sesto

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2 DE MARZO DE 2020, TURÍN

-¿Y lo sabe alguien más? ¿Se lo has contado a Thomas? -susurra Victoria discretamente para no captar la atención de ninguno, a lo que yo niego.

-Es que tampoco sé qué decirle. Oye Thomas, creo que tengo algo con tu prima. ¡No, Victoria! ¿Cómo voy a decírselo si no se aun lo que somos?

-Ay Ethan, tampoco es para tanto, no seas dramático. Sois dos personas que se gustan, y deberíais de aprovechar eso, y más ahora que estáis aquí juntos.

-No se... primero quiero ver como avanza la situación con ella. -me encojo de hombros y me levanto del sillón para salir de la bodega- Tú no digas nada a nadie, y ya está. Luego nos vemos.

Victoria se despide de mi y mientras subo las escaleras empiezo a escucharla con su bajo. Suspiro. Menos mal que puedo hablar con ella sobre Coraline y me aconseja, sino no se qué haría, porque la situación ahora es... rara. Intentamos no pasar mucho tiempo juntos para no levantar sospechas, pero mi momento favorito del día es cuando nos quedamos solos después de comer o por la noche y dormimos abrazados. Sí, dormimos, nada más. No nos hemos vuelto a besar, pero para mi es suficiente. Me sobra con tener esos momentos íntimos durante la noche en los que lo único que se escucha es su respiración tranquila, y me encanta ver su cara iluminada con la luz de la Luna.

Subo cuidadosamente por las escaleras tratando de no despertar a Thomas o Damiano teniendo en cuenta las horas que son. Me cuelo en la habitación de Coraline una vez ya arriba y ahí la veo tirada en el suelo, con sus auriculares y haciendo unos ejercicios de una tal Chloe Ting de YouTube. No se ha dado cuenta de que he entrado a su habitación, así que cierro la puerta de la manera más suave posible y la observo desde ahí. Hasta sudando es preciosa.
Se levanta del suelo dándome todavía la espalda y en el momento en el que se gira grita.

-¡Joder Ethan, que susto! -se lleva la mano al pecho mientras me dirige una mirada asesina.

-Lo siento, lo siento. No pretendía asustarte, pero estabas tan concentrada haciendo ejercicio que no he querido molestar. -me acerco a ella y le doy un beso en la frente- Perdóname.

Ella asiente y se separa de mi. Va a sacar de su armario un pijama limpio, pero entonces me mira y me da la mano para llevarnos fuera de la habitación. Empezamos a bajar las escaleras en silencio y yo no puedo estar más confuso. ¿A dónde estamos yendo? Mi duda se resuelve cuando salimos al jardín y enciende las luces que rodean a la piscina.

-Estás loca si piensas que voy a bañarme ahora -suelto su mano y me cruzo de brazos.

-Solo un ratito, si tampoco está tan fría -me ruega mientras empieza a quitarse la ropa.

-Por favor, Coraline, estamos a 2 de marzo. ¡Claro que está fría!

-Ethan, cállate y disfruta. Disfruta de lo que la vida te ofrece y no pienses tanto en si está fría o no. Luego te metes en la bañera y si quieres te pones el agua hirviendo, pero ahora disfruta de esto.

Conforme me dice eso, se queda en ropa interior y yo no puedo evitar sonrojarme cuando nuestras miradas coinciden. Se acerca al bordillo de la piscina, y en vez de sentarse o meterse poco a poco, salta al agua. Yo niego con la cabeza y empiezo a quitarme la ropa también. Me recojo el pelo en un moño y me acerco también a la piscina.

-A tomar por culo -susurro antes de cerrar los ojos y saltar junto con Coraline.

Cuando me sumerjo, abro los ojos a pesar del cloro y la veo a ella también sumergida, mirándome. Nos acercamos y sacamos nuestros cuerpos a la misma vez. Ella se acerca a mi y me abraza de la misma manera que un oso panda abraza una rama de bambú.

-¿Has visto? No hace frío, se está bien -sonríe mientras entierra su cabeza en mi cuello.

-Bueno, eso de que no hace frío... no sé yo, eh -me río mientras acaricio su espalda.

Me apoyo contra el borde de la piscina notando su respiración en mi oido. Cierro los ojos permitiéndome disfrutar del momento y dejo mi mente totalmente en blanco. Ahora mismo solo me centro en nuestras respiraciones, aunque más concretamente en la suya. Entre el frío que hace y los besos que Coraline está empezando a dejar en mi cuello, se me está erizando la piel. Sé que si ahora mismo me mirase en un espejo, me vería a mi mismo con las mejillas del mismo color que el pelo de Coraline. Estoy empezando a sentir ese tipo de calor tan peculiar que viene dado por una situación como esta. Aunque no es el calor de excitación, sino el calor de la intimidad. El calor del deseo que sientes cuando estás con una persona especial, el calor de dos cuerpos abrazándose cuando hay miles de sentimientos rodeándoles. El calor del amor.

-¿Quieres que salgamos ya? Así no se nos hace muy tarde para ducharnos -pregunto en un susurro.

Al notarla asentir, salgo de la piscina con ella en brazos. Una vez fuera se separa de mi y corre a por una toalla. Nos cubre a los dos y volvemos a entrar a la casa apagando primero las luces. Subimos a mi habitación entre risas tratando de no hacer mucho ruido, algo que no conseguimos.

-Tengo frío -Coraline se tumba en mi cama todavía mojada y me deja a mi medio desnudo y mojado también frente a ella.

Cierro la puerta de mi habitación y enciendo la calefacción. Saco dos toallas del cajón y me envuelvo el pelo en una de ellas, lanzándole la otra a Coraline. Envuelve su pelo en ella también y me sonríe.

-¿Quieres que te deje una sudadera o prefieres ir a tu habitación a por ropa? -empiezo a sacar un pijama y ropa interior limpia para mi y una sudadera para ella porque ya sé su respuesta.

-Voy a por ropa interior -sale de la habitación sonriendo y corriendo como una niña pequeña.

Aprovecho esos minutos en los que me quedo solo para cambiarme. Vuelve a entrar cerrando la puerta tras ella y cogiendo la sudadera que he dejado en el escritorio. Viendo que va a cambiarse, cierro los ojos y escucho como se ríe, pero los abro de nuevo cuando escucho el sonido del secador. Me acerco a ella para poder secarme el pelo también y no dejo de sonreír en el proceso. Una vez ya estamos secos, nos metemos juntos en la cama y apago la luz mientras me aseguro de taparnos bien a los dos.

-Ethan -se acerca a mi y empieza a acariciar mi mejilla.

-¿Si? -susurro pasando una mano por su cintura y acercándola más a mi.

-Buenas noches.

Noto entonces el pequeño roce de su nariz contra la mía y sonrío.

-Buenos noches Coraline. Que tengas dulces sueños.

Planto un beso en su frente y cierro los ojos, quedándome dormido mientras pienso en cómo mi nombre suena cuando ella lo dice.

Coraline // Ethan TorchioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora