto último lo dice contra mi boca, ahogándome ante su olor a tabaco pero que para nada es desagradable. Trago fuertemente al notar como sus labios se dirigen a mi cuello mientras una de sus manos se desliza por mi pecho hasta bajar por completo, dejándola levemente apoyada en el bulto del pantalón que todavía no ha descendido.

-No sé si esto está bien... -antes de que pueda seguir hablando, Damiano me corta.

-¿Por qué no iba a estarlo? Sé cómo me miras, sé lo nervioso que te pone que te mire a los ojos. No es que te ponga nervioso que la gente te mire, porque miras a toda la gente, es que te pone nervioso que yo -remarcando la palabra- te mire. O quizá debería decir que te pone, sin nada más. No soy tonto Ethan, y se que tú tampoco. Déjate llevar.

La mano que tiene ahí abajo me da un pequeño apretón, haciendo que gruña, y la otra juega con mi pelo. Yo sigo estático sin saber muy bien que hacer, pero dejo que su lengua vague por mi cuello. Ahora mismo estoy viendo las puertas del Infierno abrirse para mi. Estoy notando el calor que sale por ellas, un calor abrasador que me quema la piel y hace que quiera deshacerme de ella como si de una chaqueta se tratase. Estoy ardiendo entre llamas y no quiero salir de ellas, quiero quemarme y consumirme.

Me separo bruscamente de él y le miro durante unos segundos. Envuelvo mi mano en su cuello viendo como sus ojos reflejan la oscuridad más aterradora del mundo, pero también reflejan rabia, dolor, angustia. Sonríe ante mi toque y suelta una risa entrecortada y grave. No me hace falta analizar su mirada mucho más, pues sin pensarlo si quiera dos milésimas de segundo me lanzo a sus labios con la misma rabia que su mirada transmite.

Estoy jugando con fuego y me estoy quemando.


¡Hola hola! Bueno, este capítulo es MUY DISTINTO a lo que os imaginabais, estoy segura. Desde que empecé a escribir el primer capítulo tuve claro que entre Ethan y Damiano iba a ocurrir algo, que de hecho ya se podía intuir creo yo. No sabía muy bien cuando iba a meter esta trama, pero después del tremendo vídeo de hoy, he visto la oportunidad. Que por cierto, hablando del vídeo, solo voy a decir que me he quedado malita después de verlo. ¿Hola? ¿112? Si, que vengan a por mi que me está dando un infarto. Es que me he muerto, os lo juro. Muy brutal. En fin, que aquí tenéis el capítulo nueve, espero que lo hayáis disfrutado jejejeje. Muchas gracias por el apoyo que está teniendo Coraline, os quiero.

Coraline // Ethan TorchioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora